Sábado, 31 de agosto
ELOGIO DE LA NATURALEZA
Paso la tarde en Traslaviesca, una finca cercana a El Condado, en Laviana. Me hago amigo del gato, Pin, de los perros y hasta de las gallinas. Recojo directamente del árbol la fruta que me apetece; aprendo el nombre de plantas y flores que no había visto antes; me siento en la veranda a contemplar el cerco de montañas, las nubes que pasan, y a charlar de amores y desamores sin prisa ninguna, como un personaje de Somerset Maugham, con un vaso en la mano. Seguro que Adán no se encontraba más a gusto en el paraíso.
Pero cae la noche, se escucha amenazante el silencio, comienza a llover. Y si me ocurre pensar que a la perfección de esta tarde le falta el toque final: subirse al coche y regresar de inmediato a Oviedo.
Y es que yo, como todo el mundo, soy amante de la naturaleza, pero también, como todo el mundo, no la soporto demasiado tiempo. Esforzándome, un fin de semana. Si me dejan elegir, dos o tres horas, como esta maravillosa tarde de sábado que me ha regalado mi amiga Catarina.
Domingo, 1 de septiembre
FILOSOFÍA DE CALENDARIO
¿Cuánto dura la gratitud hacia alguien? Lo que dura la esperanza de seguir recibiendo favores de esa persona.
Lunes, 2 de septiembre
SINCERARSE, QUÉ PELIGRO
Aunque parezca lo contrario, soy muy consciente de los riesgos de la sinceridad y suelo manejarla con cautela.
Mis amigos y mis lectores, que no acostumbran a coincidir, están hartos de oír cómo me vanaglorio de mi inteligencia. De una manera o de otra, siempre estoy dando a entender que me considero más listo que nadie.
¿Pero de verdad me considero así? Dime de qué presumes y te diré de qué careces, afirma la sabiduría popular.
Lo único que queda claro, cuando yo hablo continuamente de inteligencia, es qué cualidad más valoro.
Si se nos ofrece la posibilidad de apretar un botón verde (y entonces automáticamente se ingresa en mi cuenta bancaria un millón de euros) o de apretar uno amarillo (y entonces se multiplicaría por dos mi inteligencia) en un experimento mental o en una prueba de cuento de hadas, no hay duda de qué botón apretaría la mayoría de la gente. Tampoco de cuál apretaría yo: el amarillo.
Algo que, dicho sea de paso, carece de mérito: por azares de la vida, y cierto ascetismo de carácter, hace tiempo que, aunque necesite muchas cosas, ninguna de ellas se puede comprar con dinero.
¿Significa eso que no me considero inteligente? Por supuesto que no. Destaco, pero en una liga que no es en la que me gustaría jugar.
Ya se sabe que todo es relativo, como dijo Pero Grullo, que no Einstein, y por eso un elefante pequeño es un animal grande y un insecto grande es un animal pequeño. No sé nada de fútbol, pero seguro que en el Avilés y en el Sporting hay buenos jugadores, pero que solo lo son si se comparan con la media de la tercera o la segunda división, no con Messi.
Yo siempre aspiré a la primera división, y ahí estoy por debajo de la media. Me fastidia, pero me aguanto, qué le vamos a hacer, y no se lo digo a nadie.
Consciente de mis limitaciones, ni un día dejo de entrenar. Y de vez en cuando me doy la satisfacción de adelantar a algún jugador de primera en decadencia.
Dar ejemplos resultaría poco delicado. Pero me voy a atrever a darlo: cuando tenían treinta años, Pere Gimferrer o Félix de Azúa jugaban en primera (uno como poeta y ensayista, el otro solo como ensayista), hoy los dos juegan en tercera regional, aunque los medios les aplaudan más que entonces. Y en el caso de Félix de Azúa no me refiero solo, ni principalmente, a sus insultantes columnas de hoolligan españolista, sino a cualquier reflexión suya presuntamente intelectual. El tiempo le ha convertido en una caricatura de sí mismo, como a Savater, de quien solo ha conservado la elegante caligrafía: se podrá mejorar su sindéresis, nunca su sintaxis.
Yo creo que el tiempo todavía juega a mi favor y quizá algún día merezca figurar en primera. De momento, me dedico a presumir de aquello de lo que carezco (no del todo, por supuesto).
Martes, 3 de septiembre
EN LA TRAMPA
–-Nunca te leo cuando hablas de política, Martín. Sé de sobra lo que vas a decir. Todo lo que hace Pedro Sánchez te parece bien, todo lo que hacen Casado, Rivera o Iglesias te parece mal.
––Todo, todo, no. Me pareció muy mal que Sánchez terminara ofreciéndoles entrar en el gobierno a los de Unidas Podemos. Afortunadamente, a estos les pareció poco. De buena nos libramos.
––Me temo que tú, como los de Casado, desde el principio preferiste nuevas elecciones. ¿Las habrá?
––El dilema lo tiene Unidas Podemos. O aceptan una oferta más “humillante” que la anterior (ya no solo no será ministro-comisario político Iglesias sino ni siquiera su señora y allegados) o vamos a elecciones, que en mi opinión es lo mejor. Que los electores le den a cada uno su merecido.
––¿Y no temes que la gente se quede en casa cansada de tanto ir a votar?
––Esa es una tontería que, de tanto repetida, algunos confunden con la verdad. El problema de la repetición de las elecciones es que, debido a los trámites legales, se prolonga en exceso la situación de interinidad. Si se pudieran celebrar el treinta de septiembre, no habría ningún problema. Y el dinero que se gasta en consultar a los electores es el mejor gastado en una democracia. Yo voté por primera vez a los veintiocho años. Recuerdo bien la alegría con que lo hice. Algo de esa emoción conservo cada vez que voy a votar. Nunca me he perdido ni me perdería una elección. ¿Un engorro ir a votar? Me levanto el domingo a la hora de costumbre, escrito un rato como siempre y luego, antes de darme una vuelta por el Fontán, me paso por el centro de votación. No tardo ni un cuarto de hora. El que se queja de la pesadez de ir a votar una vez más merecería que lo desterraran a Corea del Norte.
––No todo el mundo piensa como tú.
––Piensan como yo más de lo que parece. Ser alumno aventajado de Pero Grullo es lo que tiene. Mira lo que pasó cuando defenestraron a Pedro Sánchez por no querer apoyar a Rajoy. Si leíamos los periódicos, parecía que yo era el único que pensaba que eso era una estupidez. Luego hubo primarias y resultó que quien estaba desconectado de la militancia socialista era Felipe González, no yo. ¿Cansados los españoles de elecciones? Ponles, tras la votación del diez del noviembre, un referéndum, aunque sea el día de Navidad, para que decidan si quieren Monarquía o República y ya verás cómo la abstención se reduce a cero.
Miércoles, 4 de septiembre
FAKE NEWS
Soy experto en detectar “fake news” y leyendas urbanas. Por eso estoy en condiciones de asegurar que la noticia que circula por las redes sobre el cambio de nombre solicitado por una formación política para presentarse a las elecciones del diez de noviembre es rigurosamente falsa.
En las próximas elecciones, Unidas Podemos volverá a presentarse con ese nombre y no con el de Humillados (o Humilladas) Podemos.
Jueves, 5 de septiembre
ANÓNIMOS CON NOMBRE Y APELLIDOS
Leo los libros seleccionados para un concurso de poesía. Una labor especialmente ingrata. Nunca leo entero un libro que no me interesa. Picoteo acá y allá y si no pasa la prueba lo dejo a un lado. Soy un lector impaciente. Pero si he de juzgar me siento obligado a leerlo de la primera a la última línea, o sea, a hacer lo que más detesto, a leer por obligación. Menos mal que esto de ser jurado no me suele ocurrir más de una vez al año.
Los originales se presentan anónimos, pero siempre hay quien no parece resignarse a ello. Uno de los concursantes –a quien conozco personalmente, como probablemente el resto del jurado– no dice su nombre, pero da tantos detalles de su vida y obra que es como “blanco y en botella”; el otro, lo dice.
Los libros se juzgan de otra manera cuando conocemos el nombre del autor. Recuerdo un caso, en este mismo premio, en el que tras abrir la plica y ver a quién le habíamos concedido el galardón, Ángel González dijo (en broma, pero en serio): “Volvamos a votar”.
Y es que un libro que nos parece muy valioso si lo firma un poeta joven resulta de mucho menos interés si es obra de un veterano, muy resabiado en premios literarios, que sabe lo que suele gustar en cada uno de ellos.
Viernes, 6 de septiembre
DIGO LA VERDAD
Digo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, pero solo cuando estoy seguro de que no voy a ser creído.