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Elogio de la cordura: Científicamente probado.

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Sábado, 6 de noviembre
PEQUEÑAS COSAS

“Enumera diez pequeñas cosas que hacen tu vida más feliz”, me preguntan en una entrevista a propósito de mi nuevo libro, Sin propósito de enmienda.

            Pues así, a bote pronto, y sin orden ni concierto, se me ocurren las siguientes: pasear por la orilla del mar un soleado día de otoño; abrir el buzón y encontrarme con un libro apasionante del que ni siquiera había oído hablar; debatir sobre las cosas que pasan con alguien inteligente y bien informado; acompañar al parque al pequeño Martín; desayunar en la terraza de un hotel contemplando los tejados y la cúpulas de una ciudad a la que llegué la noche antes y que todavía no conozco; el café y el periódico una mañana de domingo en mi cafetería favorita; terminar un trabajo, cualquier trabajo; solucionarle un problema a un amigo; desmontar las mentiras oficiales; cumplir la palabra dada.

Domingo, 7 de noviembre
IRRACIONAL O ESTÚPIDO

----Martín, ¿tú qué eres, irracional o estúpido? Quien dice que eres una cosa u otra no soy yo, sino nada menos que Antonio Damásio, director del del Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad del Sur de California y premio Príncipe de Asturias. Eres irracional o estúpido. Te leo sus declaraciones: “Si sabes que existe la posibilidad de que mueras y aún así decides no vacunarte, es que eres irracional o directamente estúpido. No hay vacuna contra la estupidez”. ¿Qué tienes que replicar?

---Con lo último, estoy de acuerdo: no hay vacuna contra la estupidez.. En cuanto a lo primero, vamos a analizarlo. Es un ejercicio que debería enseñarse en las escuelas: la práctica del pensamiento crítico, no fiarse de los argumentos de autoridad. “Si sabes que existe la posibilidad de que mueras…”. Hombre, Damásio, esa posibilidad –que más que posibilidad es una certeza--  existe, te vacunes o no. Aceptemos que es una manera de hablar. Lo que quiere decir es que existe la posibilidad de que mueras de Covid si no te vacunas y que no existe tal posibilidad si te vacunas. Pero las vacunas no te protegen al cien por cien. Los vacunados también se contagian y mueren de Covid. Aunque los periódicos tienen la consigna de no informar de ello, alguna vez se descuidan y lo hacen. ¿Es menor la probabilidad de que mueras si estás vacunado que si no lo estás? Eso nos dicen, pero yo no conozco ningún estudio serio al respecto. Difícil de hacer, por otra parte. Lo cierto es que la inmensa mayoría de los contagiados por Covid, estén vacunados o no, no solo no mueren o no necesitan hospitalización, sino que ni siquiera presentan síntomas. No doy cifras concretas porque están al alcance de todos los que las busquen sin dejarse engañar por los titulares periodísticos. Y te recuerdo que no doy opiniones, eso está prohibido en los ejercicios de análisis crítico. Debe basarse el razonamiento en datos compartidos y aceptados. Damásio, en esa entrevista, habla de vacunarse, como si hubiera una sola vacuna. Pero hay varias, que compiten entre sí, y parece que no todas igualmente eficaces, si hemos de hacer caso a las autoridades. ¿Es menos estúpido el que se vacuna con Pfizer o Moderna que el que se vacuna con AstraZeneca o con Jansen? Y no hablo ya de la vacuna rusa, avalada por científicos, pero no por la OMS, que es más una organización política que científica. En cualquier caso, no nos dan la posibilidad de escoger. Te toca la que te toca, aunque luego te digan que una de ellas –la más barata—“tiene indeseables efectos secundarios y por eso te vamos a poner la segunda dosis de otra mejor y las que nos sobran de la primera las mandamos a Costa de Marfil, que somos muy solidarios con los pobrecitos subsaharianos, como en tiempos del Domund con los negritos”.. Bueno, ahora estoy burlándome un poco, cosa que no debería.  “Si con las vacunas evitas la posibilidad de morir y si te vacunas evitas esa posibilidad”, pues cierto que es estúpido no hacerlo, a menos que tengas tendencias suicidas. Pero esas vacunas, aprobadas en un tiempo exprés, forzando al máximo todos los controles, pueden ser útiles para los grupos de riesgo, pero para el resto de la población resultan innecesarias. Yo propondría un reto a Antonio Damásio, que averigüe cuántos individuos sin enfermedades previas de entre 12 y 30 años han muerto de Covid y cuando han muerto por la vacunas contra la Covid. Se sorprendería. La progresiva extensión de la obligación de vacunarse contra la Covid –y con Pfizer o Moderna, que es donde está el negocio-- no obedece a una razón sanitaria, sino política y empresarial.

----¡Eres un antivacunas de libro, Martín!

----Un antivacunas raro. Mañana me vacunan contra la gripe, Lo hago desde que cumplí sesenta años y me va muy bien. Pero nadie me obliga a ello, ni directa ni indirectamente. Lo hago porque creo que me conviene. ¿Me convienen también esas otras vacunas que te permiten viajar a Estados Unidos (siempre que las acompañes de una PCR reciente que ni Biden se fía demasiado de ellas), entrar en un restaurante y otros privilegios? Yo prefiero tomar otras precauciones para reducir riesgos: evitar aglomeraciones, no usar mascarilla cuando no es necesaria, no tener encuentros íntimos con personas desconocidas, esas cosas. Ya sé que no hay seguridad total, pero tampoco la hay por mucho que te vacunes con tres, con treinta dosis o con las que la buena marcha de los negocios crea necesarias.

----¡Eres un negacionista de libro, Martín!

----Es que no puedo evitar no pensar. Yo creo que esa vacuna contra la estupidez, que Damásio cree que no existe, a mí me la pusieron nada más nacer.. ¿Sabes la cantidad de enfermedades que acechan a cualquiera, especialmente a quien pasa de los setenta años? Pues voy a decir una herejía (que no es tal, solo una obviedad), pero de todas ellas –cáncer, infarto, ictus y tantos etcéteras-- la que menos me preocupa es la de dar “positivo”.

Lunes, 8 de noviembre
LO MÁS CERCA DE LA FELICIDAD

¿Es posible tener nostalgia del presente? Borges en un poema declaraba tenerla de Islandia cuando aún estaba en Islandia. Yo me imagino en un futuro próximo, cuando se derrumben sobre mí todas las inclemencias de la edad que hasta el momento me han respetado, y ya siento nostalgia de estos días iguales que parecen pasar sin dejar huella, de estos días contemplativos y combativos, en los que no faltan los problemas, pero que quizá sean lo más cercano a la felicidad que no es permitido estar.

Martes, 9 de noviembre
VA A SER QUE SÍ

----¡A cualquier cosa llaman una elección democrática! Resulta que hay miles de votos por correo de electores con el mismo número de teléfono o de nacidos el mismo día, el uno de enero de 1918, o sea, con 103 años cumplidos.

            ----Eso ocurrió en Nicaragua, ¿no? Daniel Ortega es el mejor discípulo de Chávez a la hora de manipular elecciones.

            ----Pues no. Te leo el comienzo de la crónica que Iker Seisdedos, corresponsal en Washington, publica hoy en El País: “Los republicanos de Racine, condado de Wisconsin de doscientos mil habitantes entre Milwaukee y Chicago, descubrieron hace tres semanas veintitrés mil votos de las presidenciales de 2020 procedentes de electores registrados con el mismo número de teléfono. No solo eso. Había otros cuatro mil atribuidos a ciudadanos de 103 años nacidos el mismo improbable día: 1 de enero de 1918. Como Biden se llevó el Estado por veinte mil votos, al fin salían las cuentas de la conspiración”.

            ----¿Es cierto eso? ¿Le retiraron la victoria a Biden en ese Estado?

            ----Sigo leyendo: “La Comisión Electoral de Wisconsisn aclaró que la obligación de aportar un teléfono y una fecha de nacimiento dejó de ser efectiva hace tiempo y que al migrar las bases de datos muchos municipios con menos de cinco mil habitantes rellenaron los registros con cifras genéricas”.

            ----¿Eso pasó en Estados Unidos? ¡Eso no pasa ni en Nicaragua!

            ----Eso es lo que cuenta el corresponsal de El País, que se traga y quiere que nos traguemos la explicación de que poner como fecha de nacimiento a unos miles de votantes el 1 de enero de 1918 es “rellenar los registros con cifras genéricas”. Va a acabar resultando que las sospechas de fraude no eran simple paranoia. Pero me cuidaré mucho de comentar esto en público, que con aludir al negocio redondo de ciertas farmacéuticas ya me he ganado fama de conspiranoico. Tampoco investigaré quiénes son los más generosos donantes del Instituto del Cerebro y la Creatividad  que dirige alguien que se ha atrevido a llamarme irracional y estúpido porque pongo en cuestión los abusivos ingresos de determinadas empresas.

Miércoles, 10 de noviembre
CONTENIDO PATROCINADO

“Científicamente probado” era una muletilla que se repetía en los anuncios de televisión para que creyéramos que un detergente lavaba más blanco que otro. Ahora cualquier disparate (encierro de niños, cierres perimetrales, vacunación a los adolescentes contra una enfermedad que tienen escaso o ningún riesgo de padecer) se justifica de idéntica manera. Entonces se sabía que era publicidad, hoy no. Esas informaciones y entrevistas a científicos que nos llaman imbéciles o estúpidos porque no hemos perdido la costumbre de pensar por cuenta propia deberían ir acompañadas de la indicación “contenido patrocinado”, que es la manera elegante de decir que se trata de mensajes publicitarios.



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