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Elogio de la cordura: Persona non grata

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Sábado, 26 de marzo
ME PLAGIAN 

Me alegra el día de hoy el que Manuel Rodríguez Rivero, que comenta con gracias cada semana las novedades editoriales, comience hoy su “Sillón de orejas” con una historieta apócrifa: “Hace ya tiempo, en los años de plomo del mundo editorial que siguieron al quilombo global suscitado por la quiebra de Lehman Brothers, fue muy fotografiado por gentes del sector del libro un pequeño cartel que, a modo de reclamo, exhibía un tenderete de un mercadillo madrileño, y en el que podía leerse: Por la compra de 3 bragas regalamos un libro”.

            Pero la fotografía con que ilustra su artículo, y que aparece firmada por Mauricio Santos, la hice yo hace ya diez años en el Fontán. Ha circulado mucho por Internet, con mi nombre o anónima. A Rodríguez Rivero se la envió mi rebelde amiga Inés Illán, que cuando nos dio clase de latín en la Facultad nos decía que tan interesante como leer a Horacio o a Virgilio era leer a Marx o Freud o incluso a Mao o Marcuse. Eran años de revolución cultural más o menos china. Me gustaría que Rodríguez Rivero nos mostrara alguna otra foto de ese cartel, supuestamente tan fotografiado, que no fuera la mía.

            Mi ilusión mayor, mi premio Cervantes, sería que algún poema mío circulara por ahí —como esa fotografía— ignorándose el nombre del autor o incluso atribuido a cualquier poeta más o menos ilustre.

            La vanidad adopta muchas formas y la mía corre el molesto riesgo de confundirse con la modestia, aunque yo me esfuerce mucho por evitarlo.

            Soy tan vanidoso que, cada vez que se descubran textos desconocidos de Safo o de Arquíloco, de Proust o de Lorca, nada me gustaría más que el que los estudiosos dudaran un momento si serían de esos autores o de García Martín.

Domingo, 27 de marzo
ESO ES UNA TONTERÍA

Me cuesta mucho, cuando en un debate más o menos intelectual escucho una tontería, no decir: “¡Eso es una tontería!”. Y luego, si el interlocutor se siente ofendido, añadir: “No descalifico, califico. Voy a tratar de demostrarte por qué es una tontería”. Esto último les suele enfadar todavía más. Procuro por eso solo pensarlo, no decirlo.  Pero como Laurence Debray, hija de Roger Debray, “uno de los mayores intelectuales de izquierdas de la Francia del siglo XX” (y ese parece ser su mayor mérito), no creo que vaya a leerme y enfadarse, puedo afirmar que pocas veces he leído tantas tonterías juntas como las que suelta hoy en una entrevista, no en Hola, sino en el suplemento dominical de El País, promocionando su libro Mi rey caído. Ese rey caído es el rey Juan Carlos por el que desde niña siente veneración.

            Primera tontería. El rey Juan Carlos se convierte en un chivo expiatorio cuando España entra en crisis económica. “A fin de cuentas, ¿qué se le reprocha? ¿Tener una amante?”. Tuvo más de una, Laurence, y se las costeó con fondos públicos y las indemnizaciones o sobornos para que callaran salieron de los impuestos de todos, no de sus ahorros. Y además eso es lo que menos se le reprocha.

            Segunda tontería: “Regalar cien millones de dólares para la familia saudí no es nada, para nosotros es mucho. Entre reyes, desde que las monarquías existen, se hacen regalos. Es una red internacional de primos y amigos muy potentes”. Entre las monarquías y entre los amigos, Laurence, se hacen regalos, pero no de millones de dólares que se esconden en Suiza para no declararlos al fisco y luego se transfieren a una amante para evitar el escándalo.

            Tercera tontería: Juan Carlos “dejó una silla vacía”. Los españoles necesitan que “el chivo expiatorio esté presente para poder golpearle”. Olvida esta mujer que en España está “prohibido”, investigarle. Que todos sus problemas con la justicia vienen de fuera: Suiza, Reino Unido.

            Cuarta tontería: “En el siglo XX es único encontrar un jefe de Estado que renuncia a sus plenos poderes. ¡Y además es un rey! Quienes pierden el poder lo ven como un fracaso. Juan Carlos lo convierte en un éxito”.

            ¿Vale la pena seguir comentando? Esta presunta historiadora ni siquiera lee lo periódicos. ¿Juan Carlos tenía “plenos poderes”? ¿Pero ha leído esta mujer la constitución española? ¿Un éxito la abdicación y la expulsión “familiar” a Abu Dabi?

            Espero que no se enfade Laurence Debray si me oye afirmar que en su entrevista —que no honra al diario que la publica— no dice más que tonterías, y que puedo demostrarlo.

Martes, 29 de marzo
HAGO TRAMPAS

De los escritores no profesionales tengo la impresión de que soy el más profesional. Escribo todos los días, colaboro en un diario dos veces a la semana y publico uno o dos libros al año, y todo esto desde hace bastantes años, pero nunca se me ocurrió pensar en la literatura como un modo de ganarse la vida, y por eso no soy profesional.

            Las presentaciones de libros no son para mí una manera de conseguir que se vendan más libros, sino un engorro que tiene la ventaja de que te permite encontrarte con algunos amigos. Hoy toca presentar Indicios racionales en Madrid. Es un libro de aforismos, algo que últimamente se está convirtiendo en una plaga, como hasta hace poco los haikus y antes los microrrelatos. Pero yo también participo de ella, qué se le va a hacer. Hacer frases siempre ha sido lo mío. Los aforismos, y las ocurrencias felices, en los libros siempre están de paso. Su destino es quedarse en la memoria y aparecer en el momento justo en la conversación o en la página que uno está escribiendo. De los aforismos que yo he escrito y que más me gustan no puedo presumir: andan por ahí firmados la mayoría por Oscar Wilde, pero también por Nietzsche, Joubert o incluso, no pude resistirme a la tentación, Einstein: “Dios no juega a los dados con el universo, juega al póquer y encima hace trampas”.

Miércoles, 30 de marzo
UNOS Y OTROS
 

Paseo por los escenarios de la batalla del Jarama y, desde la Venta de Frascuelo, donde tuvo instalada su cocina el batallón británico, subo hasta el alto en que un rústico monumento conmemora a aquellos combatientes “caídos por la libertad”, de los que yo ahora recuerdo solo un nombre, el de Chistopher Caudwell, a quien Manuel Neila, mi guía por estas tierras, tradujo y dedicó un emocionado poema: “Al romper la mañana, / la tierra huele a sangre estremecida  / y olivos en sazón. / Un hombre sube / ladera arriba con la muerte a cuestas / y el tiempo palpitándole en el pecho” .

Pero parece que no todo el mundo está de acuerdo con ese homenaje. La placa ha sido embadurnada con tinta roja y sobre las piedras han escrito, con grandes letras, “asesinos”. A otros caídos, pero en este caso no por la libertad, sino “por Dios y por España”, se les sigue homenajeando en el cercano Morata de Tajuña. Bajo una gran cruz, el nombre de José Antonio Primo de Rivera, el escudo con el águila imperial y el yugo y las flechas, en cuatro columnas se enumeran sus nombres. Nadie ha escrito sobre ellos “asesinos”.  Ha pasado tanto tiempo que es hora de ver a unos y a otros como víctimas. Y execrar solo a los asesinos —que los hubo, y fueron legión— de uno y otro bando.

Jueves, 31 de marzo
ZAYAS CLUB

Junto a los cubos de la basura, en la calle Alberto Aguilera, encuentro unos cuantos libros. Escojo uno, Persona non grata, de Jorge Edwards, en su primera edición de 1974, que yo leí fascinado poco después. Nos habla de su estancia en Cuba en 1970, como representante del recién estrenado gobierno de Allende, y después en París, acompañando al nuevo embajador, Pablo Neruda. Son los años del caso Padilla y de la ruptura del noviazgo de muchos intelectuales con Fidel Castro. El libro lleva el sello del Zayas Club, una organización cultural feminista, surgida en los años del franquismo, que toma su nombre del de María de Zayas. Comienzo a releerlo antes de acostarme y me cuesta dejarlo.

Me aburren las novelas, pero cada vez me apasionan más los libros que me permiten viajar en el tiempo a un tiempo que ya es historia, pero que forma parte de mi biografía.

Viernes, 1 de abril
CONFIDENCIAS

Cada noche, después de acostarme, mientras llega el sueño (nunca leo en la cama), aprovecho para charlar un rato conmigo. “Ahora que no nos oye nadie, dime la verdad. ¿Cómo llevas lo de ser un escritor sin éxito, vetado en todos los medios importantes, que vive solo, que ha cumplido demasiados años?”, “Pues lo llevo bastante bien, qué quieres que te diga. Si tener éxito es vender mucho, pues la verdad es que soy un fracaso. Pero si es escribir y publicar lo que a uno le apetece y no depender de los favores de nadie, entonces soy un privilegiado. ¿Demasiados años? A mí me parecen poquísimos. Todavía me queda mucho por aprender”, “Y si tuvieras la costumbre de rezar, como cuando eras niño, ¿qué le pedirías a ese unamuniano Dios tuyo que no existe, pero del que tanto hablas”, “Muchas cosas para la gente que quiero, pero para mí solo una: morir joven dentro de veinte o treinta años”.




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