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Colección particular: Venecias

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ESPEJO

Cuando se mira en el espejo de sus aguas, incluso la Venecia más decrépita se vuelve hermosa.

SOMBRA

La sombra de un ciprés, un muro de ladrillo, un cielo muy azul. Podían estar en cualquier vieja ciudad, pero el silencio que los rodea solo puede ser veneciano.

INVIERNO

Hay días de invierno en que Venecia se encierra en casa, se envuelve en niebla y no se deja ver.

CAMPANAS

En Venecia, cuando uno se siente feliz suenan a la vez todas las campanas.

PALOMAS

En el campo de San Giovanni e Paolo, las palmas juegan con el fiero Colleone, dan vueltas en torno suyo, se posan en su mano, en la cabeza del caballo, en su propia cabeza, pero él se lo consiente todo como un abuelo paciente a los díscolos nietos.

ENSOÑACIONES

Las ensoñaciones de un paseante solitario sostienen Venecia; cuando deje de soñarla, se hundirá en las aguas.

BATALLAS

En el silencio marino de los amaneceres venecianos, resuena el eco de todas las batallas perdidas.

ROSAS

La ventana abierta da al jardín, un jardín diminuto al que un alto muro separa del canal. ¿Sabrán las rosas que en él crecen que están en Venecia?

JARDÍN

Los ventanales góticos, lo único iluminado al otro lado del canal, dejan entrever el jardín del edén: un inmenso salón lleno de libros.

SOLO

Si no has estado solo en Venecia, no has estado en Venecia. Solo se muestra de verdad a quien no tiene ojos más que para ella.

ODIO

Los venecianos odian a los turistas como la paloma de Kant odiaba la resistencia del aire. Sin esa resistencia, la paloma no podría volar; sin los turistas, Venecia se hundiría en las aguas.

ENCARGOS

Los crepúsculos Venecia se los encarga a Paolo Veronese o a Tintoretto, pero los amaneceres son siempre de Giovanni Battista Tiepolo.

AMORES

En Venecia, todos los amores eternos duran una noche, salvo el amor a Venecia.

OTOÑO

En otoño, Venecia solo tiene ojos para sí misma.

ATARDECERES

Algunos atardeceres, acodado en el Ponte dei Mendicanti, contempla uno San Michele, con los cipreses asomando sobre el muro, y no sabe cuál es la isla de los muertos y cuál la de los vivos.

LEJOS

Cuando estamos en Venecia, nunca estamos del todo en Venecia. Solo estamos de verdad en ella cuando la soñamos lejos de ella.

ROBO

Una vez, en Venecia, en un hotel de cuyo nombre no quiero acordarme, quien yo creía que me había robado el corazón, me robó la cartera. El corazón no lo quería para nada y lo tiró a un canal.

CIRCULAR

Venecia es circular, como el universo: dos personas que parten en direcciones contrarias acaban siempre por encontrarse.

NOSTALGIA

Si estando en Venecia sientes nostalgia de Venecia, es que eres veneciano.

CAMINOS

Una vez, al preguntar una dirección en Venecia, el tendero me respondió: ¿Prefiere usted el camino más corto o il piu bello?

DECIR

¿Qué no se habrá dicho ya sobre Venecia? Y, sin embargo, lo más importante queda todavía por decir.

SECRETO

La Venecia más secreta está a la vista de todos.

PÉRDIDA

Los que viven en Venecia no sabe que se pierden lo mejor de Venecia.

SUEÑO

Una vez soñé que estaba en Venecia y que de pronto comenzaban a repicar todas las campanas hasta despertarme. Cuando abrí los ojos, las campanas seguían sonando y en el techo, por una rendija de la ventana, se reflejaban las aguas del canal.

ESCONDITE

A Venecia le gusta jugar al escondite. A veces das vueltas y vueltas por sus rincones más famosos y no eres capaz de encontrarla entre la multitud.


RELÁMPAGO

Todas las causas son causas perdidas,
todas las ciudades se hunden en el agua
del tiempo lentamente sin salvación alguna.
Todos los hombres matan lo que aman
para luego llorar sobre las ruinas.
No tienes más sustancia que la que tengo yo.
Tú también eres humo, sombra, polvo y nada,
un súbito relámpago
que aún no fue y ya ha pasado y sin embargo
no se termina nunca.

SIEMPRE

Un cedro y un ciprés, jazmines, tamariscos,
la pérgola y la parra y el rojo de esas flores
que tanto amaba Veronese. Al fondo
por una grieta entre los muros
cabrillea el agua del canal…
La fatigada luz de la tarde de junio
ha tomado posesión del jardín
y tantos años después ahí sigue, inmóvil,
apoyada en el brocal del pozo,
decidida a quedarse para siempre.

AMANECER

Me despertó la luz de la mañana,
súbita, inesperada, prodigiosa,
la luz exacta de aquel distante día
en que sonó un ‘fiat lux’ y nació entera
cuando aún no había ojos que la vieran
y nada más que ver sino ella misma.
En la ventana abierta sonreía,
se bañaba en las aguas del canal,
acariciaba tu cuerpo desnudo,
todavía dormido junto a mí.
Y en mis ojos había orgullo y pasmo,
los mismos con que Dios por vez primera
miró su obra y se admiró en ella.




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