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Revelación de secretos: Mis enemigos mejores

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Sábado, 9 de febrero
POR SI ME OLVIDA

Por si se me olvida, siempre hay algún amigo que, con las mejores intenciones, me recuerda las razones por las que soy un fracasado.
            ––Si no te metieras con todo el mundo, si cultivaras un poco más las relaciones públicas, tú ahora estarías publicando en los suplementos nacionales como Manuel Rico, en las grandes editoriales tipo Visor, ganando premios en Segovia y Melilla como Jaime Siles.
            ––Y me jubilaría como catedrático y no como un modesto profesor titular, ya lo sé. Pero ya es muy tarde para cambiar. Tendré que resignarme.
            (Para conservar amigos, mejor que le consideren a uno un fracasado. Yo me creo, pero esto me cuido mucho de decírselo a nadie, lo más parecido a un triunfador: alguien que está exactamente en donde quiere estar.)


Domingo, 10 de febrero
RELATO FIEL

En un puesto del Fontán, encuentro las Memorias de un aparecido de Pedro de Répide, un olvidado escritor que fue cronista de Madrid y fantaseaba una veces con ser hijo de Isabel II y un guapo clérigo que luego llegaría a obispo (de la exreina, muy jovencito, fue secretario en París) y otras con descender de la última reina de Chipre.
            Memorias de un aparecido, que lleva el subtítulo de “Relato fiel del sangriento drama español. Madrid 1936-1937”, se publicó por entregas en un diario de Caracas, La Esfera, entre agosto y noviembre de 1937. Comienza bien: “Soy como Orfeo que vuelve del infierno. No descendí a él por mi gusto ni ha habido Eurídice que perdiera, como no fuesen España y mi propia ventura”. En seguida, descarría y el relato de la peripecia del autor se difumina entre páginas y páginas de propaganda franquista –y ferozmente antisemita--, que es dudoso que fueran escritas por un recién escapado de la España republicana.
            Poco después de publicarse en el periódico, se reunieron en libro estas Memorias de un aparecido que no se reeditaron hasta cuarenta años después, en 1977, por una editorial de extrema derecha, Vassallo de Mumbert, que trataba de que no se olvidaran los desmanes republicanos en un momento en que comenzaban a sacarse a la luz los crímenes del otro lado (otros cuarenta años después todavía siguen la mayoría de ellos en las cunetas).
            Al final del volumen, se resumen los principios editoriales, más o menos los mismos que hoy defiende las derechas sin complejos que se manifiestan en la plaza de Colón: “Sentimos el orgullo de ser españoles y cargamos con todo el bajel de nuestra historia. Defendemos, a costa de lo que sea, la unidad de nuestra Patria. Los derechos y reivindicaciones de la mujer deben ser considerados de tal forma que se ajusten a su función y condición, para que no se salga del lugar en que el varón siempre la tuvo entronizada como esposa y como madre”.
            No se ha vuelto a reeditar este libro, del que hay abundantes ejemplares a muy poco precio en Internet. No interesó a nadie, cumplida su labor propagandística (pero no dejan de resultar curiosas su versión del asesinato de Lorca o sus andanzas por los cines de Barcelona). El autor era un converso, tenía un pasado republicano que en sus presuntas memorias ignora; era, además, notorio homosexual, mala cosa en aquella España.
            El libro termina en Tánger y no nos cuenta por qué, en lugar de volver a la España nacional que tanto admiraba, se marchó a Venezuela (allí, en el 43, fue acusado de agente de Hitler). Quizá los sublevados le preferían lejos, contrarrestando en América la propaganda republicana. Solo volvió para morir, en 1948, olvidado de todos.
            Las patrañas propagandísticas envejecen pronto, pero unas memorias verdaderas interesan siempre. Lástima que Pedro de Répide no escribiera las suyas: tenía mucho que contar.


Lunes, 11 de febrero
ANTIHOMENAJE

Un querido y admirado compañero se jubila el próximo año y hoy me entero de que se le está preparando un homenaje, al que me sumo.
            El año que viene me jubilo yo y mucho me temo que no tendré ocasión de ejercitar mi conocida modestia rechazando cualquier tipo de celebración; seguro que a nadie se le ocurre semejante idea.
            Un convencional homenaje no me gustaría, la verdad. Pero ¿y un antihomenaje? ¿Y un libro en el colaboraran mis enemigos mejores, esos con los que llevo discutiendo treinta o cuarenta años.
            No serían muchos, me temo. Los buenos enemigos son tan escasos, o incluso más, que los buenos amigos. Pero, pocos o muchos, lo cierto es que resultaría un volumen mucho más divertido que esos otros llenos de convencionales elogios que no se cree nadie y que siempre apestan un poquito a anticipadas pompas fúnebres.
            Si yo fuera el coordinador de ese volumen (no podría serlo, debería resultar una sorpresa para mí), invitaría a colaborar a Andrés Trapiello, a Miguel d’Ors, a Juan Bonilla, a Francisco Brines (o en su defecto a Vicente Gallego), a Jon Juaristi, a Juan Manuel de Prada… La verdad es que, salvo Miguel d’Ors (que me considera una reencarnación del demonio), el resto no sé bien si son enemigos o amigos o las dos cosas, alternativamente, según el tono de la última reseña que les haya dedicado.
            Yo, debo reconocerlo, aprecio más a mis enemigos literarios que a los presuntos amigos que dejan de serlo en cuanto no les devuelves el interesado elogio.


Martes, 12 de febrero
CONTRAPROGRAMACIÓN

¿No podría haber alguien que se ocupe de organizar la actualidad política para que no se solapen los acontecimientos? ¿Cómo es posible que en el mismo día el Tribunal de Orden Público comience el proceso contra el independentismo, se debatan los presupuestos y conozcamos que el incendio del edificio Windsor fue obra del comisario Villarejo –solo le falta haber intervenido en el asesinato de Prim-- por encargo de un conocido banquero para ocultar no sé qué fechorías?
            La historia de España se ha convertido en una gran superproducción, o mejor, en una telenovela venezolana (nunca mejor dicho). Permanezcan atentos a la pantalla. La retransmisión es en directo.


Miércoles, 13 de febrero
CAFÉ CON LIBROS

Me insiste semana tras semana Abelardo Linares, editor de mis diarios, en que no hable de política, que eso es lo que más envejece. Cuando iba apareciendo, semana tras semana, Hablando claro, el tomo que está a punto de publicar, me decía: “Habla de libros, habla de libros, deja de hablar de los catalanes. Ya ves, se aplicó el 155 y se acabó el problema. ¿Quién se va a acordar dentro de un año de Puigdemont y del procés?”
Nadie, profético Abelardo, ya lo estamos viendo.
            Un viejo suplemento del ABCque traía una reseña de Rafael Conte hablando de Café con libros ha despertado mi curiosidad por esa obra, que tenía olvidada. No la encuentro por casa y Marcos Tramón me la llevó esta tarde al Vetusta. Contiene una serie de conversaciones, de tertulias más o menos imaginarias, que se fueron publicando en La Voz de Asturias entre 1985 y 1986. Algunos contertulios, que no aparecen con su verdadero nombre, se mencionan en la nota preliminar: “Javier Almuzara, enamorado de Mozart y Chaplin, que con no hacer nada tiene ocupación bastante; Marcos Tramón, profesional del pesimismo, virtuoso de la apatía, devoto de Pavese, y Martín López-Vega, que duerme con la maleta bajo la cama, siempre a punto para emprender un viaje a El Entrego, a Estrasburgo o al fin del mundo”.
El retrato sigue siendo bastante exacto, salvo que Almuzara ha abandonado su indolencia y ahora está en continua ebullición creativa, entre la música y la literatura. Martín López-Vega, que siempre quiso ser un poeta chino, prepara las maletas para Pekín.
            En Café con libros se habla, como su nombre indica, de libros, de docenas y docenas de libros, pero también, como en cualquier tertulia que se precie, de la actualidad política. Entonces la derecha, para desbancar a Felipe González, decidió vestirse con piel de cordero. El aspirante, José María Aznar, leía a Azaña y a Cernuda y con Jordi Pujol hablaba catalán en la intimidad. Los comunistas defendían la teoría de las dos orillas, tanto monta monta tanto González como Aznar, pero contra quien arremetían era contra el primero. La derecha seducía entonces por el centro y por la izquierda, por cierta izquierda exquisita que se decía cansada de la corrupción. Recuerdo una comida de los profesores del Departamento de Literatura. En la discusión sobre política de la sobremesa, uno de ellos, ya un poco cargado de copas, me llamó “ladilla socialista” (yo entonces era un decidido partidario de González, ¡lo que cambian los tiempos1) y declaró que él, que siempre había votado comunista, en las próximas elecciones, que no tendrían más remedio que anticiparse, iba a votar a Aznar. A ese habilidoso y ágrafo catedrático, ya jubilado, me lo encontré el pasado domingo en el Fontán. Me ha invitado a visitar su biblioteca en Castropol.
            Ahora al parecer las elecciones no se ganan por el centro y la moderación, sino por la extrema derecha. Los referentes ya no son Cánovas y Maura, sino un Blas Piñar puesto al día por Bolsonaro.
            No me parece que las referencias políticas en un diario envejezcan más que las literarias. A mí me gusta dejar constancia del tiempo en que vivo, no solo de los libros que leo. Y tomar partido.
            ----¿Y qué va a pasar ahora que, entre unos y otros, han logrado echar por fin a Pedro Sánchez?, me pregunta Marcos.
            ----¿Tú crees que le han echado? Yo no estoy tan seguro. Sospecho que los Casado de Abascal (el otro triunviro es cada día más irrelevante) venden la piel del oso antes de cazarlo. Ahora tendrán que ganar las elecciones. Sánchez no es como Rajoy: no basta una patadita en el trasero para mandarlo a casa y a sus labores.


Jueves, 14 de febrero
ME REGALAN FLORES

Hoy, al llegar a mi despacho en el Milán, me encuentro con un ramo de flores, como si fuera yo una cantante de ópera. El sobre que lo acompaña solo indica, tras mi nombre, “Flores para ti”. ¿Quién será este anónimo admirador o admiradora?
¡Y en el día de San Valentín! Es como para echarse a temblar. Sobre todo teniendo en cuenta que, desde hace más de veinte años, recibo una o dos cartas semanales cartas por correo postal (y a veces con sello de urgencia) que rompo sin abrir. Al principio eran anónimas, luego no.
            En fin, que la realidad imita a las malas novelas. Y en mi caso a las malas novelas de hace cien años.



Viernes, 15 de febrero
NO ENTIENDO NADA

La Carga de la Brigada Ligera contra los pacíficos votantes, el antipático discurso real, la prisión preventiva permanente, el altavoz mundial de un proceso prendido con alfileres jurídicos, el sainete de la acusación popular con su gomina y su asociación de malhechores, la aplicación perpetua del 155 como única solución…
No sé, pero me da la impresión de que los partidarios de la unidad de España no han tomado una medida que no sea un hachazo que ahonda un poco más la grieta entre España y Cataluña. Todavía no es un abismo insalvable, pero ya les queda poco para conseguirlo.
            Claro que, a lo mejor, estoy equivocado. Ya se sabe que yo de política no entiendo nada, como me repiten cada día mis amigos y mis enemigos mejores.




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