Sábado, 11 de enero
CAMINOS FORESTALES
No conoceremos a nadie mientras no sepamos cuál es su idea de la felicidad. Por eso me gustan los libros en los que el autor comienza tratando de precisar la suya. Para Logan Pearsall Smith la felicidad está al alcance de la mano aunque resulte inalcanzable: “Los jugadores de críquet en el parque, los campesinos recogiendo el heno al sol del atardecer, las pequeñas barcas que navegan empujadas por el viento, todas estas cosas crean en mí una ilusión de felicidad, como si un reino de placer luminoso, un fragmento del paraíso perdido, estuviera oculto no en mares lejanos o tras montañas inaccesibles, sino en un valle cercano. Ciertos caminos forestales cubiertos de hierba parecen llevar allí; los pájaros del bosque hablan de ello entre los árboles”.
También yo, en mis paseos solitarios, he creído a veces entrever ese valle. Afortunadamente nunca he llegado hasta él. Por eso lo sigo buscando y esa búsqueda es lo más parecido a la felicidad que encontraré nunca.
Domingo, 12 de enero
REPETICIONES Y VARIACIONES
“Perdona que te lo diga, pero hace tiempo que he dejado de leerte. Te repites mucho”, me reprocha un conocido al que le acabo de comentar, no demasiado favorablemente, un libro inédito de poemas.
Hablamos luego de otras cosas, pero cuando vuelvo a casa no dejo de pensar en esas palabras. De sobra sé que las dijo solo para fastidiarme, un tanto molesto por mis observaciones a sus versos. No por ello deja de tener razón. Me temo que me he convertido ya en uno de esos ancianos que repiten una y otra vez las mismas anécdotas. ¿Cuántas veces habré contado en la tertulia esta o aquella aventurilla erótica (siempre frustrada) de Víctor Botas? ¿Cuántas aquel rocambolesco primer viaje a París cuando todavía en la aduana registraban el equipaje en busca de libros prohibidos? La única disculpa es que los contertulios se renuevan y siempre hay alguno que escucha las viejas historias por primera vez.
¿Se renuevan también los lectores? No estoy yo tan seguro. Pero no todos tienen la buena memoria de aquel amigo que un día, cuando yo comencé a recitar un poema de Li Po (“¿Cuánto podrá durar para nosotros / el disfrute del oro, la posesión del jade?”) lo terminó él diciéndome que, por favor, no lo repitiera más porque en la tertulia todo el mundo había acabado sabiéndoselo de memoria.
“Lo mismo de siempre” tituló un crítico su reseña de una obra de Somerset Maugham y él, aceptando el reproche, usó ese título para su siguiente libro. En el prólogo anota con melancolía: “Llega un momento (si el escritor es lo suficientemente imprudente como para vivir hasta una edad madura) en que advierte que los lectores se alejan de él con cansancio. Demostrará sensatez si se da cuenta de que, habiendo dicho todo lo que tenía que decir, le toca resignarse a guardar silencio”.
Pues yo no pienso resignarme todavía. A fin de cuentas, la repetición también tiene su encanto. De repeticiones y variaciones está hecha la música. Y también la literatura. Y mi vida, y cualquier vida.
Lunes, 13 de enero
HABLA EL GATO DE WISLAWA SZYMBORSKA
“Hay cosas que uno no se merece. ¿Qué puede hacer un gato en un piso vacío? Restregarse contra los muebles, subirse por las paredes. Nada ha cambiado, pero nada es como antes. Nada ha cambiado de sitio, pero nada está en su sitio. Anochece y nadie enciende la luz. Se oyen pasos en la escalera, pero nadie abre la puerta. Alguien estaba aquí desde siempre, y de repente desapareció y se empeña en no estar. He buscado en los armarios, he recorrido los estantes, incluso he roto la prohibición de revolver los papeles. ¿Qué más puedo hacer? Solo dormir y esperar. Pero pobre de ella cuando regrese, pobre de ella cuando aparezca. Se va a enterar de que estas no son maneras de tratar a un gato. Cuando quiera acariciarme, me alejaré muy despacio, sobre unas patitas muy, muy ofendidas. Y por supuesto nada de brincos ni de ronroneos ni de frotarme contra sus piernas. ¡Dejarme solo en un piso vacío! Eso es algo que no se le hace a un gato”.
Dejar a alguien solo en un piso vacío, en un mundo vacío… Eso es algo que no se le hace a un hombre, compañera.
Martes, 14 de enero
FORMAS DE LA FELICIDAD
Un corto viaje en tren y una novela de Simenon: Maigret y el caso Nahour. Me gustaría que el viaje fuera más largo para poder terminarla entera. Pero mejor así. Mejor solo la sugerencia del comienzo. A Maigret, que está teniendo una pesadilla. consecuencia de una copiosa cena en casa de su amigo el médico Pardon, le despierta el timbre del teléfono. Es ese mismo amigo quien le pide que vuelva urgentemente. Y entonces descubro una curiosa coincidencia: “Estaban a 14 de enero y la temperatura de París había sido, durante todo el día, de doce grados bajo cero. La nieve, que había caído en abundancia durante los días anteriores, se había endurecido hasta tal punto que había sido imposible quitarla, y a pesar de la sal esparcida por las aceras, quedaban trozos helados por los que resbalaban los transeúntes”. Acompaño a Maigret, bien abrigado, por las calles ateridas. Le acompaño también, al día siguiente, hasta un hotelito de la avenida del Parc-Montsouris, en el distrito catorce: “La circulación era lenta y difícil. Por aquí y por allá se veía, inmovilizado en la calle, un coche que había resbalado, y por las aceras los peatones andaban con muchas precauciones. El Sena estaba de un verde oscuro, sembrado de carámbanos que se deslizaban lentamente por la corriente”. El hotelito había sido construido a finales de los años veinte y mostraba la elegante geometría y los adornos dorados del art déco; delante tenía un pequeño jardín con un gran árbol descortezado.
La mujer herida de bala que, muy avanzada la noche, se presenta en la consulta del médico amigo de Maigret acompañada de “un guapo muchacho, suave en apariencia, un poco melancólico, sin duda español o sudamericano”; el cadáver bajo una mesa de caoba en una villa alquilada a un pintor cerca del barojiano Montsouris… No necesito más para no seguir leyendo y fantasear yo mi propia novela mientras el tren sigue su marcha. La de Simenon la termino luego, antes de dormirme. Pronto solo recordaré de ella un viaje en tren y el helado París de otro 14 de enero.
Miércoles, 15 de enero
CAFÉ LA CORTE
Termino de hojear los libros que he traído conmigo. No aparece nadie por el café a hacerme compañía, así que saco mi cuaderno y me pongo a anotar ocurrencias que, muy probablemente, si tienen algún interés, ya se le han ocurrido antes a otro.
Sin un gramo de locura. el guiso de la sensatez resulta insípido.
Una mala reputación aumenta el atractivo de cualquier persona.
Llegó a los noventa años y el único disgusto que dio fue el de morirse.
Me gusta mostrar mi corazón al desnudo. Pero es un corazón falso; el verdadero lo escondo en casa y no se lo enseño a nadie.
Lo malo de ser rico es que casi nunca se es lo bastante rico.
Los amigos están para escuchar nuestras quejas no para aburrirnos con las suyas.
Más importante que lo que un escritor quiere decir es lo que dice sin querer.
Un poco de buen gusto no hace daño a nadie, el exceso resulta mortalmente aburrido.
Hace más daño la bondad que las armas de fuego.
Nadie es verdaderamente serio si no sabe hacer payasadas.
Los amores no correspondidos son los únicos que no acaban mal.
Solo hay dos cosas que se me dan verdaderamente bien: perder paraguas y perder amigos.
Jueves, 16 de enero
HABLA LOGAN PERSALL SMITH
"La gente dice que lo importante es vivir, pero yo prefiero leer".
Viernes, 17 de enero
NO TODO ESTÁ PERDIDO
–-Pero vamos a ver, Martín, el hecho de que tú pienses una cosa y el resto del mundo otra, ¿no te lleva a sospechar que puedes estar equivocado?
–-Pues claro, y me lleva a revisar mi razonamiento. Pero para cambiarlo necesito algo más que el hecho de que la mayoría piense otra cosa. En el calamitoso vodevil de François Hollande, por ejemplo, creo que la única persona que no ha hecho lo correcto ha sido su compañera, Valérie Trierweiler.
––¡Eso! Encima de cornuda, apaleada.
––Si uno decide no casarse, lo decide con todas sus consecuencias. También a mí me han roto el corazón más de una vez, pero siempre ha sido una cuestión estrictamente privada. En mis asuntos de cama, no quiero que se meta nadie. Por eso no me he casado. En los de Hollande, otro solterón, tampoco debería meterse nadie. Que tenga una compañera sentimental y luego la cambie por otra, tras un período más o menos conflictivo, como siempre ocurre, es asunto suyo. Pero si a la primera le ponen un despacho en el Elíseo y utiliza fondos públicos solo por acostarse con el presidente, entonces la cosa cambia, adquiere trascendencia política. O sea que Valérie Trierweiler, mujer adulta, independiente, y con profesión propia, no debía haber aceptado que su relación sentimental la convirtiera en “primera dama” (esa institución un tanto ridícula). Por cierto, no hay “primeros damos”.
––¡Pero es que también estás de parte de los tres diputados catalanes que rompieron la disciplina de voto! ¡Eso me parece impropio de un demócrata!
––Al revés. Ya sabes que yo, que no he estado afiliado nunca a ningún partido, desde 1982 he votado socialista. Últimamente, en asuntos clave, estoy cada vez más alejado de los propuestas oficiales de ese partido. Los tres diputados catalanes me han demostrado que se puede ser socialista y ser demócrata. El resto dan la impresión de que, antes que demócratas, se consideran españoles. Están en su derecho. Otra cosa es que Pere Navarro, con su decisión de negar a sus electores el derecho a decidir, ha acabado con su carrera política en Cataluña. A partir de ahora, y lo veremos en las próximas elecciones, a lo más que puede aspirar es a un cargo político en Madrid.
Los tres diputados catalanes que votaron de acuerdo con sus irrenunciables principios democráticos y no de acuerdo con las directrices del partido, me han devuelto el orgullo de ser socialista. ¿Y quién crees que me ha devuelto el orgullo de ser español? Pues no solo el juez Castro sino muy especialmente, quién lo iba a decir, el pseudosindicato (como lo llama habitualmente El País) Manos Limpias, el único que representa la acusación popular en el caso de la infanta Cristina.
––¡Tú ya das por sentado que es culpable!
––-Yo lo único que doy por sentado es que, si no hay razones para imputar a quien forma parte como vocal de una sociedad dedicada al saqueo de fondos públicos, entonces no habría razón para imputar –ni quizá para condenar– a nadie. Para mí los socialistas que están en contra de que los ciudadanos de Cataluña expresen su opinión sobre cómo deben organizarse políticamente no es que sean malos demócratas es que son malos españoles, como son malos españoles (de los que le hacen avergonzarse a uno de tenerlos por compatriotas) los que, cuando algo huele a podrido en una determinada familia, miran para otro lado. Pero, en fin, aún quedan diputados capaces de enfrentarse a los prejuicios nacionalistas, aún quedan jueces como José Torres y “pseudosindicatos” como Manos Limpias. No todo está perdido.