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El arte de quedarse solo: Mientras se espera

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Sábado, 13 de febrero
MAMÁ, QUIERO SER ARTISTA

“Mamá, quiero ser vicepresidente del gobierno” canta Pablo Iglesias en un meme de Internet, disfrazado de chica ye-yé de los años sesenta. Pero eso es lo que dice. Lo que de verdad quiere es ser califa en lugar del califa. Las brujas de Macbeth, en forma de manipuladas encuestas, se lo predicen cada mañana si se repiten las elecciones. Por eso se empeña en evitar un acuerdo de izquierdas. Él, al contrario que Rajoy, sí se ha leído la Constitución y sabe que los ciudadanos eligen a los diputados, los diputados al presidente del Gobierno y el presidente nombra libremente a sus ministros. Un acuerdo que le quitara esa libertad podría incluso ser recurrido ante el Constitucional. Otra cosa es que luego, al formar gobierno, tenga en cuenta los distintos apoyos con los que cuenta. Lo que Pablo Iglesias pide se puede hablar en privado, pero no pactar en público. En fin, él sabe lo que hace. Pero conviene que relea Macbeth antes de hacer caso a las brujas. Y medite en lo que está pasando con el Ayuntamiento de Madrid y en cómo se las gasta la derecha, capaz de recurrir a todos los medios, incluidos los legales, para desalojar a quienes considera simples okupas.


Domingo, 14 de febrero
UN HOMBRE AFORTUNADO

El amor goza de un prestigio inmerecido.
            El odio bien entendido empieza por uno mismo.
            ¿Cuánto tiempo hace que no escribo cartas de amor? Exactamente diez minutos, pero hace años que he dejado de enviarlas.
            Soy un hombre afortunado: siempre he tenido a alguien que me quisiera, siempre he querido a alguien (y encima he tenido la suerte de que casi nunca fueran la misma persona).


Martes, 16 de febrero
TAMPOCO HAY QUE EXAGERAR

Habla Paul Valery: "Todo recién llegado se siente forzado al ensayo de hacer algo distinto, olvidando que, si en realidad es alguien, hará algo distinto. Esta obligación de lo nuevo crea una especie de automatismo. La contra imitación llega a ser un verdadero reflejo haciendo depender las obras no del estado del autor sino del estado del medio. Pero, como ocurre en todos los efectos de choque, la amortiguación se produce muy rápidamente. En cincuenta años he visto surgir no sé cuántas originalidades, ser devoradas por otras y reabsorbidas en el olvido. Si queda algo, es por cualidades en las cuales la voluntad novedosa no tiene parte alguna".
            ––A Valery le gustarían mucho entonces los jóvenes poetas españoles, todos ellos muy buenos monaguillos.
            ––Hombre, tampoco hay que exagerar. Que cada uno haga lo que quiere hacer de la mejor manera posible, pero si lo que quiere hacer ya lo han hecho Montero, Rosillo o incluso Karmelo C. Iribarren creo que debería dedicarse mejor a otra cosa.


Miércoles, 17 de febrero
NO HAGO PROFECÍAS

No se fían muchos los amigos de mí como analista político, y el que menos Abelardo Linares con quien como hoy en un restaurante de la calle Ventura de la Vega, muy cerca del paralizado Congreso.
            ---O sea –me dice con ironía– que la última vez que hablamos la solución era Pablo Iglesias y ahora resulta que es Pedro Sánchez. No hay quien te entienda. Pero, eso si, en lo que no cambias es en lo de estar a favor de Maduro y sus presos políticos.
            --De Venezuela no digo nada, cada país tiene sus Arnaldo Otegui. Yo solo te cuento cómo veo la partida de ajedrez que se está jugando. No tengo información privilegiada ni valgo mucho como profeta, pero creo que los movimientos de unos y de otros permiten entrever las jugadas futuras. Podemos ha optado por el radicalismo a la gijonesa (o todo o nada) y solo deja una posibilidad de que no se repitan las elecciones: una alianza de PSOE, Ciudadanos, Izquierda Unida y PNV, lo más probable que con un gobierno minoritario de los socialistas. En la primera votación, la del día 3 de marzo, los noes serán más que los síes. Hasta la segunda, el día 5, habrá tensiones internas en el PP, que no querrá votar juntamente con Podemos y los independentistas catalanes, y también en Podemos, a un sector del cual le será muy difícil votar con el PP en contra del programa con medidas sociales y contra la corrupción que presentará Pedro Sánchez.
            ---Pues, para no ser profeta, parece que lo tienes todo más claro que nadie.
            ---En absoluto. Yo no sé si habrá o no gobierno el día 5. Ni estará claro hasta unos minutos antes de la votación. Lo que sí puedo asegurar es que si, finalmente nadie cede y hay elecciones, ni PP ni Podemos, en contra de lo que piensan, saldrán muy beneficiados. Y si el PP opta en el último minuto por la abstención, antes Rajoy se habrá ido a casa y podrá dedicarse tranquilamente a leer el Marca y a que le escriban sus memorias (tras una oferta millonaria de Planeta). Sabremos así por qué renunció de un día para otro a presentarse a la investidura. Solo él puede aclarárnoslo; la otra persona en el secreto no va a escribir nunca sus memorias.
            ––Sibilino estás. ¿Quién es esa otra persona?
            ––¿Quién va a ser? Quien se ha tomado muy en serio su papel de Jefe del Estado y quiere contribuir a que salgamos de este embrollo y poner un punto y aparte con la España corrupta que ha heredado. No me parece muy aventurado afirmar que nadie que tuviera algún cargo político significativo en el reinado anterior puede esperar en este a otro destino que, en el mejor de los casos, un retiro honorable. Por acción u omisión, pocos han dejado de estar enredador en la corrupta maraña.


Jueves, 18 de febrero
GUERRA Y REVOLUCIÓN

Aproveché ayer el largo viaje el tren para leerme Celia en la revolución, la novela póstuma de Elena Fortún reeditada ahora con prólogo de Andrés Trapiello. El libro, que la propia autora abandonó en borrador, vale poco, aunque el prologuista lo considere, por razones que poco tienen que ver con la literatura, “una de las grandes novelas de la guerra civil”. El tiempo resulta inmisericorde: Elena Fortún, una de las más conocidas autoras de literatura infantil en su tiempo, es una escritora muy menor que hoy interesa solo por razones extraliterarias. Celia en la revolución vale como documento, le sobra toda su ingenuo y trasnochada armazón novelesca. Pero la literatura al prologuista le importa poco. Lo importante es que en esa obra los republicanos también asesinan, no todos son demócratas, quieren imponer una revolución comunista. Eso hizo que la novela no pudiera publicarse hasta 1987, ya que habría sido rechazada igualmente por los exiliados (aunque no ignoraran los hechos que se narran en ella) ni por el régimen franquista. Y aún hay más: ni siquiera hoy en día todos la aceptarían. Y eso explica el destino “misteriosísimo, un caso único”, de este libro: “Apenas publicado, desapareció de las librerías y únicamente en el mercado de viejo ha ido apareciendo desde entonces, con cuentagotas, algún que otro ejemplar, siempre a precios fabulosos, de todo punto infrecuentes en un libro reciente, lo que habla de su carácter excepcional”.
            No sabemos las razones, sí sabemos que no son las insinuadas por Andrés Trapiello: que desde la guerra civil ha habido una especie de conspiración general para ocultar que no existieron solo dos Españas enfrentadas, sino también una tercera, de la que él es el gran descubridor y promotor. Como en la teoría de los ovnis (soy un fan del programa Ancient Aliens del Canal Historia), el gobierno oculta información, nos engaña la izquierda, nos engaña la derecha. Solo gracias a la heroica labor de Andrés Trapiello (una especie de Giorgio A. Tsoukalos), pudo salir a la luz “el prólogo memorable, al que su autor debe su justa celebridad póstuma”, de A sangre y fuego, la colección de cuentos de Chaves Nogales, y otras obras igualmente decisivas para descubrir “la tercera España, la demócrata y liberal, republicana o no que, como la carta de Poe, teníamos delante sin verla, víctimas como fuimos del viejo mito de las dos Españas, sostenido interesadamente por los autoritarios de una y otra parte, los fascistas por un lado y los comunistas y demás por el otro”.
            Se frota uno los ojos leyendo estas cosas o escuchando al divertido Giorgio. ¿De verdad creen en lo que dicen? Probablemente sí, es parte de su negocio. Pero dejemos a un lado al teórico de los astronautas antiguos y centrémonos en el autor de Las armas y las letras, quizá más dotado para el encanto antiguo del verso y la galanura cervantina de la prosa que para el razonamiento abstracto o la reflexión histórica.
            A las gentes de la edad de Trapiello (o de la mía), ni Chaves Nogales ni Clara Campoamor tuvieron que venir a descubrirnos que en la zona republicana no todo era elegancia inglesa y buenos modos republicanos: supimos de la barbarie roja desde la más tierna infancia. Se nos explicaba en la escuela, veíamos las cruces en las iglesias, conocimos a familiares de “asesinados por los rojos”. De lo que tardamos en enterarnos fue de los otros crímenes. Y en cuanto tuvimos la edad de la razón, y pudimos leer los libros que venían como los niños de París, supimos del enfrentamiento entre Prieto y Negrín, de las luchas entre comunistas y anarquistas o trosquistas.
            No están muy claras las ideas de Trapiello y su “tercera España” (un concepto que viene, creo, de Madariaga) al que ya se adscribieron el liberal Marañón y tantos otros. Difuminar las tesis para evitar refutaciones es un arte que domina. Pero a veces resulta tan fácil echar abajo sus teorías que da un poco de pereza. ¿Por qué “ni los unos ni los otros” –se pregunta– hubieran aceptado que se publicara la novela de Elena Fortún? La primera razón está en el título, Celia en la revolución: “También aparece la palabra revolución en el título del libro de Clara Campoamor. Fue la primera que borraron de la memoria histórica los que estaban perdiendo la guerra, pese a haber sido la que movió a una gran parte de los que respondieron en un primer momento a la sublevación militar”.
            Para refutarle me basta ir en busca de un libro. “Toma y lee”, le diría si lo tuviera delante, “Es el primer tomo de la historia oficial de la guerra civil preparada por los comunistas. Lo publicó la editorial Progreso, de Moscú, en 1967. Al frente de los autores figura Dolores Ibárruri. Pero no hace falta que lo leas entero, basta con el título: Guerra y revolución en España 1936-1939. Curiosa manera de borrar la palabra revolución de la memoria histórica”.


Viernes, 19 de febrero
INFORMACIÓN,  INTELIGENCIA

Mi mejor interlocutor: alguien tan inteligente como yo, pero más joven y peor informado.


           



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