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Channel: Café Arcadia
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Aviso para el lector impaciente

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Vuelve este domingo mi diario a aparecer en las páginas de La Nueva Españay su directora, Ángeles Rivero, me ha pedido que retrase en un día su subida a “Café Arcadia”. Por eso, a partir de esta semana se hará público en la red los lunes y no los domingos (o los sábados a última hora, como hacía últimamente).
            ¿Interesa a alguien esta información? ¿Importa algo que las notas del diario aparezcan un día antes o un día después? Me importa a mí, que soy un maniático de la puntualidad y del respeto a los compromisos que yo mismo me impongo (también soy un maniático en otras muchas cosas, pero eso no viene a cuento ahora).
            En los últimos años, escribo de septiembre a junio en un periódico ovetense, La Nueva España, y durante los meses de verano en otro gijonés, El Comercio. Ambos son rivales y ese ir y venir no resulta demasiado habitual (ni le hace demasiada gracia al primero de esos medios), pero yo no soy un escritor profesional y puedo permitirme andar a mi aire. De donde no me quieren, en seguida me voy.
            No necesito el (poco) dinero que gano escribiendo, pero sí necesito a los lectores. Nunca he sido capaz de escribir para mí mismo, eso me parece tan triste como hablar solo.
            No puedo (no quiero) permitirme el lujo de perder a un solo lector. Y los lectores tienen sus manías y sus preferencias, que hay que respetar. Unos dicen que el papel está obsoleto, que para qué pagar por leer lo que se puede leer gratis y más actualizado en Internet; otros solo disfrutan con la página impresa, bien maquetada, desplegada sobre la mesa junto a una taza de buen café.
            Las dos formas de publicar son complementarias y lo seguirán siendo durante mucho tiempo, me parece. Por eso, para no perder a los lectores en papel, yo me atengo a las indicaciones de la directora.
            Muy razonables, por otra parte. Pero yo siempre he sido un escritor asilvestrado que no está acostumbrado a tener jefes.
            Y así me va.
(Exactamente como quiero que me vaya, para qué vamos a engañarnos, pero estas cosas no conviene que se digan para no caer demasiado antipático.)





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