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Sin propósito de enmienda: Votar es un placer

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Sábado, 14 de septiembre
COSAS DE LA EDAD

Se pierde con los años la capacidad de hacerse ilusiones, pero también hay menos probabilidades de que te defrauden.
            Nunca nos relacionamos con seres completamente reales. Unos son por completo imaginarios y otros mitad y mitad o mitad y un cuarto imaginarios.
            No me gusta defraudar, por eso trato de poner todos mis puntos débiles encima de la mesa antes de comenzar una relación.
            Y sin embargo defraudo. Pero ya rara vez me defraudan. Siempre espero lo peor. Y casi siempre recibo lo que espero.
            (“Casi siempre”, subrayo sonriendo. Ahora me toca disfrutar de una de esas excepciones.)


Domingo, 15 de septiembre
OTRA PROFECÍA

––Eres la leche, Martín, eres la leche –me dice mi amigo Xuan, dejando a un lado el diario dominical–. O sea, que te basta leer las informaciones periodísticas para decidir que el tribunal escocés que ha fallado en contra del cierre del parlamento británico se ha equivocado. ¿Pero qué conocimiento de derecho tienes tú?
            ––Es de sentido común. Ha juzgado intenciones, no hechos. Al menos, eso parece. Mi afirmación solo vale si la información que se nos ha proporcionado es correcta. La próxima semana veremos si tengo o no razón.
            ––Y si no te da la razón el tribunal, dirás que se ha equivocado. Razonas como uno de esos paranoicos que siempre encuentran una mochila o una bala fuera de sitio para no creerse la versión oficial de los atentados del 11-M o del asesinato de Kennedy.
            ––A mí nada me gusta más que rectificar. Pero me parece que el próximo jueves, que es el día previsto para el fallo, no podré darme ese gusto. Y ahora voy a hacer otra profecía. El Brexit es una especie de efecto 2000. ¿Lo recuerdas? Se decía que, al cambiar de milenio, como en la programación de los ordenadores solo se utilizaban las últimas dos cifras de la fecha, al pasar del 99 al 00, se iban a bloquear. Dejarían de funcionar todo, incluso se caerían los aviones. Por eso se inmovilizaron en los aeropuertos la noche de fin de año  de 1999 y se constituyó un gabinete de crisis en la Moncloa presidido por el vicepresidente, Álvarez-Cascos. No paso nada, por supuesto, y nadie se acuerda de ello porque avergonzaría a las mentes preclaras que lo avalaron. Las mismas que ahora insisten en que abandonar la UE es ir de cabeza al abismo. Que los ingleses van a pelear por las subsistencias al día siguiente mientras los alimentos frescos se pudren en las aduanas francesas. Dentro de un año, nadie se acordará de esas previsiones apocalípticas, pero en las hemerotecas quedará constancia de tal estupidez. ¿Quieres saber mi nueva profecía? Que no ya al año, sino a los pocos meses de que Gran Bretaña abandone la UE, todo funcionará a la perfección y se habrán olvidado los miedos que ahora nos quieren meter en el cuerpo. Y lo mismo da que lo haga sin acuerdo que con acuerdo, porque los acuerdos, en lo que beneficia a ambas parte, se firmarán de inmediato. Y en lo que perjudica a una de ellas, pues no, y eso salimos ganando. Y se darán cuenta entonces nuestras mentes preclaras que el que Gran Bretaña abandone la UE no quiere decir que abandone Europa. Seguirá siendo parte de lo mejor de Europa, que no son precisamente los políticos y burócratas de Bruselas.


Lunes, 16 de septiembre
ÉPICA FAMILIAR

Mi amigo Andrés Trapiello encuentra en el Rastro un sobre en el que está escrita la palabra Avilés, y dentro un montaje fotográfico en forma de acordeón. Nueve fotografías ensambladas reproducen Ensidesa en toda su extensión, desde el puente Azud, todavía a medio construir hasta un idílico paisaje de colinas y almiares aún no devorado por la siderurgia.
            Tiene la amabilidad de regalármelo: “Pensé que te gustaría tenerlo. Te recordará tu infancia”.
            Mi padre vino por entonces a trabajar a Ensidesa. Estuvo un tiempo solo y más tarde se trajo a la familia. No debieron ser tiempos fáciles, pero en la memoria han dejado únicamente un aroma épico.
            El maestro del Fondo de Valliniello –don José Ramón– les dijo a mis padres que yo debía estudiar y me preparó para hacer el examen de ingreso al bachillerato y yo me recuerdo, de los diez a los catorce años, recorriendo a pie los tres o cuatro kilómetros hasta el instituto Carreño Miranda, y atravesando el puente sobre la ría, a veces todavía de noche, bajo el viento y la lluvia.
            La escuela del Fondo de Valliniello era un improvisado barracón donde se amontonaban, con un solo maestro, más de medio centenar de niños de todas las edades y llegados de todos los puntos de España.
            Sí, tiene razón Trapiello, este montaje fotográfico –fechado el 23 del 12 de 1954– sobre Avilés y la Empresa Nacional Siderúrgica me trae a la memoria una parte de mi infancia.
            Debieron ser tiempos duros, ya digo. Pero yo solo recuerdo la emoción del aprendizaje y el descubrimiento de la biblioteca Bances Candamo. Y que en los días en que no había clase en el instituto, y sí en la escuela, yo iba a ayudar al maestro y hacía dictados o enseñaba a leer a los más pequeños.


Martes, 17 de septiembre
NO ENTIENDO NADA

Respiro aliviado. La pelota vuelve a estar en el tejado de los españoles. No se sigue mareando más la perdiz. El 10 de noviembre pondremos a cada uno en su sitio.
            ¡Un fracaso de la democracia!, claman los taxistas y los analistas políticos. Pues a mí me parece un triunfo: que los votos rompan el nudo gordiano en que nos han enredado unos y otros, pero más una que otro.
            ––¿Y si no lo rompen?
            ––Ya verás como sí. Un poco de confianza en el buen criterio de los españoles, que ahora tendrán oportunidad de premiar y penalizar.
            ––¡Las encuestas fallan!
            ––Porque se refieren al momento en que se realizan y muchos no deciden el voto hasta el último momento. Ahora toca explicarse.
            ––Y tú ya empiezas a hacer campaña.
            ––Yo no me meto en política, aunque admire mucho a los políticos. Incluso a los de los partidos que detesto. Creo que todos, salvo quizá Albert Rivera y sin excluir a Trump, son bastante mejores que la mayoría de sus votantes. Tantos meses oyendo una y otra vez el mismo mantra  –¡Pedro Sánchez con tal de mantenerse en la Moncloa es capaz de cualquier cosa, incluso de pactar con populistas y rompespañas!-- y ahora resulta que todos los patriotas a una le echan en cara que no haya aceptado las exigencias de populistas y rompespañas. No entiendo nada.


Miércoles, 18 de septiembre
UN LECTOR

En Los Porches, mientras tomo café en la habitual mesa redonda, se me acerca un desconocido. “¿Puedo sentarme un momento?”, me dice. Y luego saca un recorte periodístico.
            ––¿Recuerda lo que escribió en junio? Que o los de Podemos eran ministros o no habría gobierno. Se ha confirmado plenamente. Parece que es el único que lo vio claro desde el principio.
            Se sienta a mi lado, pide un café y lee: “No habrá gobierno aunque se les ofrezca un acuerdo en el que se recojan los principales puntos de su programa ni aunque teman que si se repiten elecciones pueda perder otro millón de votos”.
            ––Me gustó especialmente el final: “Sospecho que Pablo Iglesias, si él no forma parte del gobierno, se encuentra más a gusto con un Casado y un Rivera, rehenes de Abascal, que con Pedro Sánchez, el Abel de este Caín”. Precisamente ahora estoy leyendo la novela Abel Sánchez, de Unamuno.
            En junio podía ser una sospecha, ahora es una certeza. Si la formación del gobierno depende de Pablo Iglesias, o los suyos copan tantos ministerios como puedan (para atrincherarse en ellos y hacer la guerra por su cuenta) o se repiten las elecciones las veces que haga falta hasta que las derechas sumen y pueda dormir tranquilo porque él no será vicepresidente, pero “Pedro” deja de ser presidente. ¡Nunca se perdonará haber apoyado “gratis” la moción de censura!


Jueves, 19 de septiembre
SIGUE LA ESPERA

–-¿Qué? ¿Ya te ha dado la razón el Tribunal Supremo de Gran Bretaña? ¿Era legal el cierre del parlamento, al contrario de lo que dictaminó el tribunal escocés?
            ––Todavía está deliberando.
            ––O sea, que no era tan sencillo como tú pensabas.
            ––Es que lo que le piden no es una decisión judicial, sino política. Como si a un árbitro le pide que modifique el reglamento en mitad del partido y cree una nueva falta. Ya no sé lo que van a decidir. Dependerá de si la simpatía de los jueces se inclinan o favor del Brexit o en contra. Me temo que en todas partes los jueces son un poco argentinos (o brasileños). Pero mi razonamiento era correcto.
            ––Lo que no es correcto es el tribunal británico. Eres de lo que no hay, Martín.


Viernes, 20 de septiembre
CON DISTINTA LUZ

Sabiendo que es el último, tienen un sabor distinto las clases de este nuevo curso. Solo ahora paladeo todos los matices, soy consciente de cada instante. Dicto un poema, subrayo los acentos de un endecasílabo, hablo de las estrategias de la publicidad o de las figuras retóricas y sé que no volveré a repetir esa lección nunca más.
            Pero no siento melancolía. Está bien que las cosas terminen. Desde aquellos días ayudando al maestro de Valliniello, mi mejor maestro, hasta estos días de despedida en el Milán ha pasado más de medio siglo. No me puedo quejar. Y todavía me queda todo un curso. Soy un hombre afortunado, inmerecidamente afortunado.




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