Quantcast
Channel: Café Arcadia
Viewing all articles
Browse latest Browse all 705

Elogio de la cordura: A cara descubierta

$
0
0

  

Sábado, 16 de abril
CÓMO DEFENDER LA DEMOCRACIA

París, agosto de 2014. Las casas ocupadas por alemanes son devastadas, saqueadas. Las fábricas, los talleres alemanes arrasados, destruidos de arriba abajo. Todas las sucursales de la lechería Maggi han sufrido la misma suerte. Había en París un número enorme. La gente se reunía, penetraba en las tiendas después de hundir las puertas y empezaba por llevarse, regodeándose, la manteca, los huevos, la leche; luego, las sillas. Lo que no podía ser llevado con facilidad se arrojaba al fuego. Se destrozaba el mostrador, se hacían añicos los vidrios y cuanto colgaba de la pared era arrancado. No se dejaba ni un clavo, ni siquiera los goznes de las puertas. Mientras unos demolían, hiriéndose las manos, cortándose con pedazos de vidrio en su furia destructora, otros, en la calle, prendían fuego a los objetos saqueados. Me acerqué alguna vez y pregunté el objeto de tanta destrucción: “Pero, señor, ¿no sabe usted que es una compañía boche y que han puesto gérmenes en la leche? Esta mañana murieron catorce niños en el barrio y cuarenta en el de Avron. ¡Envenenan la leche para matar a los franceses, señor!”

            La estupidez y la brutalidad populares se habían monstruosamente hipertrofiado. Los periódicos hablaban de espías, de casas enemigas con armas, con sistemas de comunicación. Se empezó a defender la patria cazando a los espías. ¿A los espías solamente? A los alemanes, a las alemanas, aunque tuvieran niños en brazos. Los han matado en plena calle, a patadas, a puñetazos y bastonazos, a paraguazos, con alfileres de sombrero. Se veían espías por todas partes. La menor palabra contra la guerra, la menor descortesía real o supuesta bastaba para lanzar la acusación y en el acto los transeúntes, electrizados, se lanzaban sobre el acusado, sin darle tiempo a defenderse.

            No sabía yo quién era Gastón Leval cuando comencé a leer El prófugo. No pude dejarlo hasta terminar. El autor tenía dieciocho años en 1914, venía de una infancia difícil, militaba en el anarquismo, vio cómo todos los que se oponían a la guerra acabaron partiendo hacia ella alborozados. Él no, él pasó clandestinamente a España, luego a Argentina. En el prólogo de esta verdadera historia —se publicó en Valencia en 1935— declara orgulloso: “Hasta ahora tenemos un gran número de relatos escritos por soldados convertidos al pacifismo después de haber asesinado copiosamente en la guerra. Pero no conozco nada de los que no quisieron ir por convicción, obedeciendo a un ideal superior a los intereses y a las tradiciones criminales, motores activos de ese degüello de naciones. En este libro, veraz y sincero, en lo bueno y en lo malo, está reflejada la existencia de los pocos que pueden considerar, sin vano orgullo, pero con todo derecho, haber salvado ante la Historia la conciencien moral de la Humanidad”.

Domingo, 17 de abril
EL ÍNDICE DE VIDA INTELIGENTE
 

—Esto no se lo digas a nadie, Marcos, que no quiero resultar más antipático de lo que ya soy, pero cuanto más conozco a la gente más me alegro de ser un escritor con pocos lectores.

            —Tú eres capaz de hacer una prueba para seleccionar lectores.

            —No la necesito. Ya la tengo. ¿Sabes cómo calculo yo el índice de vida inteligente que hay actualmente en España? Pues cuento las personas que caminan solas o hacen deporte al aire libre y llevan mascarilla. Y suele ser un sesenta por ciento; o sea que la vida inteligente, al menos entre los asturianos, está en un cuarenta por ciento, no llega ni al aprobado.

            —¿Y qué harías tú si ves a un solitario sentado en un banco del parque y leyendo un libro tuyo?

            —“Perdone usted, caballero —le diría—, ¿me permite que le cambie ese libro que está leyendo por otro de Rosa Montero o de Javier Marías? Seguro que va a disfrutar más”.

Lunes, 18 de abril
MI TERROR FAVORITO
 

“El amor es para muchos / lo mismo que una epidemia, / los que más miedo le tienen / son los que primero enferman”.

            En la librería Don Quijote encuentro el libro Nuevos cantares, de Narciso Díaz de Escovar, que lleva el subtítulo de “Colección de malagueñas, peteneras, soleares, seguidillas, granadinas, percheleras, gitanerías, etc”. Lleva prólogos de Benavente y Salvador Rueda y la cubierta es de Julio Romero de Torres. Lo abro al azar y no puedo por menos de sonreír: “Los que más miedo le tienen / son los que primero enferman”.

            Me gusta juguetear con el amor, un tema literario que no se agota nunca, pero me aterra enamorarme de verdad, perder la cabeza, perder la libertad.

            Me aterra tanto que en mi vida no he hecho otra cosa que tropezar con esa piedra una y otra vez.

            Pero la enfermedad, si grave, nunca fue mortal. Tuve la suerte de no ser correspondido, que entonces es cuando no hay escapatoria.

Martes, 19 de abril
UN CANTAR

Las coplas de Díaz de Escovar me inspiraron una que no me atrevo a firmar con mi nombre (dice demasiado de mí). Nada me gustaría más que el que circulara por ahí como anónima y algún cantaor se atreviera con ella: “Era feliz sin saberlo / cuando no te conocía; / ahora me muero de pena, / pero bendigo aquel día”.

Miércoles, 20 de abril
SI YO FUERA RICO

Lo he dicho muchas veces. Si yo fuera rico, si yo anduviera metido en negocios de esos que te dejan tres o cuatro millones de euros de beneficio, no me compraría yates, ni coches de lujo, ni viajaría a paradisíacos rincones en avión privado, ni daría fiestas a lo Gran Gastby. Yo crearía un club de debate. Cada semana invitaría —pagándole espléndidamente, por supuesto— a uno de los principales investigadores de los diversas disciplinas para que debatiera conmigo sobre un tema que elegiríamos previamente y que tendríamos siete días para preparar. Habría un anónimo jurado de expertos, bien remunerados también, que elegirían al ganador. Y los debates serían públicos, abiertos a todo el interesado presencial o virtualmente. ¿Perdería yo siempre dado que me enfrentaría a los Einstein y a los Heidegger actuales? Aunque así fuera, acabaría convertido en el hombre más sabio del mundo. Y no estoy seguro de que perdiera porque buena parte de los especialistas son como un pez en el agua fuera de su especialidad. Y los temas no serían minucias que requieren largos cálculos y copiosa bibliografía, sino los dogmas y los axiomas de cualquier ciencia, los pies de barro que a veces sostienen las evidencias.

            Como ese sueño mío no parece que se vaya a cumplir nunca, me conformo con debatir sobre los temas que me interesan con cualquiera que se ponga a tiro y me dé algo de confianza. Últimamente le saco mucho jugo a Jon Juaristi, que no solo es un bien remunerado ariete contra el nacionalismo vasco, como yo creía, sino una mezcla de Julio Caro Baroja, Ramón Menéndez Pidal y Pedro Muñoz Seca. Hoy hemos tenido doble ración de debate: en la comida, tras la mesa redonda con motivo del centenario de Emilio Alarcos (participaba Gamoneda, que se durmió después de hablar; a mí me habría gustado hacer lo mismo) y luego, ya él de regreso a Madrid, en la tertulia virtual. ¡Más de seis horas de discusión con alguien inteligente! Es mi placer favorito. Y si al final queda claro que el más inteligente soy yo (no siempre sucede), miel sobre hojuelas.

Jueves, 21 de abril
GRACIAS, ISABEL

Le estrecho la mano al rey, luego a la reina, les miro después a los ojos sonrientes (los suyos y los míos) y les digo: “¡Qué placer poder saludarles a cara descubierta!”

            A cara descubierta, sin mantener la distancia de seguridad, sin pringarse previamente las manos, uno tras otro el centenar de invitados a esta comida en honor de Cristina Peri Rossy, que no puede asistir, va saludando a los reyes antes de entrar en el comedor de gala. En las breves palabras previas de homenaje, el rey no puede dejar de expresar su alegría de que por fin podamos reunirnos y vernos de nuevo las caras.

            Yo pensé que eso es así con el voto en contra del presidente del Principado de Asturias. Si por él fuera, los asturianos llevaríamos mascarilla de la cuna a la sepultura por los siglos de los siglos, amén. Y buena parte de los asturianos —a la vista está— tan contentos. Al contrario que al rey, a los asturianos les gusta más la mascarilla, en interiores, en exteriores, en el monte y en la playa, que a un niño un caramelo. Me imagino que los psiquiatras tendrán algo que decir al respecto, que no todo puede ser culpa de que nos hayan tocado un presidente y un consejero de Salud como los que tenemos.

            Aproveché el encuentro en el Palacio Real para hacerme una foto con Isabel Díaz Ayuso y mostrarle mi gratitud: “Presidenta, quiero agradecerle lo mucho que ha hecho en estos últimos malos tiempos para que no se salieran con la suya quienes todo lo arreglaban con abrir y cerrar bares, imponer absurdos toques de queda, ridículos cierres perimetrales. Nos trataron a los ciudadanos como los sargentos chusqueros de la antigua mili trataban a los pobres reclutas. Muchas gracias, presidenta, por defender nuestra libertad y confiar en nuestra responsabilidad”.

 

 


Viewing all articles
Browse latest Browse all 705

Trending Articles