Sábado, 1 de abril
ELOGIO DE LA VEJEZ
Soy tan viejo que todavía recuerdo cuando el uno de abril era día de fiesta, fiesta en que media España celebraba la victoria sobre la otra media.
Ser viejo es meterse en un jardín y aparecer en un desván.
Ser viejo es lo mejor del mundo, salvo ser niño, ser adulto o ser joven.
Domingo, 2 de abril
EL MUNDO VA A CAMBIAR DE MANOS
Como no vi la información en ninguno de los periódicos regionales, llegué al pabellón de la Feria de Muestras temiendo que se hubiera suspendido el acto o, peor aún, que no hubiera nadie. Pero las dificultades para aparcar en torno al Molinón ya me hicieron respirar esperanzado. Fue un mitin como los de otro tiempo. Me pasé dos horas en pie, aplaudiendo a cada poco. Y al final, levanté el puño y canté La Internacional, algo que no hacía desde los años setenta. Me sentí rejuvenecido.
“Si te viera tu amigo Abelardo –me dice el joven poeta que me ha traído hasta Gijón en su coche–, seguro que no te publicaba nada más”.
“A mi amigo Abelardo quien le gusta como líder del PSOE es su paisana Susana Díaz, a la que por cierto no ha votado nunca ni piensa votar jamás. Y yo no tengo dudas de que la dirigente andaluza arrasaría si en las primarias, además de los militantes, pudieran votar los no simpatizantes del PSOE. Afortunadamente esos no votan, aunque hagan campaña por ella un día sí y otro también en los principales periódicos”.
Vuelvo de Gijón reconfortado. Me alegra comprobar que mi indignación y mi rabia por la indignidad de la Gestora es compartida por mucha gente, y no solo por los votantes socialistas, también por bastantes de los militantes de toda la vida. No, no nos traicionó el partido al que confiamos nuestro deseo de iniciar un nuevo tiempo, sino que el partido fue también traicionado por unos cuantos dirigentes.
Me vienen a la cabeza unos versos que leí no sé dónde: “A la izquierda, muchachos, / siempre a la izquierda, / pero no más la izquierda / de vuestro corazón”.
Me siento como hace cuarenta años, cuando tenía la ilusión de que podía cambiar la historia. Tengo la impresión de que estamos en un periodo de interregno: el reinado de Juan Carlos ha terminado de mala manera; el de Felipe VI aún no ha empezado de verdad. Estamos como en los años que van del 75 al 78. Franco ha muerto, pero su cadáver sigue en pie en la mayoría de las instituciones. Tenemos un nuevo rey, pero los protagonistas de la corrupción legalizada o consentida (peor quizá que la otra), siguen ahí.
Para arrumbar lo viejo, para que nazca un nuevo tiempo, quiero arrumbar el hombro. ¿Es tener un alto concepto de sí mismo pensar que puedo contribuir a cambiar la historia de España? La verdad es que nunca he estado escaso de autoestima, pero de sobra sé que si algo va a comenzar a cambiar el 21 de mayo es porque hay más gente que piensa como yo que la que podría pensarse leyendo los periódicos. Lo acabo de comprobar.
Lunes, 3 de abril
UNA VIEJA PARÁBOLA
Mi memoria está llena de libros que no sé si existen o no. Por ejemplo, El libro verdadero del país austral de las flores, escrito por un improbable Dschuang Dsi algunos años antes de Cristo.
En ese libro leí por primera vez la parábola de la perla perdida y encontrada. El señor de la Tierra Amarilla se paseaba por las fronteras de su reino, un reino que abarcaba todo el universo conocido. Desde lo alto de la más alta montaña, se deleitaba contemplando la puesta del sol y el ir y venir de los guerreros por la Gran Muralla. En esto perdió su perla mágica, que llevaba colgada al cuello. Envió el conocimiento a buscarla, pero no la encontró. Envió la voluntad en su busca y no fue capaz de dar con ella. Envió la memoria a recuperarla y volvió igualmente con las manos vacías. Envió entonces al olvido de sí mismo a buscarla y el olvido de sí mismo la encontró.
Esa perla mágica es la perla de la felicidad.
Martes, 4 de abril
HAY POETAS QUE SOLO TIENEN BIOGRAFÍA
Me llega la noticia de la muerte de Yevgueni Yevtushenko y, como hago siempre en estos casos, busco en la biblioteca algún libro suyo. Encuentro Manzanas robadas, una antología con prólogo de Luis García Montero. El título, curiosamente, coincide con el del último libro mi en un tiempo amigo y siempre admirado Miguel d’Ors. No creo que sea un homenaje, sino más bien una coincidencia que no le hará ninguna gracia descubrir.
Yo siempre digo que, si un aforismo no se le ha ocurrido antes a otro, no es un buen aforismo. Creo que lo mismo pasa con los títulos. Imposible no repetirse, salvo que el título sea un desastre como aquel de una poeta que ganó, me parece, el Adonáis: Urgencias de un río interior. En fin, no digo cómo lo traduciría aquel alumno al que Juan de Mairena mandó poner en lenguaje poético un verso de Caballero Bonald –“los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”– y él escribió “lo que pasa en la calle”.
Yevtuschenko era todo un personaje, un youtuber antes de youtube que llegó a llenar estadios como otros llenan locales nocturnos con sus recitales. ¿Pero era también un poeta? La versión de Javier Campos, hecha directamente del inglés, según se nos indica, no permite averiguarlo. Así comienza el poema que da título a la antología: “Las rejas se fueron abajo por la tormenta / y nosotros, niños ladrones entre las tristes sombras, / éramos entibiados por nuestras camisas / repletas de manzanas robadas”.
¿Éramos entibiados por nuestras camisas? Qué cosas. No sé si a Yevtuschenko le habría llamado Dios por el camino de la poesía, pero sospecho que este traductor “directamente del inglés” de poemas escritos en ruso, no le ha llamado por el de la traducción de poesía.
“Quizá escribir versos solo sea / otra manera de robar manzanas”. termina el poema de Miguel d’Ors que da título a su nuevo libro. No necesitó copiarlo de nadie; también él robo manzanas cuando niño y añora su sabor a libertad y aventura.
En el prólogo a la antología de Yevtushenko, encuentro los cuatro versos que me volvieron a la memoria mientas escuchaba a Pedro Sánchez: “A la izquierda, muchachos, / siempre a la izquierda…”
Resulta que son del poeta ruso Yevtushenko –uno de esos poetas que sí tienen biografía, aunque quizá no obra– y que los escribió directamente en español.
Miércoles, 5 de abril
POR ENCIMA DEL HOMBRO
Quedo aterrado al comprobar, una vez más, la rapidez con que un “es” se convierte en un “fue”. Me pregunta mi amigo Vicente García que si tengo noticias de la muerte de Manuel Aragón, el editor y bibliófilo que firmaba sus versos como Ángel Pariente. “No sé nada –le digo–, ¿dónde lo has leído?”
Tecleo en Google para confirmar la noticia y lo primero que me aparece es la página de la Wikipedia. Comienza así: “Ángel Pariente (Gijón, Asturias, 5 de abril de 1937-3 de abril de 2017) fue un poeta español. Su nombre completo era Manuel Ángel Aragón Pariente”.
Me deja aterrado ese cambio verbal que cae raudo como la hoja de una guillotina y admirado la actualización casi instantánea de esa admirable enciclopedia colaborativa y digital.
A Manuel Aragón lo conocía allá por 1979 cuando me encargó la antología de poesía última que luego acabó titulándose Las voces y los ecos. Buena parte de lo mejor de Ediciones Júcar a él se le debe. Más adelante quiso que me ocupara de un autor en la colección Los Poetas, que él dirigía. Yo, que había leído con admiración Las monedas contra la losa, le propuse a Carlos Bousoño. A él no le convencía del todo: “Es buen teórico, pero como poeta…”
Cambié entonces por Francisco Brines, que acababa de publicar Insistencias en Luzbel. En la admiración por Brines coincidimos ambos. Pero el poeta de Oliva, al que algo le había molestado en las reseñas que le dediqué en Jugar con fuego, no se mostró demasiado entusiasta. No sé si llegó a proponer a otro autor, creo que a Alejandro Duque Amusco, para el libro sobre su obra. Manuel Aragón insistió en mi nombre. Brines aceptó a regañadientes, pero puso la condición de que tenía que ir dando el visto bueno a cada capítulo. Yo no me sentía cómodo con el poeta mirándome por encima del hombro, a ver si escribía algo inconveniente, y acabé rechazando el encargo. A Francisco Brines le sustituyó Fernando Pessoa y creo que todos acabamos ganando con el cambio.
Jueves, 6 de abril
TRABAJAR CANSA
De pronto, al salir de clase, a las ocho de la tarde, y pensar en que mañana a las nueve tengo que estar de nuevo en clase, se me viene encima todo el cansancio acumulado de estos días y me da por pensar si lo estaré haciendo bien.
“¿No deberías estar ya jubilado y dedicarte solo a escribir?”, me pregunto luego mientras charlo con unos amigos en el Vetusta.
¿Dedicarme solo a escribir? Qué aburrimiento. Para escribir con una hora al día tengo bastante. Para vivir, en cambio, las veinticuatro horas del día me parecen pocas.
Viernes, 7 de abril
SI DICES LA VERDAD
“Si dices la verdad no la repitas. / Solo el que miente insiste”, son versos de Aquilino Duque que a mí me gusta repetir, aunque no esté de acuerdo con ellos.
La verdad, o lo que nosotros creemos que es verdad, debemos repetirla una y otra vez. Solo así conseguiremos que alguien se entere.
Claro que si una mentira repetida cien veces se convierte en una verdad, como dicen que dijo Goebbels y saben bien las agencias de publicidad, una verdad repetida cien veces puede convertirse en un aburrimiento.
Por eso algunos decimos siempre lo mismo –otra manera de robar manzanas–, pero procuramos decirlo cada vez de una manera distinta.