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Coraje y alegría: Obviedades y paradojas

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Domingo, 1 de octubre
PARA NO VOLVER

A la salida del Filarmónica, donde he asistido a la inauguración del ciclo de cine Radar, me encuentro con un amigo, que nota que salgo con cara de pocos amigos.

            ---No te ha gustado la película, ¿verdad?

            ---No se trata de gustar o no, sino de que no entiendo que alguien pueda poner dinero para hacer una cosa así.

            ---Pues el director, Chiqui Carabantes, tiene cierta fama.

            ---Sí, y parece un buen profesional. Sin duda sabe dónde poner la cámara y dirigir a los actores. El problema es que también se empeña en ser autor, en contar historias propias. Y eso, Woody Allen o quizá Almodóvar, que ni siquiera Hitchcock se atrevía. El cine, el cine que uno ve en las salas de cine o en su casa, el cine comercial, es como el teatro un género literario.

            ---Desbarras, Martín. El teatro hace tiempo que ha dejado de serlo, salvo quizá en casos como el de Mayorga, y el cine nunca lo ha sido.

            ---Una película, al menos una película de las que aspiran a tener público no de las que andan de festival en festival, es, en primer lugar, un texto escrito. Alguien ha imaginado una historia y la ha puesto en papel (o en un archivo del ordenador) palabra tras palabra. Luego intervienen muchos otros profesionales, pero sin unos buenos cimientos nada se sostiene.

            ---Exageras la importancia del guion. A veces sirve solo para el lucimiento de los actores o para el más difícil todavía de los efectos especiales.

            ---Es posible. Nada de pretendo dogmatizar. Pero La fortaleza, la película que acabo de ver --producida, según parece, por una plataforma, Skyshowline, a la que no le arriendo la ganancia si sigue con tan buen ojo--, pretende contar una historia. Varios personajes quedan encerrados en una mansión más o menos misteriosa y han de resolver un misterio, como en tantas novelas policiacas inglesas o en Puñales por la espalda o Misterio en Venecia. Lo que hace Chiqui Carabantes con ese tópico es lo que haría un chico de catorce años (o menos si es algo espabilado). Pidió ayuda a otros guionistas, pero no parece que le sirvieran de mucho. Según avanza la película, no sabemos que es mayor si el aburrimiento o la vergüenza ajena.

            ---Podías haberte marchado. A fin de cuentas no habías pagado entrada. Eso corre a cargo del presupuesto municipal.

            ---Quería ver como se desenvolvía el director en el coloquio. Parecía un buen tipo, se quejaba de algunas limitaciones presupuestarias, no era consciente del bodrio.

            ---¡Cómo iba a serlo! Estaría orgulloso.

            ---Más extraño es que tampoco fuera consciente el director de Radar, que da la impresión de saber de cine. Te cuento. Cinco hijos, casi todos bastante impresentables, se enteran de que ha muerto el padre, al que hace tiempo que no ven, y corren hacia la mansión familiar para recoger la herencia. Les recibe un notario, disfrazado de notario, que les informa de que han de pasar una serie de pruebas, entre ellas celebrar la Navidad, aunque no sea Navidad, y encontrar el cadáver del padre y enterrarlo en un lugar preciso de la finca y en un ataúd de madera de abedul que también han de encontrar. La historia, por cierto, ocurre en nuestros días y en un caserón que está en las afueras de Almendralejo. ¿Pero cómo se puede esconder un cadáver? ¿No es eso un delito? ¿No deberían ir a la policía para denunciar la desaparición del padre? ¿Y qué notario es ese que al parecer se presta a esconder un cadáver bajo una mesa y a rodearlo de hielo? Disparate tras disparate hasta el disparate final. por cierto, no se habla de que el padre haya dejado dinero, sino solo un caserón que no parece fácil de mantener.

            ---¿A qué aplaudieron al final?

            ---Por supuesto.

            ---Siempre lo hacen, incluso en las películas más infumables.

            ---Y alguno hasta intervino en el coloquio felicitando al director. ¡Qué tragaderas tiene la gente! Pero solo cuando es gratis (lo de gratis es un decir, a cargo de los contribuyentes). Nadie pagaría por ver eso.

Lunes, 2 de octubre
QUIÉN SOY YO

Un poquito más de media España está ilusionada con la formación del próximo gobierno de España, mientras que un poquito menos de medio país está escandalizado y armando todo el barullo posible (son menos, pero gritan más). Parece que ya han agotado todas las grandes palabras: ¡Traición! ¡Indignidad! ¡Felonía!

            Yo soy de los más ilusionados. El "a por ellos" primero y luego los juicios contra los independentistas siempre me parecieron un borrón en la reciente historia de España. Pero quién soy yo para hablar de política. Por eso casi nunca lo hago. 

Martes, 3 de octubre
A NADIE MÁS

De vez en cuando algún amigo desconsolado ha venido a llorar sobre mi hombro, pero yo no tengo un hombro sobre el que llorar. Soja demasiado orgulloso para contar mis penas a nadie, salvo al psicoanalista imaginario que visito en las noches de insomnio. Es a él a quien le cuento la relación destructiva en la que ando enredado. A él, y a nadie más.

Miércoles, 4 de octubre
ZENÓN

"Zenón de Elea puso de manifiesto que ni el espacio ni el tiempo podían dividirse indefinidamente. El atlético héroe Aquiles jamás alcanzaría a la parsimoniosa tortuga", leo al comienzo de un artículo de un catedrático de Física Atómica.

            Llevo el artículo a la tertulia de los miércoles. "Pues a mí me parece que es exactamente lo contrario, que si Aquiles no alcanza a la tortuga a la que ha dado unos metros de ventaja es porque para ello ha de atravesar primero la mitad de esa distancia, luego la mitad de la mitad y así indefinidamente".

            Se burla Enrique Bueres: "¡No te basta con llevar la contraria a los catedráticos de Derecho Constitucional, ahora te atreves con los de Física! Eres incorregible, Martín".

            Pide ayuda José Cereijo a la Wikipedia: "Aquí dice que Zenón quiere demostrar precisamente lo contrario de lo que parece afirmar. Si el espacio fuera divisible, Aquiles no alcanzaría nunca a la tortuga, pero como la evidencia nos dice que la alcanza de ahí deduce que el espacio no es infinitamente divisible".

            "Exactamente, lo contrario de lo que afirma el catedrático", digo yo.

            Debo reconocer que nada me gusta más que tener razón, tenerla de verdad, no parecer que la tengo a base de sofismas y citas de autoridad. Nada me gusta más, pero no me gusta menos rectificar cuando no la tengo.

            --Pues yo no te veo rectificar nunca.

            --Es que pocas veces me dais motivo para ello.

Jueves, 5 de octubre
OBVIEDAD

Dice cosas muy sensatas Javier Cercas a propósito del catalán en uno de sus últimos artículos, pero se le escapa un disparate de esos que a mí me gusta tanto subrayar porque muestran un punto ciego en una mente por lo demás brillante: "El uso del catalán nos interesa a todos, pero sobre todo a quienes somos contrarios a la secesión; la lengua es el arma más poderosa para conseguirla, pero no se desactiva inutilizándola (cosa inmoral además de imposible), sino utilizándola para bien (para unir diciendo la verdad) y no para mal (para dividir contando mentiras)".

            Cercas, Cercas, ¿pero en serio crees que ser independentista supone dedicarse a decir mentiras y ser españolista a decir verdades? Que Cataluña forme parte del Estado español tiene sus ventajas y sus inconvenientes para Cataluña, lo mismo que lo contrario. Una opción política u otra depende de las decisiones de los ciudadanos, como la de elegir entre un régimen monárquico o republicano. Otra cosa es que el cambio no resulta fácil y pesen los intereses creados y las inercias históricas; conviene pensárselo mucho antes de dar el paso. Pero afirmar que el secesionismo es malo por naturaleza –antes el de Cuba y España o Irlanda y el Reino Unido, ahora el de Kosovo y Serbia oCórcega y Francia-- no parece una opinión racional. Igualmente moral es unirse que separarse e igualmente inmoral obligar a unirse que a separarse.

Viernes, 6 de octubre
PARADOJA

El azar me pone en las manos un libro muy conocido, según veo luego en Internet, pero del que yo no había oído hablar. Lo traduce y prólogo Gregorio Marañón. A algunos les extrañará, afirma, "que sea yo el que alabe y presente este libro, centelleante como una llama, en el que cuenta su vida, la de fuera y la de dentro, un hombre cuya trayectoria social está separada de la mía". Su gesto es "una lección que necesitan, ante todo, si el mundo ha de marchar por buen camino, los que se creen, sin serlo, liberales". Para Marañón, "el hombre que piensa de otro modo es como uno mismo y como cualquier otro que tenga los ideales que le plazca". Para traducirlo ha pulido, "como el oro en que se va a engarzar una esmeralda", su más alado y más noble castellano.

            Ese hombre que piensa de otro modo es León Degrelle, condenado a muerte en su país, refugiado en España, nunca arrepentido, muy activo colaborador de todos los movimientos neofascistas de la posguerra. Y su libro, Almas ardiendo, un hermoso ejemplo de prosa poética.


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