EL MIEDO ES LIBRE
Por mi profesión, o afición, o como quiera que se llame, estoy acostumbrado a las amenazas. Más o menos desde 1975, desde que comencé a publicar Jugar con fuego, me he dedicado a comentar los libros de mis contemporáneos. ¿De cuántos habré hablado? De algunos miles, y bastantes de ellos, la mayoría, firmados por poetas.
Durante bastantes años, además de los libros que comentaba en letra impresa, me refería a muchos otros en carta particular. Tardé en aprender el arte de la mentira cortés, que ahora manejo tan bien como cualquiera. Quien haya tenido algún trato con poetas, o con alguna otra clase de escritores, sabrá la poca gracia que les hace el menor reparo. Y mi especialidad fue siempre poner el dedo en la llaga.
O sea, que estoy acostumbrado a los anónimos amenazadores. Pero a nada más. Nunca un poeta maltratado se acercó a agredirme físicamente, como a Umbral aquel día en el café Gijón.
Hasta hoy. Paseaba yo, a solas, por una de esas sendas perdidas que abundan en los alrededores de Oviedo. A pesar del empeño de las autoridades por impedirlo, sigo haciendo todo lo posible por cuidar mi salud.
Todos los días camino unas dos horas al aire libre. Es entonces cuando el cerebro me funciona mejor, y no solo la parte racional del cerebro: casi todos mis poemas han comenzado en esas caminatas. Antes me gustaban los barrios de las afueras, solitarios, con la melancolía del atardecer. Ahora me los han prohibido a no ser que me cubra la cara con un trapo que me dificulta la respiración. Antes también me gustaban los parques recién amanecidos o cuando se van quedando solos en las primeras horas del anochecer. Ahora están rigurosamente prohibidos a no ser que le ponga trabas a la llegada del oxígeno a mis pulmones. Están prohibidos aunque no esté legalmente prohibidos: el veto de la Consejería de Sanidad (¡de Sanidad, qué paradoja!) afecta solo a las vías públicas, pero la policía la aplica a cualquier espacio público.
Solo me quedan las sendas rurales para poder caminar a mi aire. Pero he de andar con cien ojos. En cuando veo de lejos a alguien, aunque sea solo una persona, tomo por un sendero lateral o me adentro en el prado: podría considerarse una “aglomeración”, que ya no significa lo que indica el diccionario sino –cito la Resolución del 14 de julio-- lo que determinen “las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y los órganos autonómicos y locales competentes”. Es la teoría de Alicia en el país de las maravillas: las palabras no tienen significado, significan lo que quien manda quiere que signifiquen.
Caminaba yo, aspirando libremente el aroma de la naturaleza, pensando vagamente en mis cosas, dejando que el ritmo se fuera llenando de palabras en mi cabeza, cuando en una especie de pradera, bajo un árbol, vi a un enmascarado haciendo flexiones. De inmediato me puse en guardia, y aunque estaba a cierta distancia, busqué un senda alternativa para no pasar a menos de cincuenta o cien metros. Daba miedo, la verdad: una máscara negra le cubría el rostro hasta el borde mismo de los ojos, que llevaba cubiertos con unas gafas negras.
Me vio y antes de que pudiera hacer nada vino corriendo hacia mí y me dio un empujón. Eché a correr sin presentar batalla. No me alcanzó: el miedo, no Red Bull, es quien te da alas. Pude comprobar además que, aunque estaba haciendo flexiones, era gordito y fofo, con más pinta de poeta que de deportista. Y vagamente creí reconocer en esa silueta a la de un poetastro al que yo había maltratado reiteradamente con mi silencio sobre su obra. Pero, si intenta darme una paliza, o me rompe la cabeza con una piedra, ¿cómo iba yo a describírselo después a la policía o señalarlo en una rueda de reconocimiento?
Pasear al aire libre, cuidar de la salud, se ha convertido en una actividad de alto riesgo. Uno de los episodios de Galdós se titula El terror de 1824. Yo voy tomando notas para un episodio nacional, que algún día se publicará, El terror de 2020. A unos, la mayoría, les aterra una enfermedad que va perdiendo virulencia; a otros, los pocos lúcidos, les aterran unas medidas de carácter político, no sanitario, presuntamente contra esa enfermedad, que van aumentando en virulencia y que no llevan trazas de desaparecer.
OTRO POEMA DE AMOR
Qué tardíamente llegas a mi vida,
amor, que ya ni en sueños esperaba.
Todo tiembla después de tu venida
y se derrumba lo que firme estaba.
Vuelvo a ser infeliz, vuelvo a estar triste,
a caminar por una selva oscura.
A tu embate tenaz nada resiste,
qué amarga se me torna esta dulzura.
Dulzura inagotable del ocaso,
de amigos libros y de ajeno mar
cuya orilla recorro paso a paso,
ya sin gana ninguna de embarcar.
¿A qué esta inquietud, este desvelo,
este infierno mejor que cualquier cielo?
EXILIO
Preguntado Sócrates sobre en qué momento un ciudadano debería pensar en abandonar su país, respondió:
----Cuando el gobernante toma medidas que ofenden a la inteligencia y la mayoría de los gobernados no se sienten ofendidos
VANIDAD
Preguntado Nietzsche sobre si no consideraba un acto de vanidad proclamarse la persona más inteligente del mundo, respondió:
----Eso no quiere decir que valore en mucho mi inteligencia, sino que valoro en bastante menos la de mis contemporáneos.
LIBERTAD
Preguntado Manuel Azaña sobre la libertad, respondió:
-----La libertad es como el aire, apenas si se repara en ella cuando se tiene; se echa de menos cuando empieza a faltar.
----¿Y entonces por qué tan pocos la echan hoy en falta?
-----Porque la mayoría respira por branquias.
HIJO
Preguntado Jesús de Nazaret sobre si en verdad era el hijo de Dios, respondió
----Yo solo sé que soy el hijo de María.
AMOR
Preguntado don Giovanni, tras vanagloriarse una vez más de sus “mille e tre” amantes, sobre qué era el amor, respondió:
----Aún no lo he probado.
SED
Preguntado San Juan de la Cruz por el amor, respondió:
----Es una sed que no se sacia por mucho que bebas.
SHAKESPEARE
Preguntado Shakespeare sobre si había escrito o no sus obras, respondió con otra pregunta:
----¿Ha escrito Dios la Biblia?
FELICIDAD
Preguntado Montaigne por lo que necesitaba para ser feliz, respondió:
----Un ángulo me basta entre mis lares, un libro y un amigo, un sueño breve que no perturben deudas ni pesares.
AMISTAD
Preguntado Ramón Gómez de la Serna por la amistad, respondió:
----Los amigos son como los paraguas, muy útiles cuando llueve y un engorro cuando no los necesitas.
ESCRIBIR
Preguntado Azorín por el arte de escribir, respondió:
----Ni una palabra de más ni una idea de menos.
ÉXITO
Preguntado Camilo José Cela por el éxito, respondió:
----Por mucho que se tenga, siempre sabe a poco.
FAMA
Preguntada Marilyn Monroe por la fama, respondió:
---Un rentable engorro.
LÁZARO
Preguntado Lázaro sobre si era mejor estar vivo o estar muerto, respondió:
----Lo mejor es no estar.
MUERTE
Preguntado Ángel González sobre si no le tenía miedo a lo que hay después de la muerte, respondió:
----Le temo a lo que hay antes.