Sábado, 6 de junio
VIENA, 1918
Creo haber resuelto el enigma de Erich Sylvester, no el músico de ese nombre, sino el autor de dos recopilaciones sobre “la sabiduría de los pueblos antiguos” publicadas en la colección Austral con los poco atractivos títulos de Sobre la índole del hombre (1945) y Yo, tú y el mundo (1950). En ambas hay cuentos chinos, leyendas persas, fragmentos de papiros egipcios y parábolas más o menos budistas que yo no he vuelto a encontrar en ninguna otra parte.
Pronto adiviné que bastantes de ellos, si no todos, los había escrito el propio antólogo. Pero ¿quién era Erich Sylvester al que en la solapa se le calificaba de “versado escritor” y del que no aparecían datos en ninguna parte?
La solución, como en el cuento de Poe, estaba a la vista: Alfredo Cahn, el supuesto traductor.
La historia de Alfredo Cahn parece inventada. Nació en Zurich en 1902. Allí conoció a Stefan Zweig, un encuentro que marcaría su vida. A los dieciséis años comenzó a escribir una novela autobiográfica y, con los primeros capítulos, se presentó ante los críticos más afamados de la ciudad para pedirles su opinión. Tras leerlos, alguien le censuró que la novela comenzara con la conjunción “y”. Alfredo Cahn defendió su opción: quería indicar que a los protagonistas ya les habían ocurrido muchas cosas antes de comenzar la novela. Pero aquello les pareció, más que una audacia, una chiquillada.
Por aquel entonces estaba en la ciudad Zweig, que preparaba el estreno de su obra Jeremías. A alguien se le ocurrió la idea de enviarle el manuscrito y que él decidiera. Zweig lo leyó, resolvió a favor de Cahn y quiso conocerlo. Se asombró al ver que era apenas un adolescente. “Para enfrentarse a todos por una ‘y’ a esas edad hay que ser un escritor nato”, dijo.
Unos días después, le invitó a reunirse con él en el café Odeón y allí Alfredo Cahn pudo conocer, entre otros, a Thomas Mann, Romain Rolland y Herman Hesse.Pero aquel primer momento de gloria como escritor fue también el último para Alfredo Cahn, que dejó de lado la creación por la traducción. En 1921 se fue a vivir a Barcelona. Allí se enamoró de María Costa y acompañó a la joven cuando emigró con su familia a la Argentina.
Alfredo Cahn sería el traductor de Stefan Zweig al español y su amigo y confidente, aunque desde aquel primer encuentro en Zurich solo volviera a verle en dos ocasiones: en 1936 y en 1940, durante los viajes triunfales del escritor a Argentina.
La obra de creación de aquel adolescente que en 1918 polemizó con la autoridades literarias de su ciudad y deslumbró al escritor más famoso de su tiempo solo ha sobrevivido camuflada entre fragmentos de la Biblia y del Talmud, de Platón y de Marco Aurelio. Algún día habrá que rescatar esos textos –en algún caso pequeñas obras maestras-- y publicarlos con el nombre del verdadero autor.
Domingo, 7 de junio
EXTRATERRESTRES
Cuanto más conozco a mis semejantes, más me doy cuenta de lo poco semejantes que somos. Lo que no tengo claro es si el extraterrestre soy yo o lo son ellos.
Lunes, 8 de junio
CÓMO NOS HUMILLAN
---Parece que por fin te hacen caso, Martín. La fiscalía del Supremo va a investigar al rey Juan Carlos.
----¿Me hacen caso? No, todavía dicen que solo por los delitos cometidos a partir de 2014 en que abdicó porque antes, según la Constitución, era “inviolable”.
----Bueno, algo es algo.
----Cierto por algo se empieza. Pero además se da la paradoja que se le investiga por el blanqueo o la evasión de capitales procedentes de las comisiones ilegales recibidas cuando la construcción del famoso tren a la Meca. Se le juzga por lo que hizo con el botín, no por cómo obtuvo el botín.
----La constitución impide juzgar sus actividades mientras fue jefe del Estado.
----Si se le condena, quedará acreditado, se le juzgue o no por esos hechos, que se enriqueció ilícitamente durante su reinado, cosa de la que ya nadie duda, ni siquiera su hijo. Y quedará acreditada también la esperpéntica situación de que la constitución española garantiza que el jefe del Estado puede robar, e incluso matar, impunemente.
----Bueno, yo no voté esa constitución; tú, sí.
----Yo sí y te aseguro que, digan lo que digan jueces, fiscales y expertos constitucionalistas, la constitución no afirma eso. El jefe del Estado solo es inviolable en sus actividades como jefe del Estado que han de ser refrendadas por el presidente del gobierno o por el ministro correspondiente, que serían los responsables. ¿Por qué se niega tan burdamente esta evidencia? ¿Por qué se empeña la clase política y los constitucionalistas en ser cómplices de presuntos latrocinios y en humillarnos a los españoles, el único país del mundo democrático que puede tener como jefe del Estado a un delincuente? No se me ocurre el motivo..
----Siempre empeñado en tener razón contra todos.
----La razón no se tiene contra nadie. Se tiene o no se tiene. Y en este caso para saber que la tengo yo basta con leer entero, no solo la frase que se cita como un mantra, el artículo correspondiente de la constitución. Claro que también cabe la reducción al absurdo. Vamos a suponer que los “especialistas” tienen razón. En ese caso, deberíamos dar las gracias si un jefe del Estado nos sale solo ladrón, porque si le da por ser asesino en serie no nos quedaría más remedio que mirar para otro lado hasta que se cansara de matar.
Martes, 9 de junio
CÓMO NOS ENGAÑAN
Leo en la portada de uno de los diarios de referencia, no en un anónimo panfleto digital: “El confinamiento ha salvado 450.000 vidas solo en España”. Voy a la página en que se desarrolla la noticia. Comentan un estudio del Imperial College de Londres e indican que los propios autores reconocen basarse en datos “poco fiables”. Concluyen con la opinión de Martínez Beneito, bioestadístico de la Universidad de Valencia: “Si en nuestro país la tasa de letalidad está en torno al 1%, esto quiere decir que el modelo del Imperial College calcularía casi unos 47 millones de infectados, que es la totalidad de la población española. Esto es imposible, pues la inmunidad del grupo se lograría si se contagia el 60 %”.
O sea, que el periódico de referencia publica en la portada un noticia que sabe que es falsa y que él mismo desmiente en las páginas interiores, esas a las que la mayoría de los lectores no llega.
Me abstengo de calificar, desde el punto de vista de la ética periodística, semejante comportamiento.
Miércoles, 10 de junio
REVELACIÓN DE SECRETOS
Unos libros llevan a otros, Alfredo Cahn, el secreto escritor de apócrifas miniaturas que no habría desdeñado firmar Borges, a Stefan Zweig, y de este a las memorias de Benno Geiger, que fue su amigo y que, como buen amigo, no se olvida de referir pormenores humillantes: “Zweig tenía su pequeña perversión y, para no chocar con la ley, había hecho que Freud le firmara un certificado donde constaba que era paciente suyo y estaba en tratamiento. Esto me lo contó el propio Zweig. Tenía la manía del exhibicionismo, padecía una irresistible manía a “mostrar las vergüenzas” (“Schauprangertum” era el nombre que él utilizaba) ante cualquier joven solitaria. Su lugar preferido eran los senderos más secretos del parque de Schönbrunn, especialmente los que rodeaban a la antigua Casa de los Monos, que estaba en el centro de un laberinto. Allí, mirando por encima de los setos, podía descubrir a tiempo a los gendarmes”.
No conforme con eso, también Geiger habla de la homosexualidad de Zweig, que habría dejado traslucir en un poema de 1923: “Lo que nunca me confesé despierto / ahora lo veo como en un espejo”.
Thomas Mann, que algo sabía de ocultamientos, no dudó en creerse esos rumores y en atribuir el suicidio de Zweig a otros motivos que al desánimo por la marcha de la guerra: “Yo sospecho que en ello ha intervenido el sexo y que era inminente algún escándalo. Él corría peligro en ese aspecto”.
Jueves, 11 de junio
PROVERBIOS TURKESTANOS
No caben dos pies en una bota ni dos mujeres en un corazón.
Una casa con niños es un jardín; una casa sin niños, un cementerio.
El hijo del pobre solo logra que se le tenga en cuenta a los treinta años, el hijo del rijo es señor ya a los catorce.
Solo el pájaro entiende el lenguaje de los pájaros.
Cuando le cubren a uno las aguas lo mismo da que tengan diez que diez mil metros de profundidad.
Al hombre sin preocupaciones hasta el agua sola le sabe a gloria.
Muere el valiente antes que el cobarde.
La verdad tiene siete vidas como los gatos.
Viernes, 12 de junio
CAMBIO DE PAREJA
Benno Geiger, el indiscreto amigo de Stefan Zweig, había nacido en Viena, pero pasó la mayor parte de su vida en Venecia. Sus recuerdos se titulan Memorias de un veneciano y sus papeles los guarda la Fundación Cini en la isla de San Giorgio. Siempre tuvo ciertos celos del éxito mundial que había obtenido su amigo de juventud y desde muy pronto comenzó a propagar maledicencias sobre él. Zweig nunca les dio importancia. En una de sus cartas, escrita a un amigo italiano que le alertó sobre lo que Geiger contaba, se lee una frase que a mí me gusta repetir: “No me molestan lo rumores sobre mi vida sexual. Así me hago la ilusión de que tengo vida sexual”.
Poco después de escrita esa carta, a finales de 1934, Friderike, su mujer, fue al consulado a arreglar los pasaportes; Zweig se quedó en casa trabajando junto a Lotte, su secretaria. Al llegar al consulado, Friederike se dio cuenta de que le faltaban algún papel y volvió rápidamente a recogerlo: “Desde mi habitación entré en el cuarto de trabajo de Stefan; lo hice, por desgracia, en mal momento, Nunca he visto a una criatura tan consternada como a aquella joven ahuyentada de un profundo éxtasis. También Stefan se quedó espantado”.
¿Espantado? En una de sus cartas confidenciales, Zweig cuenta que se sintió aliviado. Ya no quería una mujer que le llevara de la mano, como Friderike hasta entonces, sino una mujer a la que llevar de la mano a un lugar del que no se vuelve.