TIEMPO DE SILENCIO
Aunque parezco un tipo anodino y vulgar, en realidad soy bastante extraño (como todos los tipos anodinos y vulgares, por otra parte). Una de mis manías, ya desde la adolescencia, es hacer listas. Listas de todo.
Tengo guardadas en el trastero docenas y docenas de libretas. Una de ellas se titula “Gente a la que no le caigo bien”. Resulta bastante nutrida, y eso que he dejado de anotar las enemistades literarias. Comento libros desde hace cuarenta años. Habré reseñado unos dos mil, calculando por lo bajo. Descontando los clásicos (Dante no se va a enfadar porque diga que nunca fui capaz de llegar al cielo de su Divina comedia), quedan por lo menos mil poetas y poetillas a los que alguna vez he tratado o maltratado (en mi caso, viene a ser lo mismo). Y luego están aquellos de los que no me he ocupado nunca, como Karmelo C. Iribarren, que ven en ello la peor de las ofensas.
No me preocupa demasiado. Lo único que se puede temer de ellos es que no te citen, no te antologuen o no te inviten a este o aquel congreso, algo que no hace ni un rasguño en la piel de elefante de mi vanidad.
Enemigos verdaderos creo no tener demasiados: nunca he estado casado, nunca he litigado por una herencia, nunca he ocupado cargos ni he estado en situación de hacer favores.
También preparo listas de las personas con las que puedo hablar de un tema y no de otro, un poco como Aleixandre, que con José Luis Cano hablaba de sus imaginarias novias y con Vicente Molina Foix de sus no menos fantaseados novios.
La lista más breve –solo consta de tres nombres– es la de aquellos con los que puedo poner en solfa el sagrado dogma de la Inmaculada Concepción de la Patria.
Qué sorpresas me he llevado. Hablo con un amigo, veterano militante del PC, de lo injusto que me parece que se mantenga en prisión preventiva a los políticos catalanes y él me suelta un “¡deberían haberlos fusilado!”. Sale en la conversación con otro, concejal de Izquierda Unida, el nombre de Puigdemont y él, espontáneamente, lo primero que dice es “¡ese payaso!”. Y si en la tertulia trato de pontificar un poco –mi deporte favorito– sobre el tema, en seguida un espontáneo de otra mesa interviene para defender la Sacrosanta Unidad de la Patria. ¡Venciste, José Antonio!
Llevo tiempo tratando de encontrar alguien más con quien poder hablar libremente (pero en voz baja para no se ofendan los de la mesa de al lado) de la situación política. Ya casi he desistido.
Menos mal que ha venido a compensar esta situación Cristina Cifuentes con su Máster. De ese asunto sí que puedo hablar con todos –de izquierdas o derechas– y siempre acabamos echándonos unas risas. A mí ya me da un poco de lástima su berroqueña catadura.
Sábado, 7 de abril
OLVIDO
Era tan popular entre sus compañeros que cuando organizaron una comida con motivo de su jubilación se olvidaron de invitarle.
Domingo, 8 de abril
UN MAL SUEÑO
Voy contra mi interés al confesarlo, porque me quedan dos telediarios para ser uno de ellos, pero estoy desarrollando cierta alergia contra los jubilados. No contra todos, solo contra los escribidores. Parecen dedicados, de la mañana a la noche, a promocionar sus versos y su prosa. Cansan, pero nunca se cansan.
Hoy una novela, mañana un libro de poemas (o dos) y siempre la misma petición: “Dime tu opinión sincera, aunque sea negativa”.
Yo hojeo los volúmenes –por lo general aparecidos en una de esas editoriales que se dedican a la autoedición– y al día siguiente, mientras tomamos un café en Los Porches, les dedico unas cuantas vaguedades elogiosas que no comprometen a nada.
Tengo fama de ser un crítico cruel, pero yo no me meto con nadie que no merezca la pena.
Por la noche, en mis pesadillas, me veo a mí mismo, ya jubilado y descatalogado, yendo de un lado para otro suplicando algo de atención. Me despierto sudoroso y tardo en darme cuenta de que solo se trata de un mal sueño.
“Es difícil envejecer sin un poco de gloria o un poco de amor”, escribió Gil-Albert. Si es así, yo no debo de haber comenzado aún a envejecer porque me lo paso muy bien sin la una y bastante bien sin el otro.
Lunes, 9 de abril
ENCUENTRO
He estado muchas veces solo en ciudades en las que no conocía a nadie. Durante el día lo pasaba bien. Callejeaba, entraba en alguna iglesia, compraba libros, me sentaba a leer en una cafetería con amplios ventanales, miraba pasar la gente…
Pero, al llegar la noche, qué angustia tener que volver al hotel. Me demoraba por las calles del centro hasta que se iban quedando desiertas. En verano, no había problema, pero en invierno anochece demasiado pronto y el frío parece que se te mete en los huesos.
Una de esas noches, en Catania, caminando de prisa por la Vía Etnea, aunque no tenía prisa ninguna, oí mi nombre. Pensé que llamaban a otra persona. Volvieron a repetirlo con insistencia. Me volví. Una mujer trataba de alcanzarme.
––Qué rápido caminas. Estoy sin resuello.
Se puso a caminar a mi lado sin presentarse, como si yo tuviera que conocerla. Quiso cogerme del brazo y yo me aparté instintivamente.
––Disculpa.
Y luego me miró con ojos tristes, se dio la vuelta y desapareció por una callejuela oscura.
Me encogí de hombros. Estaba seguro que era la primera vez que la veía. Pero de vez en cuando sueño con ella y ya no estoy tan seguro.
Miércoles, 11 de abril
NO ME VENDO, ME REGALO
––Pero ¿todavía sigues en Facebook? – me pregunta un amigo alarmado–. ¿Es que no te has enterado de la filtración de datos? ¿No te importa que comercien con tu intimidad?
––No solo no me importa, sino que me gustaría que me explicaran cómo lo consiguen.
––¿No te importa que se aprovechen de lo que saben de ti para engañarte con noticias falsas?
––Yo cuando subo una foto, unos aforismos, un poema a Facebook lo hago, como cuando publico un libro, para que se entere cuanto más gente mejor. ¿Que lo que yo comparto en Facebook con cinco mil la empresa del señor Zuckerberg quiere compartirlo con cinco millones? Pues muchas gracias. Yo, encantado. Pero sospecho que le va a ser difícil conseguirlo. De esos cinco mil contactos, apenas cien son los que ponen un “me gusta y de esos cien la mayoría lo pone sin leer lo escrito, esperando simplemente que yo haga lo mismo con lo que ellos suben a la Red.
––Pero es que también venden tus datos a terceros.
––¿Venden mis poemas, mis fotos de Venecia, los selfiesen los que me esfuerzo en aparecer lo más favorecido posible? Pues ya me gustaría a mí conocer quiénes son esos compradores, no para pedir comisión, sino para agradecerles su interés por lo que a la mayoría de mis amigos no les interesa ni regalado.
––¡Tomas a broma lo que es un asunto muy grave! ¡La democracia está en peligro con los robots que difunden noticias falsas!
––Las noticias falsas no se inventaron ni siquiera cuando apareció el primer periódico impreso. Nacieron con el ser humano. Los periódicos no se crearon para difundir noticias verdaderas, sino noticias que interesaban al propietario del periódico fueran verdaderas o falsas.
––No te creo.
––Vete a la hemeroteca de El Mundo, La Razón…
––Claro, para ti solo los periódicos de izquierda dicen la verdad.
––¿Pero hay algún periódico de izquierdas? Dímelo para que comience a comprarlo.
––Ese papelucho que os gusta tanto a los progres, El País, ¿no es de izquierdas?
––Sí, tan de izquierdas como el presidente de Asturias, Javier Fernández, el político mejor valorado por los españoles, según El País, cuando defenestró a Pedro Sánchez para que Rajoy pudiera seguir en el gobierno.
––Pues ahora bien que combate tu periódico a Rajoy.
––¡No es mi periódico! Me dan grima sus titulares. Pero volvamos a lo de las noticias falsas. El primer productor de noticias falsas es el cerebro humano, que a partir de unos pocos datos se apresura a sacar conclusiones apresuradas y que actúa como un abogado de la Mafia (como cualquier abogado, en realidad): no le importa la verdad, sino lo que beneficia a su cliente. Por cierto, ¿no te resulta extraño que las noticias falsas que se difunden en la red siempre perjudican los intereses de quienes las denuncian? La Unión Europea, partidaria de que el Reino Unido siguiera formando parte del redil, denuncia que hubo una campaña de Rusia a favor del Brexit. ¿No hubo campaña a favor de que se rechazara en el referéndum? ¿No se difundieron noticias falsas para conseguirlo? Cuando quieras, te enseño yo unas cuantas publicadas en los principales periódicos europeos, no en los perfiles de Facebook.
––¡Pero es que la gente ya no lee periódicos, lo que se cree es lo que aparece en su muro de Facebook, que además está manipulado por un algoritmo para que solo aparezcan determinadas noticias, para que no se enteren de otras opiniones!
––Claro, por eso las noticias falsas benefician siempre a nuestros adversarios, porque las que van a favor de nuestros prejuicios las aceptamos de inmediato como verdaderas. Te cuento una anécdota de esta tarde. Tomo un café en el Vetusta, hojeo un libro. En la mesa de al lado, un grupo de señoras comentan que si Cataluña, que si Cifuentes, que si las reinas. Una de ellas saca el teléfono y lee: “El expediente académico de Pablo Echenique está falsificado. Aprobó la asignatura de Educación Física sin presentarse a ningún examen”. De inmediato, antes de que sus compañeras se rían de ese chiste sin gracia, la más tonta exclama: “¡Es que ellos son los peores, los más corruptos, y luego quieren ir por ahí dándonos lecciones!”
––No sé a qué viene eso.
–-Que todos somos, si no nos ponemos en guardia, como esa señora. Nos creemos cualquier cosa que nos cuenten de Trump, sea o no verdad, o de Podemos, si votamos al PP, o de los catalanes (Pedro de Silva ha escrito que la república que buscan no es más que un invento de Richelieu). Tenemos cien ojos para detectar las noticias falsas que nos perjudican mientras que las que nos benefician se nos vuelven invisibles. Te repito mi aforismo favorito: libertad de prensa es poder elegir el periódico que queremos que nos engañe. Para lo compramos, para que nos confirme en nuestra opinión de que Puigdemont es el diablo.
––¡Contigo no se puede hablar en serio!
––Pues hablo muy en serio cuando digo que me encanta que alguien comercie con mi intimidad. Yo la regalo todos los días en Facebook y a menudo tengo la desoladora impresión de que nadie la quiere ni regalada.
Jueves, 12 de abril
ANODINO Y VULGAR
Soy un tipo anodino y vulgar, pero estoy lleno de secretos que nunca cuento a nadie. O que les cuento a todos, que es la mejor manera de que no se entere nadie.