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Elogio de la cordura: Los malhechores del bien

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Sábado, 5 de marzo
NO ENTIENDO NADA

“No entiendo nada”, comento por teléfono con mi amigo Abelardo Linares. “Pues si no lo entiendes tú, no se quién lo va a entender”, se burla.

            Aquí en Asturias tuvimos un dirigente sindical que controlaba los votos del partido socialista y ponía y quitaba presidentes. Que este no hacía las cosas a su gusto, pues podía despedirse del cargo porque en las próximas elecciones se presentaba a otro candidato. Era el gran defensor de los trabajadores, el mejor amigo de Alfonso Guerra. ¡Vaya mítines que daban los dos! ¡Lenin y Rosa Luxemburgo en una pieza! Pues un día, cuando no sé qué ministro de Hacienda permitió regularizar los capitales no declarados al fisco, cogió un maletín que guardaba bajo la cama y se presentó en la oficina bancaria más cercana para ingresar dos millones de euros. Regularizó fiscalmente ese dinero, abonando la cuota correspondiente, pero ahí comenzó su calvario judicial, que todavía no ha terminado. Se avisó a Anticorrupción, se le preguntó por el origen de esa fortuna y él dijo que era una herencia de su madre, que tenía un chigre en la Cuenca y los mineros eran muy generosos con las propinas. De la herencia de su padre, dijo Jordi Pujol que procedía el dinero oculto en Andorra. Aunque eso resulta algo más verosímil, no le creyeron y todavía están investigando si procedía de comisiones ilegales. Jordi Pujol fue arrastrado por el fango, perdió todos sus privilegios de expresidente y, aunque tantos años después aún no se ha encontrado ninguna prueba contra él (no hablo de su familia), por ahí anda empapelado y a punto de ir a juicio. Al anterior jefe del Estado, nadie le pregunta en cambio de dónde le vino la fortuna que tenía oculta en paraísos fiscales (no toda, claro, solo la que ha descubierto la justicia suiza); él la regulariza un poco forzadamente y santas pascuas.

            —A ti lo que te fastidia es que para archivar la causa los fiscales se apoyen en la inviolabilidad que la Constitución reconoce al rey. Te fastidia que hagan más caso a lo que dicen los expertos que a lo que dices tú.

            —Que hagan más caso a lo que dicen los catedráticos de Derecho Constitucional que a lo que dice la Constitución. Basta leer, completo, no solo la primera frase, el articulo 56.3 para entender que la inviolabilidad abarca solo a los actos que necesitan refrendo del gobierno, que es el responsable de los mismos. De los actos privados no dice nada, ni tenía por qué decirlo. Están sujetos al código penal, como los de cualquier ciudadano.

            —¿O sea que, según tú, si el jefe del Estado español cobra comisiones ilegales como Luis Roldán, aquel director de la Guardia Civil de infausta memoria, o acosa sexualmente, o financia sus amoríos con dinero público, no está protegido por la Constitución? ¿Las víctimas tienen derecho a denunciarle y los jueces las obligación de investigar esos posibles delitos? Pues los catedráticos opinan otra cosa. Y yo me fío más de ellos que de ti, que de literatura sabrás algo, pero de la Constitución…

            —La he leído, cosa que recomiendo a esos catedráticos y a los fiscales del reino. Y si encuentran alguna duda en el punto 56.3 (no hay ninguna si se lee completo) que le pidan al Tribunal Constitucional que la aclare. Hasta ahora nadie se ha atrevido a hacerlo.

            —¿Y por qué será, sabio Martín? Seguro que tú tienes la respuesta.

            —Porque los presuntos delitos del anterior jefe del Estado, de carácter no enteramente privado en muchos casos, no habrían sido posible sin la complicidad, activa o pasiva, de los sucesivos jefes de Gobierno. Pedro Sánchez es él único libre de esa lacra. Por eso es el que se muestra más duro con ese señor (por llamarlo de alguna manera) y por eso el evasor evadido está seguro de que no le va a pasar nada: si cae él, si se le investiga en serio, cae un régimen del que, hasta hace unos años, nos sentíamos tan orgullosos.      

Domingo, 6 de marzo
NUESTRO BATMAN

De pronto, no sé por qué, me da por pensar que ese pasmado y atormentado Robert Pattinson en The Batman, la película de Matt Reeves, se parece mucho a un Felipe VI que al igual que él ha tratado de eliminar la corrupción en su democrático Ghotam sin conseguirlo. Un asesino en serie será más eficaz, al llegar donde la justicia no alcanza: un alcalde y un fiscal a sueldo de la mafia. La película tiene algo de la turbiedad de las pesadillas. Bruce Waine, el millonario que se disfraza de Batman, descubre que su venerado padre formaba parte de la trama, había mandado matar a un periodista a punto de publicar un oscuro secreto. La historia reciente de Gotham se basa sobre un gran éxito —la redada que acabó con el mafioso Sal Maroni— que no fue más que una farsa, y como la imaginación es libre a mí se me ocurre pensar en aquellos días de febrero que “salvaron” la democracia en España. El salvador de entonces, investigado por la justicia española (obligada por la europea), escapó a un país nada democrático mientras se le investigaba. Exonerado de mala manera, quiere volver a Gotham. El mundo al revés. Antes, cuando alguien era investigado, no podía salir del país y debía estar a disposición de las autoridades judiciales; ahora escapa  mientras se le investiga y pretende volver cuando sabe que nada tiene que temer.

            Veo una película y veo algo más que una película. La realidad supera en disparatada inverosimilitud a cualquier ficción. En este Gotham en que vivimos la corrupción voló tan alto tan alto que nadie podrá darle alcance. Ni nuestro Batman particular, con las manos no del todo libres por obvias razones familiares, aunque nadie le niegue las mejores intenciones.

Lunes, 7 de marzo
DEL NUEVO ARTE DE LA GUERRA

Cómo tirar piedras contra el propio tejado.

            Que yo me quede ciego con tal de que tú te quedes tuerto.

            Cuanto peor para mí, mejor.

Martes, 8 de marzo
ME EQUIVOQUÉ

Si rectificar es de sabios, yo muy sabio debo ser. Me paso la vida rectificando. Con lo de Ucrania me equivoqué por completo. No era Putin quien estaba jugando al gato y al ratón con Macron y con Biden, sino la OTAN quien le estaba tendiendo una trampa. Ucrania no podía llegar a ningún acuerdo, por muy beneficioso que fuera para ambas partes, porque se trataba de provocar a Putin para que invadiera el país y así convertirle en el malo de la película y justificar la militarización de Ucrania, con armas, mercenarios y dólares para convertirla en la bomba de relojería que más pronto o más tarde hará saltar por los aires la Federación Rusa. Así lo veo ahora, con los datos que tengo, lo cual no implica que no tenga que rectificar más adelante. A fin de cuentas, con las guerras, como con todo lo demás, pasa que hasta que no acaban no se sabe cómo acaban. Antes pensaba que sería un conflicto de corta duración: Ucrania (una nación sin Estado durante la mayor parte de su historia) se comprometería a ser neutral y Rusia retiraría sus tropas. Ahora creo que va para largo. Volvemos a una lucha entre el mundo libre y el imperio del mal, como en los tiempos de la guerra fría, aunque ahora caliente. Y con España enviando armas (tropas no, porque no son necesarias) a uno de los países en conflicto. Esperemos que, por lo menos, no las envíe gratis en concepto de ayuda humanitaria.

Miércoles, 9 de marzo
MEGALOMANÍAS MÍAS
 

Soy de lo más modesto, pero últimamente parece que se me nota poco. “A este paso —me dicen en la tertulia—, el único interlocutor que acabarás considerando a tu altura va a ser Dios. Y le dirás que no tiene ni idea, por supuesto”-

Jueves, 10 de marzo
LA BUENA CONCIENCIA

En el vestíbulo del Milán, el antiguo cuartel hoy Facultad de Filosofía y Letras, desde hace varios días se amontonan paquetes de comida para Ucrania. Al lado mismo, en la calle Murillo, hay colas ante unas dependencias parroquiales que reparten comida dos días a la semana para los necesitados del barrio: a ningún universitario se le ocurre aportar algo, por supuesto. De estos pobres españoles no se habla en los telediarios. ¿Tiene algún sentido enviar “arroz, pasta, cacao, azúcar, galletas” a la distante Ucrania o a Polonia o Rumanía donde se refugian los que huyen de la guerra? ¿Cuánto encarece esos productos el transporte? ¿No sería mejor, si fuera necesario, enviar dinero para que compren allí lo que les apetezca en el supermercado más cercano? ¡Qué lejanos los tiempos en que Unamuno decía que la Universidad era el templo de la inteligencia!

Viernes, 11 de marzo
CONFIEMOS

No salimos de una y entramos en otra. ¿Cómo crees que va a acabar esto?

Pues mal o muy mal, dentro de unas semanas o unos cuantos años. Todo depende de que se negocie con la cabeza fría lo mejor para ambas partes o que una de las partes, la que mejor maneja a la opinión pública, quiera aprovechar la ocasión para acabar con el imperio del mal. A la Gran Guerra fueron los soldados cantando y pensando que iba a acabar antes de Navidad. Confiemos en que el interés mutuo —los intereses creados— pueda más que la ideología y los malhechores del bien no nos hagan la pascua.

 


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