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Nadie lo diría: El secreto del corazón

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Sábado, 7 de febrero
MISTERIOS Y FALSOS MISTERIOS

Afirma Valery que no hay misterios, sino falta de datos o cortedad de la mente. No estoy muy de acuerdo. Hay misterios, no solo falsos e interesados misterios, como los del suicidio del fiscal argentino (aún siguen mareando la perdiz del asesinato) o las finanzas de Podemos. Hay misterio: basta con mirarse al espejo para encontrar un enigma sin solución.


Domingo, 8 de febrero
CUESTIÓN DE TAMAÑO

Somos del tamaño del amor que nos tienen. Hoy soñé que, como el protagonista de no sé qué película, yo me iba volviendo más y más pequeño hasta el punto de correr el riesgo de que cualquier transeúnte me aplastara con sus zapatones.
            Si yo fuera del tamaño del amor que tengo, podría alcanzar la luna con la mano.


Lunes, 9 de febrero
ESTAR DE MÁS

Sigo con Valery: “Escribir es necesitar a los demás”. Vivir es necesitar a los demás. Si no necesitas a nadie, es que estás muerto. ¿Y si todo el mundo empieza a necesitarte cada vez menos? Bah, eso es normal, eso es solo que te estás haciendo viejo.


Martes, 10 de febrero
ME APUNTO A UN GIMNASIO

Entrenarse para ser feliz como se entrena uno para tirar al blanco.


Miércoles, 11 de febrero
EL CASO MONTORO

----Qué calladito estás, Martín, cuando te conviene. Anda una señora poniéndote verde por los periódicos y las redes sociales y tú sin decir ni mu. Acusan con pruebas a tus amigos de Podemos de cometer fraude fiscal y tú a mirar para otro lado. Y menos mal que no tratas de convertir el caso Monedero en el caso Montoro.
            ----Yo procuro hablar lo menos posible de política. Trato de que ni siquiera se sepa si voto a un partido o a otro. ¿Y sabes por qué? Por respeto a los lectores. Tengo lectores de todas las ideologías y no quiero molestar a ninguno.
            ----¡Qué hipócrita eres! No sé si tienes pocos o muchos lectores, pero de lo que estoy seguro es de que cualquiera de ellos sabe de qué pie cojeas... y no solo en el sentido político.
            ----Soy de los que piensan que un caballero nunca habla de política, si puede evitarlo, ni anda por ahí contando con quien se acuesta o con quien se levanta. Otra cosa es que me guste razonar. Mira uno de los editoriales de El País de hoy. Ya sé, ya sé que siempre utilizo el mismo periódico. Pero es que es un periódico al que, como a mí, le gusta dar lecciones de rigor y de ética a los demás. Y hasta de vez en cuando acepta alguna regañina del defensor de los lectores. Dice el editorial que Monedero “ha ofrecido datos sobre los saldos de sus cuentas, pero la información hecha pública no despeja las incógnitas abiertas”. Cualquier persona normal, pensaría que las despeja. Si El Mundo dice en portada que Monedero tiene setecientos mil euros en la cuenta de tal banco y él muestra un documento del banco con el saldo de su depósito, muy inferior, ya queda aclarado ese asunto. Pero El País se sale por la tangente y lo que nos dice es que esos documentos bancarios no aclaran las dudas que “hacen referencia a la procedencia de ese patrimonio y su relación con la financiación del partido”. Ni las aclaran ni tienen que ver con esas dudas. Sí aclaran la mentirosa portada de un determinado diario, a la que El País no alude porque puede más el afán denigratorio de Podemos que la rivalidad periodística. Continúo: “El hecho de haber presentado una declaración fiscal complementaria indica que el propio Monedero era consciente de la naturaleza evasiva de las operaciones que había realizado”. De lo que era consciente es de que iban a por él. ¿Es ilegal crear legalmente una empresa para pagar menos impuestos? Pues que empiecen a investigar todas las empresas creadas por futbolistas, conferenciantes de lujo, cantantes y demás. Lo que resulta raro es que un particular pague por los mismos ingresos mucho más que una empresa. Pero no entremos en eso. Quedémonos en que el editorial de El País engaña a sus lectores: Monedero si aclaró la falsedad de los informes sobre sus cuentas y, a pesar de ello, y gracias a editoriales como ese, se siguen repitiendo como verdad  determinadas mentiras.
            ---Pero no me dirás que no te asquea, a tí que eres tan ético, eso de cobrar dinero por asesorar a un gobierno como el de Venezuela.
            ---A mí no me asquea trabajar para ningún gobierno democrático. Hacer negocios con gobiernos dictatoriales que además humillan especialmente a las mujeres, el de Arabia Saudí sin ir más lejos, y servir de intermediario en esos negocios como el anterior Jefe del Estado (cobrando o sin cobrar, que eso nunca lo sabremos) si que me asquearía un tanto.


Jueves, 12 de febrero
FOTOS ÍNTIMAS

Cualquier día es una caja de sorpresas que comienza a abrírse al despertar cada mañana y uno nunca sabe lo que contiene. Lo primero que vi en ella hoy fue una cara sonriente que mi miraba sin decir nada. Lo segundo, que aquella habitación en la que me había despertado no era la misma en la que me había acostado, o creía haberme acostado porque poco a poco, desvanecidas las nieblas del sueño, comenzaban a venirme algunos inconexos recuerdos a la memoria. "Entonces, ¿me quedé en tu casa?", "Eso parece". Habíamos estado hablando hasta muy tarde, comentando sus poemas y algunas lecturas comunes. Lo último que recuerdo es que hablamos de Pessoa y de lo tedioso que había acabando resultando el juego de los heterónimos en manos de sus imitadores. "Tú también parece que has incurrido en él, ¿o no?". Me ruboricé un poco ante lo que me pareció un reproche y luego me volví a ruborizar al darme cuenta de que estaba desnudo, completamente desnudo, bajo las sábanas. Lo que había ocurrido entre una cosa y otra se me había borrado por completo de la memoria. "Bueno, voy a preparar el desayuno mientras te vistes. No quiero que por mi culpa llegues tarde a clase”. Miré entonces la hora y me sobresalté al comprobar que eran más de las ocho y media. "No voy a tener tiempo a desayunar", dije y comencé a vestirme rápidamente. "Para un café y un zumo sí que tendrás tiempo". De la cocina llegaba ya el aroma del café recién hecho. Apuré de un sorbo una taza de café solo y muy caliente, como a mí me gusta, y sin apenas despedirme bajé a la calle. Al salir del portal me desorienté un poco. No reconocía aquella calle. Y lo más preocupante no sabía cómo había llegado hasta allí. Pero me bastaron unos pasos para que todo volviera a estar en su sitio. Me encontraba en un barrio nuevo, entre el Campillín y San Lázaro. Pasaban ya de las nueve, no iba a llegar a tiempo a clase. Recordé entonces que era jueves y que en el nuevo cuatrimestre tengo libre ese día. Me tranquilicé un poco y pensé en volver y disculparme por mis prisas, me había ido sin siquiera despedirme y sin agradecer la hospitalidad. No fui capaz de encontrar el portal, todos parecían iguales, y por otra parte tampoco recordaba el piso. Volví a casa, me duché y cuando me ponía a escribir, como hago todas las mañanas, sonó el teléfono. "Te he llamado a las diez en punto para cogerte entre clase y clase. Me apetecía volver a oír tu voz. Te fuiste tan deprisa que hasta te olvidaste de despedirte. Tienes que volver para acabar de contarme la historia de Pessoa y Ofelia. ¿Es cierto que la rechazó dos veces? Ese Pessoa sería un gran poeta, pero a mí, ¿qué quieres que te diga?, me parece un hijo de puta". Me dolía la cabeza como si hubiera bebido, pero yo no bebo nunca, y el dolor fue acrecentándose con aquella cháchara, que parecía que no iba a acabar nunca". "Perdona, tengo que colgar". "Me llamas cuando termines", "Descuida". Comenzaba a recordar y a ruborizarme. Incluso en algún momento jugueteamos con el teléfono móvil. ¿Con el mío o con el suyo? Con el mío desde luego, según pude comprobar en el archivo de fotos. Comencé a borrar imágenes compulsivamente, y luego un archivo de video. Esperemos que solo hayamos jugueteado con mi móvil. ¿Y si alguna de estas imágenes anda ya correteando por la red? Se cree uno más listo que nadie y acaba incurriendo en las mismas exhibicionistas majaderías que cualquier adolescente. Cada día, una caja de sorpresas. Y no siempre agradables. Bueno, algo agradable sí que hubo...


Viernes, 13 de febrero
DESCANSO Y VACACIONES

Un amigo, que me ve entrar o salir los domingos en el Milán, me pregunta extrañado: “¿Pero tú no descansas ni los días de fiesta?”
            La verdad es que no tengo muy claro si no descanso nunca o si no trabajo nunca. Lo que sí es cierto es que nada detesto más que las vacaciones, o eso que la gente llama vacaciones. Desconectar e irse a pasar una semana, o incluso quince días, a Benidorm o al Caribe, sería para mí una pesadilla, algo que no me veo capaz de soportar.
            Encuentro la explicación leyendo un maravilloso libro de Michel Tournier, Celebraciones: “Los músculos de nuestro cuerpo necesitan de promedio unas ocho horas de sueño cada día para descansar. Solo un músculo escapa a esa discontinuidad, el músculo cardíaco. Late toda la vida sin parar. ¿Quiere ello decir que no descansa? Muy al contrario, sin duda descansa más y mejor que los demás. El secreto del corazón consiste en que descansa durante la fracción de segundo que separa dos latidos. Dicho de otro modo, su reposo, su sueño, sus vacaciones están pulverizadas e íntimamente mezcladas con el trabajo”. Y de ahí el ideal de vida que él propone: “Trabajar como un corazón. Realizar un trabajo tan agradable, tan creativo, variado y sobre todo tan integrado en la vida cotidiana, tan rítmico en sus fases de esfuerzo y maduración que contenga en sí mismo su descanso y sus vacaciones”.





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