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Nada personal: Arar en el viento

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Sábado, 29 de septiembre
LO QUE NUNCA DIRÍA

He quedado con Mario Martín Gijón, que ayer ganó el premio Tigre Juan, en la cafetería La Corte, frente al palacio regional. Mientras le espero, en la calle se va acumulando la gente. Ante la puerta de entrada, en la verja que rodea al edificio, despliegan una pancarta: “Nosotros decidimos. Democracia popular”.
            Mario Martín Gijón es muy joven, tiene treinta y tres años, y parece todavía más joven. Ha colaborado con frecuencia en la revista Clarín y ha publicado sesudos y bien informados volúmenes, además de un libro de versos y el de relatos por el que le han concedido el veterano galardón ovetense. Yo le miro con cierta envidia. No soy de los que presumen de no haber sentido nunca envidia. Yo sí. Muchas veces. Pero nunca de quien tiene más dinero, es más guapo, vende más libros que yo (eso está al alcance de cualquiera). Solo de quien tiene talento.
            “Qué cosas”, le digo a Mario Martín Gijón señalando la pancarta. “Nosotros decidimos. ¿Y quién ha decidido que tengamos el gobierno que tenemos? Claro que a lo mejor lo que entiende el que ha redactado la pancarta por ‘nosotros decidimos’ es que cada decisión política se tome saliendo los españoles a la calle y votando a mano alzada”.
            “Tienen derecho a protestar”.
            “Todo el derecho del mundo. Nosotros decidimos. Pero, si estamos así, es en buena parte porque habéis decidido vosotros, queridos votantes, les diría yo. Vosotros votasteis a quien os prometía una Universidad en cada provincia y un centro universitario casi en cada aldea, a quien prometía gastarse millones y millones de euros en acortar una hora o media hora el viaje en tren a Madrid, a quien subvencionaba vuelos de avión baratos y construía un aeropuerto en cada Castellón; aquí, en Oviedo, votasteis masivamente a quien os ponía una farola fernandina o isabelina cada tres pasos y un mamotreto en forma de fuente o culo monumental cada dos…”
            “No te creía tan conservador. Lo que quieren son listas abiertas para que no nos obliguen a votar a políticos corruptos”.
            “Pero ¿de verdad crees que si hubiera habido listas abiertas las mayorías absolutas de Francisco Camps en Valencia hubieran sido menos absolutas? La panacea de las listas abiertas viene a ser cómo la queja de Izquierda Unida porque no le dejan sumar los cuatro votos que tuvo en Pontevedra con los cinco de Almería para lograr conseguir un diputado en Cuenca”. 
            “Entonces tú crees que no hay que cambiar nada”.
            “Muchas cosas. Pero para eso hacen falta algo más que descerebradas buenas intenciones. Te voy a confesar algo, pero en voz baja, que no se entere nadie. Humanamente, los que se manifiestan ahí fuera, o frente al Congreso en Madrid, tienen toda mi simpatía, pero intelectualmente, en lo que se refiere a la lucidez de su pensamiento político, les valoro todavía menos, y ya es decir, que al boxeador noqueado por la realidad que tenemos como presidente del gobierno. Pero esto no se me ocurriría decirlo en voz alta. Perdería los pocos lectores que tengo”.


Domingo, 30 de septiembre
NUEVO EN ESTA PLAZA

El regalo de la feria del libro, en el paseo de los Álamos, y los Sonetos sonetiles, de Francisco Rodríguez Marín, que me estaban esperando en una de las casetas. Disfruto con la castiza prosa de otro tiempo del ilustre cervantista y con los curiosos y en buena parte desconocidos sonetos sobre el soneto que me voy encontrando en cada página. Luego, mientras tomo un café en Los Prados, antes de entrar a ver Blancanieves, el fascinante melodrama en blanco y negro, de Pablo Berger, trato de escribir yo también un soneto sobre el soneto. Pero no se escribe sobre lo que se quiere, sobre lo que se puede. “De lo que rebosa el corazón, habla la boca”, que dijo no sé quién, quizá San Pablo. El borrador de soneto dice así:
Retumbante el silencio te pregona / y hay una ausencia que se anuncia y danza / mientras la noche hacia la noche avanza / y tras de mí se esconde mi persona.
Un resplandor de niebla te corona / y una flecha me busca y ya me alcanza; / flecha de dos, desgarradora lanza / que persigue sin tregua y no perdona.
¿De dónde ese caballo encabritado / que corre sin jinete en noche oscura / y este muro que crece desbocado?
Déjame solo, soledad más dura. / La muerte con la vida se disfraza / y Amor se anuncia, nuevo en esta plaza.


Lunes, 1 de octubre
MEDALLAS

“Es muy de colgarse medallas”, escucho al azar de una conversación callejera. Así soy yo, pienso de inmediato. Muy de colgarme medallas. Y eso que sé de sobra que todas las medallas que uno se cuelga a sí mismo son quincallería, no valen nada.


Martes, 2 de octubre
GENTE QUE ME ODIA

Traspapelado entre un montón de libros, encuentro uno de esos cuadernos en los que me gusta ir apuntando todo. La portadilla dice “Gente que me odia”.  Está dividido en dos partes: “Con razón”, “Sin ella”. La última anotación es de hace casi diez años.
            ¿Gente que me odia? Me parece un poco adolescente ese epígrafe. Las personas insignificantes no despertamos grandes odios, solo pequeñas antipatías. Aunque nunca se sabe lo que pasa por la mente de los demás.
Mi amigo José Luis Piquero, que se lo suele encontrar en el congresillo de escritores asturianos que se celebra cada año en Pravia, me dice que hay un novelista asturiano que cada vez que escucha mi nombre se pone rojo de ira. Algo exagerado me parece eso. Sin embargo, veo su nombre en este cuaderno y en el apartado “Con razón”. Resulta que yo me había comprometido a presentar el primer libro de poemas de Fruela Fernández, un joven y brillante contertulio que muy pronto abandonó la nave nodriza, y dos o tres días antes el representante de la editorial, César Inclán, me pidió que presentara también a los otros premiados. Cometí el error de leer los libros (algo que jamás se debe hacer cuando el elogio es obligado) y la novela del futuro fabricante de best sellers era verdaderamente infumable. No pude evitar que esa impresión se trasluciera en mis palabras; se enfadó el autor; me interrumpió; discrepamos ante el público asombrado y divertido. Luego he ido aprendiendo el arte de las mentirosas amabilidades, y ya creo que me apaño bastante bien.
Tanto como rojo de ira, no, eso es una exageración tuya, Piquero. Pero que oír mi nombre no le haga ninguna gracia, eso sí, y lo comprendo. Ganará el Planeta cualquier año de estos y seguirá doliéndole aquella ofensa.
            Y yo ¿a quién odio? Me temo que una persona como yo, incapaz de amar de verdad,  tampoco puede odiar de verdad. Antipatías sí, bastantes. Y cambiantes.
            Me gusta pinchar, incordiar, sacar un poco de quicio. La esgrima es mi deporte favorito. Pero siempre sin hacer sangre.
            No a todo el mundo le gusta ese juego. Especialmente a las personas poco ágiles, de mente minuciosamente bovina.
            Nada me gusta más que llevar razonadamente la contraria, cosa que hace gracia a algunos, pero que a la mayoría maldita la gracia que les hace.
            Cuando no tengo a nadie con quien discutir, hago solitarios discutiendo conmigo mismo. Y puedo asegurar que soy un contrincante incansable y difícil de rebatir. Tan difícil que cuando me desafío a mí mismo la partida suele acabar en tablas.


Miércoles, 3 de octubre
CALLAR A TIEMPO

Habría evitado la mitad de mis problemas si hubiera sabido callar a tiempo. Pero me habría divertido menos.


Jueves, 4 de octubre
DE GUANTE BLANCO

Famosos casos de estafa y pillaje se titula el libro que compro esta mañana en el paseo de los Álamos. No habla de casos recientes, está editado en 1977.  “39 historia de los más fascinantes casos de engaño y fraude ocurridos en el mundo”, dice el subtítulo. ¡La de cosas que se pueden conseguir con  ingenio, audacia y ningún escrúpulo! Un financiero de fama mundial hizo su entrada cierta tarde en el despacho del presidente de un banco de Bruselas. Arrojó sobre la mesa un envoltorio que contenía dinero en efectivo y dijo: “Cuatrocientos millones de francos. Déme usted un recibo”. Halagado por la visita de alguien tan importante, el director le extendió de inmediato el recibo. Varios días después, comprobó que el paquete contenía solo cinco millones. El financiero se excusó, dijo que todo había sido un error y cambió el recibo por otro que indicaba la cantidad exacta. Pero antes de entregarlo ya le había servido para obtener a crédito muchos millones.
            ¿Por qué nos divierten tanto los estafadores ingeniosos, los ladrones de guante blanco? Quizá porque hacen lo que nosotros quisiéramos hacer, pero no nos atrevemos. Y porque a nadie le parece que robar a un banco sea verdaderamente un robo. Quien roba a un ladrón… Tampoco tiene nadie remordimientos, sino todo lo contrario, cuando defrauda a hacienda sin que le pillen.
            “Pero ¿tú crees que todos somos corruptos en potencia, que todos estaríamos dispuestos a vendernos por dinero?”, me pregunta un amigo.
“Bueno, eso es algo difícil de comprobar: a la mayoría de nosotros nadie querría nunca comprarnos”.


Viernes, 5 de octubre
PROVERBIOS

Uno de esos falsos proverbios chinos que a mí me gustan tanto: “Nadie es tan listo como se cree ni tan tonto como le creen sus amigos”.
            Yo lo conocía en otra versión, atribuida a Oscar Wilde: “Nadie es tan listo como se cree ni tan tonto como le cree su mujer”.
            En Blancanieves, para representar el paso del tiempo, se van desprendiendo las hojas de un calendario. En una de ellas se lee el proverbio del día: “Añorar el pasado es arar en el viento”. 



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