Sábado, 4 de marzo
LLAMO LA ATENCIÓN
Estoy, como cada tarde, trabajando en mi rincón de Los Prados (me divierte llamar trabajo a lo que yo hago), cuando se me acerca una niña, de unos diez o doce años: “Perdone que le moleste. ¿Podría hacerle una pregunta? Es que a mi amiga –y me señala unas mesas en que varias niñas de su edad parecen estar celebrando un cumpleaños– le gustan mucho los libros y se ha extrañado de verle leer aquí, en McDonald’s, y le gustaría saber qué libro está leyendo”.
Le enseño el libro que tengo entre manos, con la foto de un padre que le pasa la mano por encima del hombro a su hijo adolescente en la portada. La amiga interesada, al ver que yo respondo amablemente, se ha acercado también.
----Es una obra muy emocionante de Javier Gomá. Se titula La imagen de tu vida. Un hijo habla de su padre después de la muerte de este y de la imagen que cada uno de nosotros deja al morir.
----¿Es un niño quien habla? ¿Es el que aparece en la portada?
----Es ese niño cuando tiene cincuenta años –y les enseño la foto de la solapa. El libro se refiere también de lo que queda de nosotros después de la muerte o de lo que nos gustaría que quedara.
----¿Y puede concentrarse con tanto barullo?
----Claro. ¿No veis a esa gente que en cuanto se ponen a hablar por un móvil o a mirar la pantalla es como si desapareciera todo lo que hay a su alrededor? Pues a mí me pasa lo mismo con un libro, claro que no con cualquier libro. Y en la mesa de una cafetería, no mientras cruzo la calle en rojo o camino tropezando con todos, como hacen los del teléfono.
Domingo, 5 de marzo
EL MAL QUE HICIMOS
Veo Logan, la última aventura de Lobezno, el superhéroe de la Marvel, y como en el soneto de Guillén “me angustia una certeza”, no la del futuro del mundo, la de mi propio futuro.
Le quito los episodios de reiterada violencia, tan poco convincentes en su fantasiosa explicitud de vídeo juego, ¿y qué me queda? Envejecer, morir, como el único argumento de la obra.
Al antiguo héroe, que ahora trabaja como conductor de limusinas mientras cuida de su viejo maestro que padece alzheimer, le surge la oportunidad de una última aventura. Se niega a ella todo lo que puede.
Como don Quijote lee sus aventuras en un libro, así él se encuentra con las suyas en las páginas de un cómic. Comprueba que están llenas de mentiras: las cosas nunca son como se nos cuentan.
No existe el Edén a donde ha de llevar a Laura junto a los otros niños mutantes salvados de la matanza de los inocentes. Es solo un invento de fantasiosos guionistas. La enfermera Gabriela ha tomado la dirección del refugio seguro de un simple tebeo.
No existe, o quizá sí, al otro lado de la frontera. Como Moisés, muere Logan al borde de la tierra prometida.
En la habitación de un hotel de Las Vegas, Charles Xavier, el viejo profesor, ve Raíces profundas con Laura, la niña mutante. Desde ese momento yo veo dos películas: el viejo western sirve de trasfondo a las desventuras de Lobezno.
Shane, el enigmático pistolero que ha salvado a una humilde familia del acoso del terrateniente, ha de seguir su camino solitario, no puede quedarse a disfrutar de una vida apacible. “El daño que hemos hecho nos acompaña siempre”, dice o creo recordar yo que dice.
Pasa el tiempo y perdonar el mal que nos hicieron resulta fácil. Pero, por mucho tiempo que pase, qué difícil, qué imposible resulta perdonarnos el mal que hicimos.
Lunes, 6 de marzo
CIORAN EN VILLAVICIOSA
Para el hombre rutinario, y yo creo serlo más que nadie, todo se convierte en aventura. Por ejemplo, que un amigo me lleve, poco más de veinte minutos de coche, hasta el taller del pintor Guillermo Simón, en un pequeño alto frente a la ría de Villaviciosa. Entre sus nuevos lienzos, que algo recuerdan a los repetidos nenúfares de Monet, aparece, arrumbado contra la pared del estudio, un homenaje a Cioran.
----Hubo un tiempo en que caí bajo su maleficio –nos dice el pintor. En París estuve a punto de conocerle. Me señalaron la buhardilla en que vivía y yo llegué hasta el portal, pero no me decidí a subir. Me dio por pensar que si hablaba con él acabaría por robarme todo el interés por la vida.
La tentación de existir se titula el homenaje. Pero yo pienso que la verdadera tentación, la mayor tentación de todas, es la de no existir. En una versión apócrifa de la Biblia, que Borges reproduce en alguna de sus antologías de la literatura fantástica, lo que Eva ofrece a Adán no es una manzana, sino un fruto venenoso, o quizá era una manzana,pero como la de Alan Turing, llena de cianuro. La tentación de la serpiente es el suicidio, ser como Dios, volver a la nada, el verdadero paraíso, manchado por la diabólica creación.
Bajamos luego hasta la playa y los penumbrosos pinares de Rodiles. La anticipada primavera, el juego de las luces y las sombras, el ir y venir de las olas sobre la arena solitaria, me hacen olvidarme de Cioran y la tentadora oferta que reiteraban una y otra vez sus libros, oferta que él mismo siempre se negó a aceptar.
Mientras regreso en coche a Oviedo, recuerdo uno de sus aforismos: “Nadie puede conservar su soledad si no sabe hacerse odioso”.
Martes, 7 de marzo
MINTIERON LOS PADRES DE LA PATRIA
Tras la lectura de poemas en la librería Cervantes, menos tediosa (o así me pareció a mí) de lo que suelen ser estos actos, discusión política con el poeta José Luis Argüelles. Le sorprende que yo me haya afiliado al partido en el que ponía y quitaba presidentes un tipo como Fernández Villa. “De esa España venimos”, le digo. “De una España en la que Fernández Villa era un héroe sindical y un personaje como el anterior jefe del Estado un admirado estadista. Nos engañaron. Nuestros padres mintieron, como en el poema de Kipling que copia Juaristi. Nuestros padres, nuestros periodistas, nuestros políticos. Me gustaría hacer todo lo posible para que esas cosas no vuelvan a suceder”.
Miércoles, 8 de marzo
NO TE PREOCUPES
Voy con Martín, Cristian y Marta a visitar por primera vez a Ana, la hija de mi amigo Alfonso, la hermana de Ernesto. Como todo es relativo, Ernesto, que hasta hace menos de una semana era un niño, ya parece un adulto con su hermana en brazos, mirándola sonriente y protector, y el bebé Martín, que aún no ha cumplido medio año, parece un gigante, un orondo buda, comparado con la minúscula maravilla de Ana, ese ser de otro mundo mejor, recién llegado a este y que aún no se atreve a abrir del todo los ojos por miedo a que no le guste demasiado lo que ve.
No te preocupes, Ana, aún te quedan algunos años antes de que puedas leer los periódicos, ver las noticias y darte cuenta del mundo injusto en que te ha tocado vivir. Disfruta hasta entonces, querida Ana, diminuta Ana.
Jueves, 9 de marzo
INCONVENIENTES DE LA OCIOSIDAD
Supongo que como para todo el mundo, los días no siempre tienen para mí el mismo número de horas. Unas veces, las menos, se me quedan cortos y otras parece que les sobran horas por todas partes.
Siempre hago lo que tengo que hacer en la mitad del tiempo que he previsto para ello y luego, claro, no me queda más remedio que aburrirme. He probado a ir más despacio, por supuesto, e infinitas veces, pero a menor velocidad todo me cuesta más esfuerzo y no por eso me queda mejor. O sea, que he terminado por acostumbrarme a mi tempo, siempre molto accelerato, aunque luego me sobre tiempo. Y ya se sabe que el demonio, o como quiera llamársele, prefiere la ociosidad para hacer de las suyas.
Había terminado de hojear los libros que me habían llegado esta mañana sin clases (todos de poesía, pero sin un sorbo de poesía que llevarse a la boca), cuando una desconocida, sin decir palabra, se sentó frente a mí y se quedó mirándome fijamente. "¿Nos conocemos?", dije por decir algo. Siguió mirándome, sin despegar los labios, sin fingir siquiera una sonrisa. Comencé a sentirme incómodo, iba a levantarme, a cambiar de sitio, cuando ella susurró: "Demasiado".
Entonces se acercó el camarero, Íñigo, a preguntarle si quería tomar algo. "Ya me iba", respondió. "He pasado solo a saludar a este canalla". Íñigo puso la misma cara de sorpresa que puse yo.
Cuando la mujer se alejó, me dijo: "Cuánta gente chiflada hay en el mundo".
Yo me quedé entre extrañado y asustado. Todos tenemos un pasado tapiado, encerrado con cien llaves, que solo vuelve en alguna pesadilla, pero estoy seguro de que aquella mujer no forma parte de él ¿O sí? Mi memoria siempre ha sido pésima para lo que no me interesa recordar.
Viernes 10 de marzo
UN LISTILLO MÁS
Voy contra mi interés en confesarlo, como dice Bécquer en la más campoamoriana de sus rimas, pero mi deporte favorito, el que nunca me cansa, consiste en tratar de demostrar que soy más listo que nadie.
Como no es una actividad que ayude a triunfar ni a hacer amigos, trato de encontrarle alternativas. No se las encuentro. Nada me apasiona tanto como demostrarle a un catedrático de derecho constitucional que la constitución española no afirma que el jefe del Estado no pueda ser juzgado por los delitos que pueda cometer como ciudadano particular. Solo es inimputable en su actividad pública, de la que es responsable el gobierno. Nos mintieron en eso, como en tantas cosas.
Me apasiona tratar de demostrar que soy más listo que nadie, pero está claro que no lo soy –solo un listillo más--, puesto que no soy capaz de disimularlo.