Quantcast
Channel: Café Arcadia
Viewing all articles
Browse latest Browse all 705

Sin trampa ni cartón: Listos para resucitar

$
0
0

Sábado, 1 de octubre
EN ESTADO DE SHOCK

Me voy a la cama en estado de shock. ¿Puede un partido de izquierdas desear tanto que gobierne otro de derechas que para conseguirlo sea incluso capaz de suicidarse? A ningún novelista se le ocurriría una hipótesis tan retorcida, pero la realidad no necesita ser verosímil.
            Y lo peor de todo es que el puñal homicida no lo empuñó un oscuro y resentido Yago oculto en el aparato del partido, sino Javier Fernández, un político gris y sin carisma alguno (todo lo contrario que su antecesor, el torbellino Areces), pero que que parecía serio y responsable; un político al que yo voté en las últimas elecciones autonómicas. ¿Cómo voy a atreverme a salir mañana a la calle sin que se me caiga la cara de vergüenza?


Domingo, 2 de octubre
TOMO UNA DECISIÓN

Este domingo ha ocurrido algo excepcional, algo que no había ocurrido ningún domingo desde mayo de 1976: este domingo no he comprado El País. Soporté, como pude, su apoyo a los golpistas de Venezuela (lo soporté saltándome las noticias y los editoriales sobre ese país); no me creí –me reía de ella– su insistente campaña a favor de Rajoy. No me la creí yo, pero se la creyeron todos los tontos útiles de la izquierda, entre ellos los más útiles de todos: un puñado de dirigentes del PSOE.
            He dejado de comprar El País y me imagino que estos días no habré sido el único. Pero seguro que a nadie le habrá costado tanto hacerlo. Como mi admirado Sheldon Cooper, nada me disgusta más que alterar mis costumbres.



Lunes, 3 de octubre
KAKANIA

Como en la Kakania de Karl Kraus, la situación podrá ser desesperada, pero no es seria. Yo me consuelo con los versos de Vicente Gaos: “La política es dura / y no hay consuelo. / Saca el pañuelo, / literatura”.


Martes, 4 de octubre
CALVIN KLEIN

Dos horas de clase. Termino sonriente y feliz. Hablar del sentimiento trágico de la vida y de Unamuno está muy bien, hablar de Antonio Machado y de la guerra civil es uno de mis temas favoritos, lo mismo que ocuparme de la ironía en la poesía de Ángel González, pero hoy nos hemos ocupado de perfumes, vaqueros y calzoncillos.
            La asignatura se denomina “Literatura y publicidad” y en las clases prácticas analizamos poemas de transfondo publicitario. Hoy le ha tocado el turno a uno de María Victoria Atencia, “Ivoire, de Balmain”, y a dos de Ana Rossetti, “Chico Wrangler” y “Calvin Klein, underwears”.
            Nos ocupamos de endecasílabos y heptasílabos, de cesuras y hemistiquios, pero también de muchas otras cosas:  Marilyn Monroe y las gotas de Chanel Nº 5 que era lo único que se ponía al acostarse, por ejemplo. María Victoria Atencia comienza a escribir en 1950, en pleno franquismo; Ana Rossetti en 1980, en los años de la movida. María Victoria, en su poema publicitario, nos habla de majestad, sabores de espesura y otras delicadas connotaciones de un perfume que anuncian enjoyadas señoras con pamela (hoy resulta muy vintage); Ana Rossetti, del vaquero con el cigarro en la boca y “unas perfectas piernas / dentro del más ceñido pantalón” que la incita desde el cartel publicitario: por primera vez es una mujer quien se manifiesta gozosamente afectada por el erotismo de la publicidad.            
            De estos poemas, mi preferido es el dedicado a Calvin Klein. En la pantalla del aula, vemos la imagen publicitaria que se lo sugirió y también los anuncios de Wrangler (“Resiste si tú resistes”). El poema de Ana Rossetti tiene algo de adivinanza, al igual que tantos versos de la “Soledad primera” gongorina. Lo rústicos reciben como regalo “una de esas aves / cuyo lascivo esposo vigilante / doméstico es del sol nuncio canoro / y de coral barbado, no de oro, / ciñe, sino de púrpura, turbante”.
            La solución a esa adivinanza es que les regalan una gallina. Ana Rossetti quisiera ser “nevada arena / alrededor de un lirio”, “flor de algodonero que en su nube ocultara / el más severo mármol travertino”, “suave estuche de tela, moldura de caricias”, “redondos capiteles” y otras cosas igualmente exquisitas. Utiliza la técnica gongorina de aludir y eludir el nombre de las cosas: lo que quisiera ser, y deja que adivinemos la prosaica palabra, son unos calzoncillos Calvin Klein (el príncipe Carlos quería ser otra prenda de uso más íntimo de su amada Camila).
            ¡Y aún hay quien dice que dar clases es un trabajo monótonamente aburrido! ¡Quién me iba decir a mí, profesor de literatura, que terminaría hablando de perfumes, vaqueros y calzoncillos!


Miércoles, 5 de octubre
MI FRUSTRACIÓN PREFERIDA

“Vives lleno de frustraciones, por eso eres tan agresivo”, me reprocha un amigo. Tiene toda la razón. Y una de ellas es la de no haber sido todavía padre. Lo comentamos en el Vetusta con Marcos Tramón, Aurora Luque y Carlos Marzal. “Pues a mí ser madre no me hizo demasiada ilusión”, dice Aurora. “En cambio, ser abuela…”
            La miramos sorprendidos: los sensuales versos que sigue escribiendo no hacen imaginar esa condición. “La verdad es que de estas cosas no me gusta hablar, pero os voy a mostrar algo, ya veréis qué maravilla”. Se trata de un vídeo en el que baila su nieto, que aún no ha cumplido los dos años.
            “Ten un nieto, no un hijo”, me aconseja Aurora. “Se disfruta más. Los padres están demasiado preocupados con criarle y educarle. Los abuelos no tienen más obligación de mimarle”.
            Pero a mí lo que me gustaría tener ahora es un hijo, como mi envidiado amigo Cristian David López; para el nieto ya habrá tiempo dentro de veinte o treinta años.


Jueves, 6 de octubre
ELECCIONES YA

Dada la situación, durante las deliberaciones del premio Emilio Alarcos hemos hablado más de política que de poesía. Todos estamos de acuerdo, como medio país y el entero electorado socialista, en que lo ocurrido resulta incomprensible. Yo descargo, como vengo haciendo estos días, toda mi indignación contra Javier Fenández, que para mí se ha convertido en el símbolo de la vieja política marrullera.
            “Llamazares piensa romper el pacto si se abstienen en la investidura de Rajoy. ¿A ti que te parecería?”, me pregunta García Montero. “¡Me parecería perfecto! Al traicionar a los votantes ha quedado deslegitimado para presidir el gobierno de Asturias”, le respondo. “No te metas tanto con él –me dice Chus Visor–, es el que menos culpa tiene. Si le han puesto a dar la cara, y él ha accedido, es solo porque es el más tonto”. “Yo me siento un comunista huérfano de Partido”, dice García Montero. “Pues anda que yo…”, le respondo.
            Pero yo nunca he militado en ningún partido. Solo soy un votante, eso que algunos creen tan manipulable con una eficaz campaña en los medios. Pero un votante humillado, como un animal herido, es una bestia peligrosa. Lo vamos a ver en las siguientes elecciones, que no deberían tardar mucho.
            “No habrá terceras elecciones. Al PP no le conviene que se hunda el PSOE y toda la izquierda quede en manos de Podemos”, aventura García Montero.
            “Yo no sé si las habrá. Dado el tremedal en que nos encontramos creo que nadie puede aventurar nada. Pero, si las hay, a mí no me importaría que se hundiera el PSOE, que desapareciera incluso del parlamento, como el partido de Rosa Díez. Para resucitar, hay primero que morir. ¿Y a dónde irían los votos de los socialistas? Unos a la abstención, otros a Podemos y la mayoría, o eso quiero imaginar yo, a una agrupación de electores, Socialismo del siglo XXI, que habría que comenzar a organizar ya”.
            “No me parece mala idea. Pero desengáñate, si hay ahora elecciones, el PP obtendría la mayoría absoluta”.
            “Pues yo prefiero que tenga mayoría absoluta, si así lo deciden los españoles (que no creo) a que gobierne como si la tuviera gracias a los apoyos puntuales del PSOE cautivo y desarmado de Javier Fernández”.


Viernes, 7 de octubre
ME PROTEGES

Durante la cena que sigue a la entrega del premio Alarcos del pasado año, hablamos de fútbol –yo polemizando burlonamente, según costumbre, con Marzal y Visor– y de política; Ioana Gruia, la ganadora del premio, se aburre.
            Tenía diez años cuando la ejecución de Ceaucescu. Recuerda perfectamente las brutales imágenes emitidas por televisión. Yo también las recuerdo. Tuvo algo de tragedia griega, de rito expiatorio.
            Y lo más curioso es que la bestia negra de Ceaucescu había sido durante décadas el mirlo blanco del comunismo, el ejemplo a seguir que nos proponían Carrillo y tantos otros. Hablamos del libro encomiástico (y quizá el mejor de los suyos), Sendas de Rumanía, que le dedicó Clara Janés. No conoce Ioana otro de Miguel Ángel Asturias, Rumanía, su nueva imagen, publicado en 1964. Pocos obras producen tanta vergüenza ajena: no solo por los malos versos (“Vergel de suelo de oro” le llama a Bucarest en un soneto lleno de rosas y “esencias nemorosas”), sino sobre todo por la prosa mazorral, copiada de algún folleto propagandístico, de la mayoría de los capítulos.
            ¡Por qué poco se venden los escritores! Unos meses de estancia en un balneario parece ser todo lo que recibió el Premio Nobel por esta podredumbre encuadernada. Claro que menos será el pago que recibirá Javier Fernández –ni siquiera las treinta monedas de Judas– por apuñalar al PSOE.
            “¡Estás obsesionado con él!”, me interrumpe Josefina Martínez. “Yo le conozco bien. Es un hombre honesto”.
            “No lo dudo. De lo que no hay duda es de que es un completo inepto”.
            Ioana Gruia calla, sonríe, y nos mira con resignada paciencia. Desde que los leí por primera vez, se me han quedado en la memoria los versos que dedica a su hija recién nacida: “Busco tu mano en la noche, / tu minúscula mano, / tu mano de bebé, talismán mío, / para escapar de oscuros pensamientos”.
            Ojalá pudiera yo alguna vez hacer lo mismo: “Y ya no tengo miedo. Me proteges”.



Viewing all articles
Browse latest Browse all 705

Trending Articles