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Sin trampa ni cartón: Confesiones inconfesables

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Sábado, 10 de septiembre
LA MITAD DE MI VIDA

He pasado la mitad de mi vida buscando pareja y la otra mitad tratando de escapar de ella en cuanto la encontraba.

Domingo, 11 de septiembre
UNA PARADOJA

“Algunos psiconalistas –leo en un libro de Pierre Bayard– han hecho hincapié en la profunda ambivalencia que mantenemos con quienes nos ayudan, a veces hasta el extremo incomprensible de llegar a odiarlos. Una paradoja que no sorprende a quienes están familiarizados con la vida inconsciente. Contraer deudas con otro nos remite a situaciones infantiles de dependencia y nos recuerda la impotencia de la infancia, que tratamos de olvidar en nuestra vida adulta”.
            Quizá por eso, para evitar odios futuros, yo procuro no hacer favores a nadie, Salvo que me divierta hacerlos, porque entonces el favor me lo hago a mí mismo.
            El más beneficiado en un intercambio de favores suele ser el que lo da, no el que lo recibe.
            Hacer favores es un placer por que el que nunca nos mostraremos suficientemente agradecidos; necesitar el favor ajeno, una humillación involuntaria que debemos aprender a perdonar.


Lunes, 12 de septiembre
LAS NOVIAS DE CARLOS BOUSOÑO

Una frase que estoy harto de oír y que me irrita un poco: “No se puede discutir contigo”. Reconozco que discutir me gusta tanto como jugar al ajedrez y que en un caso y otro pongo todo mi esfuerzo en ganar la partida. Pero siempre respetando las reglas y sin hacer trampas. De lo contrario, ¿qué merito tendría la vistoria? Y pongo mucho cuidado en no debatir sobre cuestiones opinables, en las que cada uno tiene su parecer. Solo polemizo cuando existen datos objetivos y argumentos lógicos para confirmar o desmentir una afirmación.
            Comento con mi amigo Abelardo Linares, en una de esas interminables llamadas telefónicas suyas que tanto me divierten, un artículo de Ruth Bousoño, “abogada del ICAM, filóloga y letrada del Tribunad de la Rota”, como figura tras su nombre (no vaya a creer alguien que es solo la viuda de un escritor). Lamenta en él que una reciente biografía de Aleixandre, La memoria de un hombre está en sus besos, de Emilio Calderón, haya dado una imagen deformada de la sexualidad de su marido y que ese hecho haya recibido en los medios un tratamiento propio de los programas de cotilleo de la televisión. Le digo que ese artículo es un ejemplo de error argumentativo y que demuestra exactamente lo contrario de lo que pretende y él, como de costumbre, no está de acuerdo. Me froto las manos. Será una victoria fácil.
            –-Vamos a ver, Abelardo, el artículo se titula “La imagen deformada de la sexualidad de Bousoño” (La Nueva España, 31 agosto 2016). Y uno de sus párrafos dice así: “Los que han armado ese circo esperpéntico alrededor de un hombre de la talla intelectual y moral de Carlos Bousoño parecen desconocer –o hacen como si no lo supieran– que la trayectoria heterosexual intensa e ininterrumpida de Carlos Bousoño es conocida de todos los que lo trataron. Y hay pruebas contundentes en su extraordinario archivo personal de ello: cartas y fotos muy explícitas, de muchísimas de las novias y amantes que tuvo a lo largo de toda su vida, desde los diez años”.  Y no se conforma con eso. Enumera minuciosamente esas novias (el catálogo mozartiano de las “mille e tre” se queda corto), a muchas de las cuales conoció personalmente: el poeta las invitaba a cenar con él y con Ruth.
            ––¿Y qué hay de extraño en ello? Eran relaciones anteriores a su matrimonio.
            ––Cierto, nada agrada más a un marido que el que su mujer invite a comer a su antiguo novio, o a una mujer encontrarse a su pareja tomando una copas amigablemente con su exmujer.
            ––¡Que sabrás tú de parejas si, que se sepa, nunca has tenido ninguna!
            ––No es mi vida privada la que está en cuestión, sino la de Carlos Bousoño que su viuda se ha encargado de airear en página y media de un periódico más impúdicamente que las novietas de este o aquel famosillo en ningún programa de cotilleo. Pero toda esa heterosexualidad “variada e intensa” no desmiente las primicias documentales de Emilio Calderón: unas cartas de amor entre Vicente Aleixandre y Carlos Bousoño que, si ahora se hacen públicas, es porque antes Ruth Bousoño las aportó a un pleito en el que se disputaba la herencia del premio Nobel para confirmar la estrecha relación entre ambos. Afirma que esas cartas son propiedad de ella y de sus hijos, y tiene toda la razón, pero fue ella quien las dio a conocer en sede judicial por razones económicas y son cartas que no dejan ningún lugar a dudas. Bousoño fue uno de los grandes amores de Aleixandre y Aleixandre uno de los grandes amores de Bousoño. Una historia de amor siempre es hermosa y en nada hace desmerecer a sus protagonistas. Nada impide que ambos pudieran vivir otras historias (en la mayor parte de las vidas, por cortas que sean, caben varios amores eternos), con hombres o con mujeres. Pero la retahila de novias que Aleixandre le recita de vez en cuando a José Luis Cano en sus cartas y en los Cuadernos de Velintonia resulta más que sospechosa (no queda prueba documental de ninguna de ellas); tanto como el catálogo de las “mille e tre” conquistas de Bousoño que enumera su viuda en el artículo citado, que sirve así para llevarnos a suponer exactamente lo contrario de lo que ella pretendía. No habría bisexualidad: las novias eran solo escudo y escaparate.
            –-Lo que importa es la obra, la vida privada no debería importarnos.
            ––Pues a su viuda le importa mucho airearla. Cualquier día hasta es capaz de dar a conocer esas fotos muy explícitas a las que alude. A la obra no deberían afectarla estas revelaciones. Pero afectan de alguna manera. La cobardía vital, la continua y deliberada impostura no salen gratis. Recuerda los versos de Cernuda: “Pero el aplauso humano tú nunca lo buscaste  / y menos cuando fuera su precio una mentira”.
            ––No estoy de acuerdo con nada de los que dices. Bousoño tuvo muchas novias y su viuda hace bien en recordárnoslo, frente a ciertos biógrafos desinformados. Pero tú te empeñas, como siempre, en llevar la contraria. No se puede discutir contigo.
            Después de un rato más de vapulear dialécticamente al paciente Abelardo, que se empeña en defender lo indefendible, cuelgo el teléfono con una sonrisa. Pero al rato siento un poco de mala conciencia. De Bousoño, a quien conocí personalmente y con quien me escribí durante un tiempo, aprendí mucho. Y no fui nada agradecido con él: al maestro, cuchillada. Pero al menos no he contribuido a su desprestigio actual. Sospecho que Ruth Bousoño no podría decir lo mismo.


Martes, 13 de septiembre
ORGULLO SIN GLORIA

Siempre me hace ilusiòn la primera clase de cada curso, siempre me alegra el día. Luego las cosas no salen a menudo como uno había planeado. No consigues conectar con los alumnos, tienes la sensación de hablar en otro idioma, piensas que no estás haciendo bien tu trabajo. Pero nada de ello empaña el regalo de ese momento en que abres por primera vez la puerta del aula, te acercas a la mesa, miras las caras expectantes de los alumnos y sabes que un poco gracias a ti serán mejores que tú y que ninguna de las grandes creaciones de la humanidad –desde la obra de Shakespeare hasta las últimas teorías sobre el origen del universo– habría sido posible sin la labor paciente y anónima de gente como tú, aunque también cometieran errors en su trabajo. Por un momento, al abrir la puerta del aula, al comenzar a hablar, te sientes orgulloso de formar parte de ese heterogéneo colectivo, tan menospreciado a veces, de los profesores.

Miércoles, 14 de septiembre
ACERCA DEL ÉXITO

“Si no te hubieras dedicado a la crítica, o si hubieras sido un crítico más amable, menos Martín y más Morante Martín, habrías tenido mayor éxito como poeta”, me dicen de vez en cuando los amigos.
            Yo no sé si tengo como poeta menos éxito del que merezco (no faltará quien piense que tengo más, por poco que sea). Lo que sí sé es que tengo todo el que necesito. E incluso podría vivir perfectamente con menos.
            A Carlos Edmundo de Ory le horrorizaba haber escrito una obra maestra (o eso creía él) y vivir desconocido. A mí me parece la mejor manera de vivir. Para conseguirlo ya solo me falta escribir una obra maestra.



Jueves, 15 de septiembre
OTRA PARADOJA

¿Hay algo más políticamente correcto que la expresión “políticamente no correcto”? Un escritor ha arremetido con reiterada contundencia contra los homosexuales, contra los inmigrantes, contra las mujeres, contra la literatura actual (en conjunto, sin más excepción que algún mediocre amigo), contra el islam; ha declarado que la prohibición de fumar en los locales públicos es un atentado a las libertades individuales más grave aún que las leyes antisemitas de los nazis. Pero en lugar de calificársele como homófobo, racista, desinformado, proclive al ofensivo disparate, se dice de él que era “políticamente no correcto”. Un eufemismo muy “políticamente correcto”.

Viernes, 16 de septiembre
SALVO A MÍ MISMO

A veces pienso que si yo nunca he sido capaz de odiar de verdad a nadie es porque nunca he sido capaz de amar de verdad a nadie.






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