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Coraje y alegría: Qué atrevida es la ignorancia

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Domingo, 29 de octubre
TOCAR LAS NARICES

Qué rara es la gente, aunque no sé si yo soy la persona más adecuada para quejarme de eso. Se me ocurre escribir que un amigo me dice que no ha sido invitado a determinados premios de mucho relumbrón y lo toma como la mayor de las ofensas, como si hubiera revelado yo un inconfesable secreto. “No entiendo nada”, le respondo a sus dolidos y furibundos mensajes.

            No soy una persona muy diplomática, ya lo sé. Escribo, sobre todo cuando hablo de libros, sin demasiados miramientos, conozca o conozca el autor, sea amigo o enemigo. Sin miramientos personales, pero creo que con cierta finura y precisión, ateniéndome al texto, sin tomarlo como pretextos para pagar favores o ajustar cuentas. Pero a veces alguien se rebota. Y suele ser un viejo amigo. Qué le vamos a hacer.

            Escribir es andar por un campo de minas. Escribir, o mejor vivir. De vez en cuando, y cuando menos lo esperábamos, nos estalla una. En mi caso, y hasta la fecha, sin consecuencias demasiado graves. ¿Pierdo un amigo por una tontería? Recuerdo ahora dos o tres casos, el primero un poeta que siempre he admirado, Miguel d’Ors, el más reciente otro poeta que prefiero no mencionar.

            En el caso de mi última indiscreción, espero que la sangre no llegue al río. Qué rara es la gente, me repito. O sea que yo, que soy tan raro, no dejo de ser como toda la gente, o sea, de lo más normal. ¡Y me creía tan distinto!

            Claro que esa nimiedad que causa la ruptura puede ser solo la gota que colma el vaso. Y yo, debo reconocerlo, soy un experto en tocar las narices de la gente, incluso de aquella que admiro y quiero.

Lunes, 30 de octubre
LIBRE TE QUIERO

En 2017, me afilié al partido socialista solo para poder votar a Pedro Sánchez en su vuelta a la secretaría del partido. Me indigné mucho luego cuando el encierro de los niños y la gincana entre los presidentes autonómicos a ver quién vacunaba a más gente en menos tiempo y demás dañinas tonterías con el pretexto de la pandemia (como no hay mal que por bien no venga, la invasión de Ucrania nos libró de ellas). Ahora me alegro de haber seguido afiliado. Así puedo votar –lo hago hoy-- a favor de la amnistía para los independentistas catalanes. “No acaba aquí la historia” escribí yo cuando la “pacificación” a base de porrazos, encarcelamientos y exilios. Y con la fuerza de los votos, no de las botas policiales, democráticamente, se ha logrado revertir la situación.

            ---¿Pero a ti te parece bien que unos delincuentes, solo porque Pedro Sánchez quiera ser presidente, se vayan de rositas?

            ---Unos delincuentes no, unos políticos que al llegar al gobierno trataron de aplicar su programa electoral. Lo que deberían hacer todos. Y en cuanto al incumplimiento de las leyes, es una lástima que esas sentencias del Supremo no lleguen a los tribunales europeos para que quede claro si se aplicaron correctamente o se interpretaron “creativamente” por motivos patrióticos.

            ---O sea, que a ti la posibilidad de que Cataluña se separe de España no te indigna.

            ---Ni me indigna ni me deja de indignar. Cataluña será lo que quieran los catalanes.

            ---¡Y a la Constitución que la parta un rayo!

            ---Y la Constitución será lo que digan los españoles, que tiene la potestad de modificarla o derogarla.

            ---¡Eres la leche, Martín! Pareces de Podemos, más que del PSOE.

Martes, 31 de octubre
POR BOCA DE GANSO

No ando yo muy al tanto de la polémica entre la viuda de Alberti y quienes fueron los mejores amigos del poeta. Viví de cerca aquel asunto, y tengo mi opinión, pero me la callo. Solo me ha dejado algunas pesadillas, aunque como soy pobre no corro el riesgo de que, cuando ya no esté en mis cabales, me engatuse una pareja joven y me aleje de amigos y familia para convertirse en heredera única. Pero me envía Enrique Bueres el enlace a un artículo de Jot Down en el que Anna Caballé réplica a Luis García Montero y no puedo evitar frotarme malvadamente las manos. “Esta es la mía”, me digo.

            Saca a colación, para demostrar el grado de acoso al que los amigos de Alberti sometieron a María Asunción Mateo, la novela Impares fila 13, una novela escrita a cuatro manos por Felipe Benítez Reyes y Luis García Montero a comienzos de los noventa. Anna Caballé no la ha leído, pero yo sí y por eso puedo carcajearme un poquito de la gran experta en diarios y literatura biográfica. ¿Por qué afirmo tan rotundamente que no la ha leído? Porque si la hubiera leído, no escribiría lo siguiente: “El narrador, en un momento de desesperación, ante la falta de adjetivos disponibles en la lengua española, afirma que es la mujer que más odiaba, el único hueso duro que no había podido roer”. Toma la cita de la página 88, según nos indica. Pero quien habla no es el narrador, sino Sandra, la dueña de La Cabaña, un prostíbulo que desempeña un importante papel en la novela.

Y no se vayan, porque aún hay más. Escribe Anna Caballé: “A la protagonista de la supuesta novela se le atribuye además un crimen: en una de sus prácticas masturbatorias la mujer de Bertematti acaba matando al concejal de Cultura”. Y cita para demostrarlo un párrafo de la página 93, que también está puesto en boca de Sandra, no del narrador omnisciente.

Pero al concejal de Cultura lo apuñalaron, no murió como le han hecho creer a la buena de Anna Caballé. Y, si se me permite un poco de spoiler, la mujer del pintor Bertematti no tiene nada que ver con ese crimen, es una falsa culpable. El asesino fue la pareja de Sandra y ella la impulsora para quedarse con la herencia (su hija era hija del concejal). ¿Un disparate? Un divertido disparate que parodia la novela erótica y la novela negra entonces en boga.

Un pequeño disparate comparado con aquel en el que incurre Anna Caballé, cuando se atreve a usar como elemento acusatorio un libro del que parece solo le han pasado fotocopiadas algunas páginas. El claro trasunto, según Anna Caballé, de María Asunción Mateo es, por cierto, un travesti brasileño, al que el concejal de Cultura, menuda pieza, chantajea por esa condición.

            Impares, fila 13 es una sátira de la Andalucía socialista, en la que los protagonistas son un arquitecto y un concejal de Cultura y Deportes, que “aparte del cargo” tiene una empresa de servicios audiovisuales con la que hace buenos negocios con la administración autonómica. Invita al arquitecto al burdel de Sandra y a unas rayas de coca. Lo graba también secretamente, como hace con todo el mundo, para luego chantajearlos. ¿Deberían querellarse algunos de los implicados del caso de los ERE y el comisario Villarejo por sentirse identificados?

            Tendrían más motivo para hacerlo que la profesora de literatura María Asunción Mateo, que poco tiene en común con el travesti brasileño, diga lo que diga la experta en diarios y biografías incapaz de distinguir ficción y realidad.

Muy probablemente lo mismo opinaría Anna Caballé si hubiera leído la novela, publicada por cierto en 1996 –todavía vivía Alberti-- y que debería haber sido denunciada entonces por libelo si fuera lo que la conocida catedrática dice que es.

Miércoles, 1 de noviembre
LA LECCIÓN DE JOVELLANOS

Tras recorrer por la mañana las silvestres soledades de la desembocadura del río Barayo, que hace de frontera entre los concejos de Navia y de Valdés, como con unos amigos en Puerto de Vega. ¿Y cómo no recordar a Jovellanos en ese lugar? ¿Y cómo no recordar su obra El delincuente honrado en estas fechas?

Un caballero sin tacha, don Torcuato, es condenado a muerte por efecto de una ley injusta. Como se trata de un melodrama muy de época, el juez que quiere llevarle a la horca es nada menos que su propio padre. La amnistía soluciona el conflicto entre justicia y legalidad. Una buena lectura esa comedia larmoyante para los magistrados del Tribunal Supremo. Algo se puede aprender todavía de Jovellanos.

            En una esquina a la salida del restaurante me sorprende una placa con unos versos de Campoamor, dice que este lugar “del mar junto a la orilla, / aunque pequeño para ser villa, / es casi Londres para ser aldea”. Sonrío. Pocos poetas más ripiosamente de su tiempo, pero sigue conservando su encanto.

Jueves, 2 de noviembre
CELEBRACIÓN Y ELEGÍA

Renace la librería Ojanguren, una de mis más queridas sucursales del paraíso. Ahora tiene otro nombre, pero da igual, antes, cuando la frecuentaba Clarín, se llamaba librería Martínez. En 1990 presenté en ella mi Poesía reunida, el primero de diciembre presentaré mi nuevo libro de poemas, Fábulas, que es mío y no es mío. Lo he escrito yo, pero me lo ha dictado una tradición milenaria. Tantos años después, aquí sigo. Pero la alegría se nubla al pensar que ya no estará conmigo mi presentador de entonces, José Manuel Feito, a quien tanto le hubieran gustados estas fabulillas con disonante moraleja y rima consonante.




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