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Después y todavía: Lances entre caballeros

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Sábado, 13 de marzo
FRUSTRADO ESPADACHÍN

¿Qué habría pasado si yo, en lugar de comenzar a reseñar libros en torno a 1975, comenzara un siglo antes, como Clarín? Pues que habría tenido que dedicar buena parte de mi tiempo a practicar la esgrima y el tiro de pistola. El Código de Honor del marqués de Cabriñana dice así en su primer punto: “Toda acción u omisión que denota descortesía, burla o menosprecio hacia una persona o colectividad honrada, se considera ofensa si se realiza con intención de perjudicar la buena opinión y fama del que se sienta ofendido”. ¿Y cuáles son las ofensas por omisión? Pues “las abstenciones o negligencias intencionadas realizadas con ánimo de molestar al negar el saludo a un caballero, al retirar la mano que un antiguo amigo nos ofrece, al volvernos de espaldas cuando alguien nos dirige la palabra o al abandonar en masa los escaños del salón de sesiones del Congreso en el momento de pedir un diputado la palabra”. Clarín, por las chocarrerías hirientes de sus paliques, tuvo que batirse más de una vez. Recuerdo ahora su enfrentamiento con un antiguo admirador e imitador, Emilio Bobadilla, Fray Candil, en el que resultó herido.  A Fray Candil se le escuchó con chulería mientras curaban al escritor: “Afirmaba Clarín que iba a ser cosa de coser y cantar y acertó: yo canto y a él le cosen la cara”.

            El duelo estuvo siempre –salvo en tiempos medievales-- prohibido por la ley, pero era obligatorio para quien se consideraba un hombre de honor y quería que los demás siguieran considerándolo así. Se reedita ahora el libro del marqués de Cabriñana Lances entre caballeros y yo lo leo con asombro. Durante todo el siglo XIX, y hasta bien entrado el siglo XX, el duelo era frecuente y no escandalizaba a nadie. Blasco Ibáñez estuvo a punto de morir en 1904. Tras una manifestación disuelta por la fuerza frente al Congreso, escribió: “Lo de ayer fue una canallada y hay que llamarlo por su nombre. Los guardias empezaron a repartir sablazos y yo, que estaba hablando con un correligionario, recibí el sablazo de un tenientillo, digno discípulo de los señores ministro de Gobernación y gobernador de Madrid”. La palabra “tenientillo” fue entendida como una ofensa al ejército. Al ser los militares los ofendidos, podían elegir el arma y escogieron la pistola de combate, la más letal. Para defender su honor eligieron al teniente Alestuey, campeón de tiro. Blasco, totalmente inexperto en el uso de la pistola, se salvó de milagro: el segundo disparo del “tenientillo” le impactó de lleno, el escritor dio un salto en redondo y cayó al suelo, pero resulta que no había sangre, sino solo un gran hematoma en el vientre: la bala había sido detenida por la hebilla del cinturón.

            ¿Cuántos ofendidos he dejado yo atrás en casi cinco décadas de comentar libros y casi otras tantas de escribir y publicar diarios? Seguro que, de vivir en aquel tiempo, sería ya el más experto espadachín y un campeón de tiro o estaría en el otro mundo.

            La hipocresía de las leyes –los mismos magistrados que debían aplicarlas recurrían al duelo para reparar ofensas-- no fue capaz de acabar con esa costumbre. Hizo falta un cambio de mentalidad. Todavía en la posguerra, Millán Astray se sintió ofendido por Santiago Bernabéu que, al parecer, le hizo un mal gesto mientras asistían a un partido de fútbol, y quiso retarle a duelo.  Desde el Pardo le llegó la advertencia de que se dejara de tonterías.

Domingo, 14 de marzo
SOY COMO SOY

----Eres arrogante, despectivo, te empeñas en que la razón está siempre de tu parte…

            Algo bueno tienen las riñas de pareja (o similar), que te enteras de lo que hubieras preferido no enterarte: lo que de verdad piensan de ti quienes creías que te querían bien.

 

Lunes, 15 de marzo
GIRO DE GUION

La noticia me la da Jose, el camarero de Los Porches: “¿Se ha enterado? Dimite Pablo Iglesias para presentarse como candidato en Madrid”. “Primera victoria de Isabel Díaz Ayuso. Como esto siga así, antes de que nos demos cuenta la vamos a ver en la Moncloa”. “¿Y por qué dimitiría? Aunque ganara la izquierda, él no pasaría de ser vicepresidente de la Comunidad; es raro que aspire a un puesto menor que el que tiene, y si no gana la izquierda ¿qué hace de diputado en una comunidad autónoma?”, “Parece que la pandemia nos ha vuelto tontos a todos, amigo Jose, pero algo bueno tiene este ‘bombazo informativo’, por unos días nos quitarán las estadísticas de fallecidos y contagiados de la portada de diarios y telediarios”.

Martes, 16 de marzo
MEA CULPA

“Soy despectivo, arrogante, me empeño en tener siempre razón… ¿Qué tendría que hacer para ser mejor?”, le digo a mi psicoanalista.

            “¿Para ser mejor o para ser el mejor? No es lo mismo, sino más bien todo lo contrario”, me responde desde el confesionario.

Miércoles, 17 de marzo
LAS RAZONES OCULTAS

Como cada vez entiendo menos lo que pasa en el mundo (cosas de la edad, aunque yo llevo no entendiendo ciertas cosas desde los veinte años), pues voy a acabar creyéndome las más disparatadas teorías conspiratorias. Adolfo Suárez dimitió para tratar de evitar un golpe de Estado. ¿Para qué dimite Pablo Iglesias? ¿Para mortificar su vanidad convirtiéndose en un diputado al frente de una minoría inoperante en la comunidad de Madrid? ¿Para darle una alegría a su principal rival política? “España, me debes una”, tuiteó Ayuso ante el aplauso de media España (o de cuarto y mitad). Parece que a Pedro Sánchez le mandó un mensaje privado similar: “Pedro, me debes una; te he quitado una piedra del zapato”. La explicación más inverosímil va a acabar siendo la única posible: un chantaje en el que intervienen la mafia rusa, cuatro o cinco banqueros y un inviolable.

Jueves, 18 de marzo
GRACIAS, MARQUÉS

En el prólogo a Lances de caballeros, el libro del marqués de Cabriñana que he estado leyendo estos días, cuenta su sobrino nieto Juan de Urbina una anécdota que pone una nota de humanidad en la guerra civil. Julio de Urbina, marqués de Cabriñana, fue un personaje fascinante que destacó en todos los deportes de su tiempo: “gimnasia, equitación, esgrima y ciclismo”. Teórico del duelo, al que intentó regular con un Código de Honor, también fue un activo participante: “Cuando la efervescencia de los procesos municipales, allá por los años 1895 y 96, salía a dos o tres mensuales”. Esos “procesos municipales” se refieren a su denuncia, como activo periodista que también era, “de que en el Ayuntamiento de Madrid se estaban realizando por algunos concejales graves actos inmorales e injustos, con terrenos y calificaciones urbanísticas, en beneficio propio y serio perjuicio de madrileños de condición económica modesta”. Los artículos del marqués denunciando la corrupción llevaron finalmente a la dimisión del alcalde, pero él se vio retado por algunos ofendidos e incluso sufrió atentados personales. En julio de 1936, viudo y con dos hijas, se encontraba enfermo en su casa de la Carrera de San Jerónimo. Un día llamó a la puerta una patrulla anarquista que pretendía hacer un registro. Les abrió su hija Josefina. Quien llevaba la voz cantante se fijó en un retrato enmarcado. “¿Por qué está esa fotografía ahí?”, preguntó. “Porque es la del dueño de esta casa, que no ha salido a saludarles a ustedes porque no puede; está enfermo en la cama”. El jefe del destacamento cambió de actitud al oírla: “Perdone, señora, no lo sabía. Mi padre me dijo muchas veces, cuando yo era niño, enseñándome la fotografía del suyo: ‘si alguna vez te encuentras con este hombre, ponte a sus órdenes y ayúdale en lo que te pida. Porque él fue el único que en un asunto muy grave defendió al pueblo de Madrid, jugándose incluso el pellejo”. Dio inmediatamente la orden de retirarse y durante toda la guerra –o eso se contaba en la familia-- una pareja de anarquistas vigiló la casa del marques de Cabriñana para que nada le ocurriera a él ni a sus hijas.

Viernes, 19 de marzo
PARA UN MANUAL DEL RESISTENTE

            Dóblate como un junco cuando sople el vendaval, pero recobra tu postura en cuanto pase de largo.

Finge sumisión.

            No presentes batalla hasta que no estés seguro de que vas a ganarla.


 


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