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Acción de gracias: No acaba aquí la historia


Sábado, 28 de octubre
QUIEN MANDA, MANDA

¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre! Ayer, por fin, y contra trancas y barrancas, había triunfado la democracia en Cataluña y hoy el león español, de un zarpazo, ha derribado todo el ilusionado castillo de naipes.
            ––De naipes, Martín, tú lo has dicho. No nace un nuevo Estado por mera voluntad de los ciudadanos. Necesita un ejército que lo sostenga. Propio o ajeno. En Crimea es ruso; en Letonia, las fuerzas de la OTAN, o sea, Estados Unidos.
            ––Ayer escuché, y por Radio Nacional de España, la votación de la independencia. Ya fue un logro que se celebrara. Me emocionó escuchar, al final, el canto de “Els segadors”. Temía que los locutores de Radio Nacional apostillaran la transmisión con alguna broma hiriente, con alguna de esas patochadas a que nos tiene acostumbrados estos días la prensa patriótica, o sea, todo la prensa española. Pero no, fueron respetuosos, buenos profesionales, y yo pensé en que representaban a una España mejor, de la que siempre formará parte Cataluña.
            ––Va a resultar que, después de tanto llevar la contraria, tú también eres contrario a la independencia.
            ––Ni contrario ni a favor. No es asunto mío. Contrario si la mayoría de los catalanes quieren seguir formando parte del Estado español; partidario, si desean formar un Estado propio.
            ––Lo segundo no ocurrirá nunca. Hasta ahora, para que eso no ocurriera, se aplicó la política del palo y la zanahoria. A partir de ahora se aplicará solo la política del palo, mucho más eficaz. No hay nada que negociar cuando cada una de las partes tiene su parte de razón, pero solo una de las partes tiene toda la fuerza.
            ––¿Y no vale de nada ganar una y otra vez las elecciones?
            ––De nada.
            ––Qué triste.
            ––Mañana, los españoles vamos a llenar las calles de Barcelona armados solo con la bandera rojigualda. No necesitamos más armas. Bastantes tiene la guardia civil y, si hiciera falta, el ejército. Pasado tendremos a Puigdemont en la cárcel o mendigando asilo político en el extranjero. Es lo que hay, Martín, es lo que hay. Te has apuntado al bando equivocado. Presumes de inteligente y, en cuestiones políticas, siempre metes la pata. Apostaste por Pedro Sánchez y ahí le ves, otra vez bajo el ala aleve de González y Guerra, formando el tripartito del que tanto renegó. No me extrañaría nada que mañana domingo su hombre en Cataluña se hiciera un selfie con la Pasionaria de Ciudadanos y el matón del PP, rodeados todos de banderas al viento.
            ––No acaba aquí la historia. En diciembre hay elecciones.
            ––El que no se consuela es porque no quiere. No te preocupes, que si el resultado no es el que tiene que ser ahí estarán los tribunales correspondientes anulándolo y procesando e inhabilitando a quien haya que procesar e inhabilitar.
            ––Qué triste.
            ––Será triste para ti. El resto de los españoles estamos contentos como unas castañuelas con la humillación de Cataluña, más contentos que si el Madrid derrotara al Barça por veinte a cero. Que es lo que ha ocurrido, gol arriba o abajo.


Domingo, 29 de octubre
CÓMO ME GUSTA VERME

Si no hubieras sido tú, ¿quién te habría gustado ser? Eres nervioso, irritable, un crítico malintencionado, das clase en la Universidad… Seguro que el temido Clarín.
            ––A veces pienso que soy su caricatura. Pero a mí me gustaría más parecerme a Feijoo, que llegó casi a los noventa años, que no conoció las delicias del matrimonio, que estaba al tanto de todo el movimiento intelectual de Europa, que se dedicó a combatir los errores comunes, que polemizó con este y con aquel, que le gustaba saberlo todo, discutir con todos. Una vida feliz la suya, al menos tal como yo entiendo la felicidad. Ciudadano libre de la República de las Letras, se definió; caballero andante de la razón y el sentido común, le definiría yo y me gustaría definirme a mí.
           

Lunes, 30 de octubre
DE HOY NO PASA

Llego a Tudela Agüeria un atardecer neblinoso. El taxista me deja frente a un OSCURO pabellón, que me hace pensar en el Hangar 1, donde se guardan los expedientes de la MUFO sobre ovnis.
            Me maquillan, me pone el micrófono y me dicen que mi entrevista será dentro de cuarenta minutos y que, mientras tanto, puedo esperar en la cafetería. ¡Cuarenta minutos! ¿Y qué hago yo en todo ese tiempo? No me he traído ningún libro, escribir haikus o aforismos ya me aburre, los periódicos del día los tengo leídos. Salgo un momento fuera y el fosco panorama parece el escenario perfecto para una película de terror (o para la aparición de una nave alienígena). Comienzo a lamentar haber aceptado esta invitación a hablar de mi último libro en un magazine de la televisión regional. Todo sea por la promoción.
            En el televisor de la cafetería tienen conectado el programa que me ha traído hasta aquí, De hoy no pasa, y en este momento están entrevistando a unos de los personajes que me preceden: un niño de ocho años que ha escrito un libro. Habla con tanta gracia y desparpajo que en seguido se me quita el aburrimiento. Pregunto si puedo esperar en el plató. Y puedo. Qué maravilla. El mal humor se me va de inmediato. Allí, a un lado, está Iván el Forajido (eso leo en el monitor) que, en directo, convierte la magia en madera, o la madera en magia, no sé bien; los presentadores hacen sus gracias, disparatan, regalan un jamón a quien responda adecuadamente a una llamada telefónica… Acostumbrado a Netflix y a otras modernidades, un programa como este me devuelve a la televisión de mi infancia.
            Y luego la entrevista comienza citando el prólogo de Enrique Bueres a Sin contemplaciones: “Entrevistar a José Luis García Martín es como bajar al infierno”. Y a partir de ahí todo es puro surrealismo. Yo lo paso muy bien, no sé los que me vieran, si alguien me vio.
            El viaje a Tudela Agüeria fue como un viaje en el tiempo. ¿Sirve para que se venda algo más mi libro? Lo dudo mucho. Y yo lo siento por el editor, no por mí. No soy un escritor profesional, no soy profesional en nada. Como me dijo un amigo, y me gusta repetir, yo no trabajo: juego a que trabajo. Quizá por eso me tumbo en la cama cada noche agotado y feliz, como el niño que se ha pasado todo el santo día correteando y enredando.


Martes, 31 de octubre
TODO UN PERSONAJE

Hablo de Campoamor en el salón de actos del Instituto de Estudios Asturianos, entre un crucifijo y la bandera que ahora se ha hecho tan famosa (a alguna gente le ha dado por adornar con ella sus ventanas para españolear un poco). El Instituto de Estudios Asturianos fue una institución de bien ganada fama franquista. Desde entonces se ha aireado bastante, aunque algo queda en la escenografía.
            Tuvo al frente, durante muchos años, a Jesús Evaristo Casariego, un escritor –no desdeñable, por otra parte– que había dirigido el diario falangista El Alcázar y al que se pensó invitar cuando inauguraron en el Fontán una placa que recordaba el paso por aquella plaza de García Lorca y la Barraca. Afortunadamente, alguien avisó a tiempo a los organizadores: “Ni se os ocurre. Va a contar lo que siempre cuenta. Que él estuvo allí durante esa representación y que con otros jóvenes de la Falange o de la Adoración Nocturna se dedicaron a boicotear el acto y a llamar maricón a Lorca”. Don Jesús Evaristo Casariego, director perpetuo del RIDEA, era sí. Recuerdo un artículo suyo a propósito de una conferencia en contra de la marginación de los homosexuales. Se titulaba: “La Universidad cede una cátedra a maricones y tortilleras”. Eran los años ochenta, no lo cuarenta.
            Me imagino que, tras su paso, este benemérito instituto sería desinfectado adecuadamente.

Miércoles, 1 de noviembre
CUENTO DE HADAS

Atraco a un banco en Cangas de Onís. Un thriller a la española. Rehenes, tiroteo, un guardia civil herido, el jefe de la banda que prefiere pegarse un tiro a volver a la cárcel.
            Se llamaba Juan Carlos Sahagún, había nacido en Miranda de Ebro en 1958 y antes de ser un atracador fue un héroe. El 6 de junio de 1970 se arrojó a las aguas del Ebro para salvar a dos hermanos, de 11 y 3 años, que estaban a punto de morir ahogados. Su valentía tuvo premio y resultó seleccionado en la octava edición de la Operación Plus Ultra, organizada por Iberia, la Sociedad Española de Radiodifusión y la Confederación Española de Cajas de Ahorro. A los diez niños premiados se les organizó un viaje de veinticinco días. En Roma los recibió el papa Pablo VI, en Bruselas la españolísima reina Fabiola. A Juan Carlos Sahagún, tras aquel viaje de fábula, se le concedió una beca de estudios. La vida se le había convertido en un cuento de hadas.
            ¿Cuándo cambió de rumbo? Era un atracador profesional, había estado varias veces en la cárcel. De que tenía agallas no hay dudas: se lanzó al agua aquel día de junio, sin pensárselo dos veces, cuando varios adultos miraban y no hacían nada, y dejó salir a los rehenes y luego se pegó un tiro esta mañana en una sucursal de esas antiguas Cajas de Ahorro que le habían premiado paseándole por Europa. Todo un personaje, sin duda. Merece que alguien escriba su historia.

Jueves, 2 de noviembre
RIVI CONTRA CAMPOAMOR

Me cuenta Conchita, de la librería Cervantes, las peripecias que tuvo que pasar para hacerle un homenaje a Campoamor en el teatro que lleva su nombre. “En el Ayuntamiento, me dijeron que encantados de colaborar y luego me pusieron todas las pegas posibles. Pasaron dos meses, tres meses, y no decían nada. Llamamos una vez, otra vez, primero que si los Premios Princesa, luego que si la jefa de protocolo estaba fuera, luego que ni no sé qué, nos hicieron rellenar no sé cuántos papeles, luego unos días antes quisimos anunciarlo y no dijeron que ni se nos ocurriera, que si lo hacíamos nos atuviéramos a las consecuencias, que faltaba por firmar un permiso y el concejal Rivi no encontraba tiempo para ello. Tuvimos que anunciarlo un día antes”.
            ––Y dejaron que el público se mojara frente al teatro, no abrieron la puerta hasta un minuto antes, poco faltó para que tuviéramos que aporrearla –añado yo.
            ––Creí que era una buena idea, pero parece que los que ahora administran el Campoamor odian a Campoamor. No cuentes esto en tu diario, por favor.
            –-No te preocupes, no lo haré. Yo no soy nada vengativo.





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